Capitulo 59

600 44 1
                                    



Se me estaban acabando los días con Jean , las horas que compartiría con él sin ningún rechazo. Al penúltimo día de nuestra estancia en el puerto decidimos quedarnos él y yo solos todo el día en la cabaña que nos habían donado sus amigos y sus hermanos. En la mañana él me cocinó unos panqueques con moras y unos huevos acompañados con un delicioso jugo de naranja. Cuando estaba metiéndome el último pedazo de panqueque a la boca noté que me miraba de una manera diferente.
- ¿Por qué me miras así? - lo aseché con la mirada.
- Te miro de la manera en que miraría a una obra de arte - murmuró. - Parece que te gustaron los panqueques - movió su cabeza dirigiéndose a mi plato vacío y sonrió abiertamente mientras se llevaba la taza de café a la boca.
- ¿Una obra de arte? - dudé. - Una obra de arte se mira con fascinación...
- Exactamente, mi adorada señorita Smith. La miro con fascinación y amor. No hay otra manera en la cual pueda mirarla - su voz sonaba melancólica, pero no presté atención a esos factores y solo sonreí delicadamente.
- Ayer tu madre me dijo que eras un excelente cantante. ¿Por qué no lo había dicho antes señor Velez? - ladeé la cabeza y me incliné sobre la mesa disminuyendo el espacio entre nosotros.
Estiré mi brazo para coger el plato vacío que se encontraba frente a él y llevarlo al lavatrastos.
- Me confundió con Carlos.
- No lo creo - lo desafié.
- Seguro que quiso decir Carlos. Yo nunca cantaría - sus labios hicieron un ruido tan gracioso que no pude aguantarme la risita que se avecinaba.
Apreté los labios en una mueca para después seguir escuchándolo.
- Tiene una memoria pésima, darían , créeme - me rodeó por la cintura y recargó su cabeza en la curva de mi cuello mientras me estiraba para alcanzar el detergente. -Seguro me confundió.
Jean se estiró detrás de mí y alcanzó el detergente sin dificultad. Lo puso frente a mi rostro para que lo tomara y lo roseara en el lavatrastos.
- Una madre jamás miente, Jean .
- Ella sí lo hace - acusó a Sandra . - ¿No me crees?
Hice un movimiento con mi mano para expresarle mi sarcasmo.
- No puedo creer que te haya dicho eso -masculló.
- ¿Qué tiene de malo que cantes?
- Nada, es solo que... quedó en el pasado. Es todo - bufó.
Me volví hacía él para mirarlo y encontrarlo satisfactoriamente tenso.
Lo miré esperando a que cediera. Con mis ojos lo invité a que cantara, pero tardó mucho para aceptar mi invitación y hacerlo. Al final lo hizo y su voz era hermosa, era como oír a un ángel cantar una canción de cuna y era tan reconfortante escucharlo que no quería que se detuviera jamás.
- ¿Por qué lo dejaste? - le pregunté cuando dejó de cantar.
- Es una historia muy larga - mencionó sin ganas.
- Tenemos más de 12 horas. Creo que el tiempo no es problema - le guiñé un ojo.
Echó la cabeza para atrás y soltó una risotada.
- Desde chiquillo había mostrado diferentes habilidades, pero una que se marcó desde siempre era eso; cantar y bailar. Lo tomé como algo que quería hacer profesionalmente al principio. Para un niño de 6 años parece ser una gran idea conquistar el mundo con tu música, pero mi papá abandonó a mi mamá y solo quedamos ella y yo. Me enojó mucho porque todo eso de cantar y bailar lo hacía porque quería hacerlo sentir orgulloso, pero al final no sirvió de nada. Total, seguí con mi afición hasta los quince, pero luego me gustaron el alcohol, las mujeres y los negocios, entonces me dediqué a las empresas, que me daba las tres cosas. Pero luego quise volver a ser cantante pero era muy difícil y preferí quedarme en donde estaba...
Lo miré unos minutos sonriéndole.
Christopher profirió un suspiro profundo y lento.
- Pero al final de todo te tengo a ti y a mi trabajo - musitó.
Me acerqué a él y puse mi mano en su nuca mientras pasaba su cabello entre mis dedos y me aferraba a la mirada de sus ojos miel. Me acerqué lo suficiente para después ponerme de puntillas y hacer que nuestros rostros se juntaran por medio de nuestras narices. Jean me rodeó por la espalda y depositó un beso delicado en mi mejilla. Después yo subí mis labios a su mentón para después juntarlos con los suyos.
Una de sus manos me tomó por el rostro y la otra se mantuvo en mi cintura. Sus labios se movieron exquisitamente sobre los míos, haciéndome desear su cuerpo como nunca, haciéndome delirar y quererlo desnudo justo en ese momento, pero tenía que pensar en el bebé.
La mano de jean que se situaba en mi cintura, bajó hasta mi trasero y empezó a sobarlo y pellizcarlo de esa manera que solo él sabía.
Me tomó solo unos segundos para descifrar la mente de jean: estaba caliente y quería follar.
- Hey - musité con dificultad sobre los labios de él. - Creo que no es buena idea hacerlo hoy.
- ¿Qué? - dijo prestándome atención mientras se separaba de mi rostro y me miraba con duda.
- Es que me ha llegado el período
- ¿El qué?
- Tú sabes... el período. Cada mes me pasa -jugueteé.
Sus ojos se abrieron un poco más de lo normal y asintió mientras me regalaba otro beso corto y delicioso, de esos que a todas nos deja con más qué pedir.
- Bueno, entonces tendremos que ir a rentar unas películas para pasar el rato, ¿no crees?
Me guiñó un ojo para después alejarme gentilmente y darle oportunidad de alcanzar las llaves de su auto. Cuando las tuvo en su mano me tomó de la cintura y me llevó hasta la salida. Titubeé en salir unos momentos pero luego cedí y bajé las escaleras junto a él.Jean manejó hasta el centro del puerto donde había muchas personas vendiendo artesanías y cosas por el estilo. Íbamos caminando cuando vi a una pareja como de la edad de jean caminando con un bebé hermoso. Sonreí al ver la escena. Jean estaba comprando algo así que estábamos detenidos en el puesto mientras él convencía al vendedor de darle una vasija a menor precio. Cuando vi, el bebé iba en dirección mía. Me puse en cuclillas para alcanzarlo y lo tomé de las manos para luego sonreírle.
- Hola, mi amor - lo saludé con una sonrisa en el rostro.
El niño tocó mi mejilla y me sonrió gentilmente mientras balbuceaba cosas que no pude descifrar. A un lado de mí había una canasta llena de flores que el niño señaló. Me asomé para verlas.
- ¿Quieres una flor? - le pregunté con ese tono que toda la gente hace cuando hablan con un bebé.
El niño asintió con la cabeza. Yo estiré mi brazo y alcancé una color morado. Se la di y él la tomó con una sonrisa enorme en el rostro.
- ¿Cómo te llamas, cariño? - le pregunté.
- Archie - alcanzó a decir.
- Hola, Archie. Yo me llamo darían . - le informé. El niño me ofreció la rosa. - ¿Es para mí? - asintió y se rió.
- ¡Archie! - gritaron detrás del niño.
Eran sus padres. Subí la mirada y cargué al niño en mis brazos para caminar hacia la pareja y entregarles al niño.
- Perdónanos. Es un niño muy travieso - dijo la madre, que era castaña de ojos oscuros y el padre la tenía abrazada por la cintura.
La chica extendió sus brazos recibiendo a su hijo y le sonreí.
- No te preocupes, así me voy acostumbrando - musité casi entre dientes.
- ¿Eres mamá? - preguntó el chico.
- No, pero pronto lo seré - sonreí y me llevé las manos al vientre. - Claro, pero el padre aún no lo sabe - les guiñé el ojo.
Ambos se rieron y besaron la mejilla de su hijo.
- ¿Cuántos años tiene?
- Va a cumplir 3 el mes que viene - anunció el padre.
Asentí.
- ¿Y vas a decirle? - me preguntó la chica.
Dudé un poco, pero al final negué con la cabeza.
- ¿Por qué? - dijo la chica aún más interesada.
- Es algo difícil de explicar.
La chica movió la cabeza dándome a entender que estaba de acuerdo conmigo.
- Pol, lleva al niño a ver juguetes. Iré con esta chica a dar una vuelta - anunció la chica mientras le entregaba a su esposo a Archie - Me llamo Renata. - extendió su mano y yo la tomé con seguridad mientras la balanceábamos en el aire.
- darían . - dije sonriente.
- ¿Crees que tu novio me dé permiso de llevarte a dar una vuelta? - me preguntó.
Miré a mis espaldas donde estaba jean pagando al fin por la artesanía que había comprado. Regresé mi mirada a Renata y le sonreí.
- Creo que no se molestará.

Sex instructor || Jean y Darian|| hot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora