Capitulo 53

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Abandoné lo que más quería en esa noche. Le dije a Jean que me dejara pensar, él solo asintió y salió de la fiesta en su hermoso Audi. Regresé a la fiesta y disfruté de mis amigas y mis amigos. Víctor bailó conmigo un rato y todos empezaron a pensar que salíamos de nuevo, pero no era así. Cuando la fiesta terminó recibí una llamada de Libardo . Me recogió de la fiesta y me llevó a su casa, estuvimos tomando café y platicando. Me sentía bien, pero pensaba en Jean y el hueco en mi pecho regresaba.
– ¿Te pasa algo? – susurró Libardo mientras dejaba su taza en la mesa y hacía que el espacio entre nosotros fuera mínimo.
Desvié la mirada al suelo y sonreí dolorosamente.
– ¿Recuerdas por qué nos separamos? – esta vez lo miré despacio y directamente a los ojos.
Asintió con la cabeza y tomó un sorbo de su café.
– Me engañaste – dije mientras recordaba toda la escena. – Con una rubia – hice una mueca. Él se levantó de la mesa y apoyó todo su peso en la estufa.
- ¿Crees que lo hice porque quise? – empezó a hablar. – Era la secretaria del director, me amenazó con enseñarle unas fotos tuyas y mías si no tenía sexo con ella... Te iban a expulsar y no tendrías el colegio terminado –se dio vuelta, sus ojos estaban llorosos. – Lo hice porque no quería verte ser una don nadie. No iba a resistir la culpa si te sacaban de la escuela – me miró detenidamente y soltó una risa sarcástica. – Pero eso nunca te importó, solo decidiste enrollarte con mi mejor amigo de la universidad. Joder... ni siquiera te importó escucharme cuando salí para buscarte. Nunca has querido escuchar, tú solo oyes, no escuchas. A veces solo necesitas escuchar para entender todo...
– Libardo– susurré dolorosamente mientras me levantaba del sillón y me acercaba a él.
– No te imaginas lo mucho que necesité tu cuerpo, tus caricias, tu mirada – me miró directamente a los ojos y su mano derecha se extendió hasta mi cintura mientras me acercaba gentilmente a su cuerpo. – Cuando un hombre llora por una mujer, es muy difícil que vuelva amar a otra persona como la amó a ella.
Solté un suspiro muy leve de sorpresa y separé un poco mis labios. Divagué en mirarlo a los ojos pero aun así, lo hice. Mis manos sobaron su pecho y acerqué mi rostro al suyo hasta estar encima de sus labios. Los besé delicadamente mientras sobaba su pecho y me apegaba más al calor de su cuerpo.
Libardo empezó a acariciar mi espalda baja y bajó un poco más sus manos hasta llegar a mis caderas y comenzó a acariciarlas mientras me besaba suave y lento. En un movimiento ágil puso mis pies encima de los suyos y bajó sus labios a mi cuello mientras lo lamía y lo mordisqueaba. Mis brazos lo abrazaron por el cuello mientras mis manos acariciaban su cabello. Lo aferré a mí y solté un gemido.
– No... No puedo... – sus labios callaron los míos y volvió a separarse de mí.
– Por favor, te necesito.
Volví a besarlo pero ahora mis manos buscaban ansiosamente los botones de su camisa. Cuando los encontré los desabroché rápidamente y lo liberé de ésta de un tirón. Me separé de sus labios un momento y bajé la mirada para ver su torso desnudo. Su mano se desplazó hasta mi mentón para subir mi mirada hacia la suya y darme un beso totalmente fogoso. Una de sus manos bajó hasta mi trasero sobándolo gentilmente mientras con la otra tomaba mi muslo y me levantaba en el aire haciendo que mis piernas rodearan su cintura.
Siguió besándome pero ahora nos encaminó hacia la sala. Me depositó delicadamente en el sofá y se puso encima de mí. Lo miré detenidamente, sus ojos tenían un tono tan perfecto que me hacían delirar, me hacían pedir más, y la forma en que me miraba era perfecta. Lo acerqué a mí y empezó a desabrochar el cierre de mi vestido. Empezó a bajar la parte de la espalda y después lo retiró por completo deslizándolo por todo mi cuerpo. Me quedé solo en ropa interior y él solo con sus pantalones. Se puso encima de mi cuerpo nuevamente y empezó a besarme cada vez más intensamente... Su mano bajó hasta mis pantis y empezó a deslizarlas hacía abajo mientras yo me deshacía de sus pantalones.
Claro que pasó, claro que volví a revolcarme con mi ex sin importarme nada, pero cuando él me estaba abrazando y yo estaba a punto de dormir, una lágrima cayó de costado por mi mejilla.
– Libardo– dije antes de saber que caería inconsciente en cualquier momento. Escuché como hizo un sonido casi parecido a un quejido y supe que estaba despierto. –Tengo que decirte algo...
Tragué saliva.
– ¿Sí? – me invitó a continuar.
– Te quiero – dije mientras otra lágrima caía por mi mejilla. ¿Por qué demonios estaba haciendo esto? ¿Por qué?
Me besó el hombro y se apegó más a mi espalda desnuda.
– Tengo que irme, mis padres deben estar preocupados por mí – empecé a levantarme de la cama y a limpiar las lágrimas para que Libardo no las notara.
– ¿No puedes quedarte? – preguntó casi suplicándome que me quedara, pero sería la última vez que nos veríamos.
– Lo siento... Te quiero – me incliné hacía su cuerpo y besé sus labios. Empecé a recoger mis cosas y a ponerme mi ropa interior.
– Si quieres llévate mi pants y una sudadera. Te llevo a tu casa.
– No, no – dije antes de que empezara a levantarse. – Sasha debe estar esperándome afuera, le dije que viniera por mí después de las dos.
– ¿Estás segura?
Asentí con la cabeza. Tomé su pants del suelo y rebusqué una sudadera entre sus múltiples prendas. Todo lo puse encima de mi cuerpo hasta que sentí el suyo cerca del mío. Me abrazó por detrás y besó mi cuello.
– Hasta mañana. Descansa.
Me di vuelta y besé sus labios, delicada y sutilmente. Arrugué la nariz intentando no dejar escapar las lágrimas que se avecinaban. Acaricié su rostro y admiré su belleza pura.
"Te extrañaré", dije mentalmente.
Me separé de su cuerpo y me dirigí a la puerta. La cerré detrás de mí y me desmoroné en silencio. Bajé las escaleras cuidadosamente mientras las lágrimas caían incesantes por todo mi rostro. Con la manga de la sudadera limpié mi rostro y salí de la casa de Libardo . El auto de Joel, el novio de Sasha me esperaba afuera, pero Joel no acompañaba a Sasha, solo éramos ella y yo. En cuanto me subí me solté a sollozar y casi gritar por el dolor que todo esto me causaba.
- Hey, todo saldrá bien. Lo tenemos todo planeado, y estaré acompañándote en todo esto. ¿Está bien? – dijo Sasha mientras su mano acariciaba mi rodilla por sobre las ropas de Libardo . Me dedicó una sonrisa que devolví sin ganas y avanzamos a través de la noche.
- Nunca va a perdonármelo – dije mientras recargaba mi cabeza contra el cristal de la ventanilla.
– Los dos lo harán. Ahora tienes que pensar en esa pequeña cosa dentro de ti, estaremos bien. Tú terminarás la universidad, tendrás un trabajo que te de buen abasto y no necesitarás de nadie, ¿entendido?
Asentí con la cabeza y limpié las lágrimas nuevamente.
Seguí divagando en mi mente, pensando en la mejor forma de hacer las cosas... Quería regresar con Jean el tiempo que me fuera posible, después lo decepcionaría y me dejaría ir.
– ¿Puedes dejarme en casa de Jean ? –le pregunté amablemente.
– Claro.
Viajamos hasta el pent-house de Jean donde supuse que estaría... Y sí, definitivamente ahí estaba. Me bajé del auto y me metí en lo oscuro del bosque guiándome por las luces del pent-house de Jean . Subí las escaleras que conducían a la entrada y toqué el timbre. Escuché pasos dentro de la casa y música, música nada baja. Pensé en irme, pero cuando estaba preparada para bajar las escaleras, la puerta se abrió. Me di vuelta esperando encontrarme con Jean , pero en lugar de eso me encontré con una mujer rubia, de ojos poderosamente negros y un cutis espectacular.
– Hola – me dijo amablemente.
– Ahm, hola – me rasqué la cabeza. – Creo que no es un buen momento...
– ¿¡Quién es, Bonnie!?
Su voz, esa voz gruesa y aterciopelada era inconfundible, era su voz, la voz por la cual me volvía loca. Apareció detrás de Jean intentando averiguar la causante de la interrupción de su fiesta. Se abrió paso sobre Bonnie y me miró. Me miró de esa manera que me provocaba ese cosquilleo cálido en la nuca y bajaba hasta mis pies.
- ¿Darian ?
– Hola – bajé la mirada, sus ojos me daban pena, no era merecedora de su belleza.
– ¿Y ella quién es? – dijo una voz masculina detrás de Jean .
– ¿Qué haces aquí? – preguntó algo confundido.
– Solo quería pasar a platicar, pero creo que será en otra ocasión, veo que estás ocupado, con permiso – me di vuelta y bajé los primeros tres escalones hasta que sentí una mano jalar delicadamente de mi brazo.
– No... no te vayas. Estaba en una reunión... familiar. Pasa, por favor – me invitó.
Miré sus ojos miel y me derretí en ese instante. Mis piernas flaquearon y mi estómago se revolvió de tantas mariposas.
– Por favor – insistió.
Asentí levemente con la cabeza mientras me metía en la casa junto con la chica y el chico guapo que estaban a la espera de Jean . Chris cerró la puerta detrás de nosotros y me presentó a los chicos: Bonnie y Jonathan, su prima y su hermano. Nos adentramos en la sala y estaban sentados otras personas: Chaz, Ryan, Christian, Caitlin y Selena, amigos íntimos de Jean y sus hermanos. En la cocina estaba su madre, Sandra . Cenamos y tomamos un poco hasta que dieron las cuatro de la mañana, me sentía cómoda a pesar de la incomodidad que me daban las miradas de Jean cuando lo encontraba mirándome de una manera triste.
Cuando todos se subieron a los cuartos de huéspedes para dormir, me quedé ordenando un poco con Sandra y Jean . Chris salió al garaje para sacar la basura mientras que Sandra y yo empezábamos a lavar los trastes sucios.
– Cuéntame de ti, Darian . No escuché que dijeras nada en toda la noche – me animó Yenny mientras se recargaba en la alacena.
– No hay nada de interesante en mí, de verdad.
– No creo que a mi hijo le gusten las chicas sin nada interesante, tienes que tener algo de interesante para que mi hijo te mire de la manera en que te mira – me sonrió. Sus palabras hicieron que me sonrojara.
– Bueno, no creo ser merecedora del amor de su hijo – admití amargamente.
– ¿Por qué lo dices? – preguntó curiosa.
– Hemos pasado por algunos baches y no creo que me perdone por el último. Fue mi culpa el último bache.
Sandra hizo una mueca. Escuchamos la puerta así que dejamos de hablar y solo me dirigió una mirada que claramente descifré con: "ningún bache es lo suficientemente poderoso para separarlos"
Cuando Jean entró a la cocina Yenny se acercó para darme un beso y susurrar un: "todo estará bien" en mi oído.
– Tengo que ir a dormir. Bailé mucho. Descansa linda – dijo mientras me guiñaba el ojo.
– Gracias señora.
– Sandra– me corrigió.
Sonreí ampliamente y observé como se despedía de Jean con un beso. Chris se acercó a mí y me ayudó acomodando los platos que ya estaban secos y limpios. Cuando terminamos de limpiar se formó un gran e incómodo silencio que rompió su voz desesperada.
– Basta, ¿a qué viniste? Es obvio que no llegaste aquí solo para decirme hola – di un salto cuando escuché su voz tan dura.
– Solo quería que charláramos.
– Bien, adelante.

Sex instructor || Jean y Darian|| hot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora