Capitulo 34

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Empezó a balbucear muchísimas cosas que no pude entender. Dios mío, eso me prendía muchísimo.
– Mira, no tengo las llaves del apartamento, están en mi pent-house. Si quieres podemos ir allá y te doy las llaves – me ofreció.
Jean , tú, yo, en un pent-house, solos. ¡Ni pensarlo!
– Está bien. Te espero en la esquina. Mercedes negro...
– Recuerdo exactamente el auto que llevabas cuando lo hicimos por primera vez.
¡Se acordaba maldita sea!
Rodeé los ojos. Odiaba infinitamente recordar ese momento, ese momento en el que me hizo sentir en la novena nube.
Me di vuelta y salí de la oficina encaminándome al ascensor. Presioné el botón del estacionamiento y esperé a que éste llegara. Varias personas bajaban y subían del ascensor, todos realmente bien vestidos. Algunos jóvenes, otros más grandes. En el piso dos no quedó nadie, solo mi alma y yo. El ascensor se detuvo en el sótano. Cuando iba a salir las llaves del auto se resbalaron de mi mano haciendo que cayeran y como consiguiente, tener que levantarlas del suelo.
Me agaché para tomarlas y cuando me levanté sentí un severo golpe en la cabeza.
– Perdón. ¿Está usted bien? – me preguntó una voz masculina.
– Auch. Sí – me quejé.
Levanté la mirada y me encontré con un rostro conocido. Naim .
– ¿Naim ? – enarqué la ceja.
– ¿Darian ? – hizo la misma acción. – ¡Dios mío! Cómo lo siento.
– Me pregunto por qué tenemos que encontrarnos de esta manera.
– Espero que para la próxima no tenga que golpearte para captar tu atención – dijo mientras se metía al ascensor y yo bajaba.
Sonreí y me encaminé a mi auto.
Me metí al auto y salí del estacionamiento tan rápido que las llantas provocaron un estruendo horroroso.
Me detuve en la esquina y esperé al Audi gris que conducía Jean . Cuando lo capté por el retrovisor, lo dejé pasar y empecé a seguirlo por entre las calles hasta llegar a una autopista. Estaba repleta de árboles. El camino era realmente relajante; ningún otro auto más que el de Jean y el mío.
Jean se metió a un sendero repleto de hojas caídas. Entramos al bosque. A lo lejos alcancé a ver una especie de mini edificio casi escondido.
– ¿Acaso quieres raptarme? – dije para mí misma.
Jean detuvo su auto enfrente del edificio y se bajó de éste para acercarse al mío. Hice lo mismo que él. Cuando vi, ya había abierto mi puerta esperando a que bajara.
– Gracias – dije cuando estuve fuera del auto. – Dijiste un pent-house.
– Es un pent-house – aclaró. – O al menos con ese nombre lo compré.
Sacó las llaves de su abrigo negro, que la verdad le encontraba caso omiso a que lo usara en temporada de calor.
Metió las llaves en la cerradura y abrió la puerta. Me dejó pasar primero. Lo primero que hice al entras fue husmear con la mirada cada rincón de la casa de Jean .
– ¿Quieres algo de tomar? La cocina está justo arriba – me ofreció.
– Gracias – dije mientras subía las escaleras. – Tienes una casa hermosa – lo adulé.
– La diseñé yo mismo.
Le sonreí y seguí subiendo. En cuanto pisé el último escalón admiré una gran sala con una enorme pantalla de plasma con vista al bosque. Las paredes eran ventanales, ventanales enormes que mostraban el fondo del bosque y una pequeña laguna a lo lejos. Era perfecto. La cocina estaba junto a la sala; enorme y realmente bien diseñada. Todo era pared de mármol negro y toque de madera y granito.
Jean se acercó a mí hasta poder poner sus manos en mi cintura. Acarició mi abdomen y empezó a hacer movimientos circulares con la yema de sus dedos.
– Déjame hacerte mía de nuevo – me pidió pegado a mi oído.
– Dame una buena razón para dejar que lo hagas – lo tenté.
– Puedo hacer que subas a las nubes y que nunca bajes – susurró.
– No es suficiente.
– Te deseo Darian .
– Aún no es suficiente – la sangre empezaba a correr más rápido por mis venas.
– Lo necesito.
Con esas simples palabras sentí mi corazón helarse y mi sangre hervir. Me sentía en un horno. Si no hacía algo ahora, no calmaría esa sensación en mi cuerpo nunca. Me di vuelta y besé sus carnosos labios. Los lamí y recorrí cada parte de ellos mientras empezábamos a desnudarnos.
Lo necesitaba. Él me necesitaba.

Sex instructor || Jean y Darian|| hot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora