Capitulo 63

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Me metí al baño para ponerme el bañador que Yenny había empacado para mí. Era uno de dos piezas, nada fuera de lo común. Mi ropa interior la metí en una bolsa de plástico y encima del bañador me puse el mismo short que llevaba puesto minutos antes y el cárdigan azul que me cubría todo el torso.
Salí del baño y ya se escuchaban los chapuzones al agua. Me acerqué a todos y me miraron extrañados.
- ¿No vas a meterte? - exclamó Jonathan dentro del agua.
Miré el agua nerviosa, no sabía si sería buena idea meterme al agua. Me estiré las mangas del cárdigan hasta las palmas de las manos y me cubrí la cara mientras negaba apenada.
- Vamos, está tibia.
Dudé un poco hasta que me senté en la orilla y metí mis pies al agua disfrutando la sensación de calidad en ellos. Cerré los ojos y me detuve a pensar en lo mucho que me gustaba esa sensación.
- Vamos, darían . No querrás que Jean tenga que aventarte a la fuerza. - dijo una voz detrás de mí.
Me volví para averiguar quién era. Samy Estaba cubierta por una playera holgada que le llegaba hasta los muslos. Se lo subió hasta la cabeza para dejar ver su cuerpo semidesnudo. Sentí un vuelco en el estómago. Era linda, mucho. Aventó el ropaje a un lado y se sumergió en el agua como si fuese algo que hiciera todo el tiempo para después salir a la superficie y acomodarse el cabello mojado hacia atrás.
Me levanté algo enojada y empecé quitándome el short. Tenía unas piernas muy lindas; rellenas pero moldeadas de la manera más linda que pudiese haber querido gracias a todo ese entrenamiento en gimnasia. Luego me quité el cárdigan con cuidado y me acomodé el sostén del bikini para impedir algún accidente.
Mi piel estaba ligeramente bronceada por la cantidad de tiempo que había pasado en el sol la semana anterior. Era un tono canela muy tenue, pero que se veía perfecto con todos mis atributos. Volví a sentarme en la orilla dándome cuenta que Jonathan y Alan me miraban asombrados. Ellos se habían dado cuenta de lo que su amigo había conseguido, todos lo sabían en ese momento. Me metí delicadamente al agua y aguanté lo más que pude dentro, pero mis pulmones gritaban por algo de oxígeno así que salí a la superficie y nadé hacia donde estaba Caitlin.
- Está deliciosa. - dijo mientras salía del agua.
- Perfecta. - agregué.
Nos quedamos un buen rato hablando y jugando dentro del agua hasta que Jean apareció de la nada detrás de mí dándome un susto increíble.
- ¡Demonios! - refunfuñé aventándole un poco de agua al rostro.
Él soltó una carcajada tan escandalosa que tuve que reírme también. Estábamos riéndonos, siendo felices nuevamente.
- ¿Quieres matarme acaso? - le reclamé.
Me acercó a él jalándome por la cintura. Puse mi mano en su pecho por reflejo y toqué sus labios con mi dedo pulgar.
- Es lo último que haría, créeme. - comentó con tono seductor.
Sonreí ligeramente y le besé la mejilla.
- No quiero que me beses en la mejilla, Evie
- Pero tus padres están viéndonos.
- ¿Hay problema con eso? Todos aquí saben que te amo como a nada en el mundo.
- Pero ellos no saben que amas a una niña de 18 años. - le recordé.
- Solo son seis años, darían .
- Los suficientes para que mi madre quiera acusarte de pedofilia. - dije algo seca.
- No puede acusarme de nada, eres mayor de edad y eres capaz de tomar tus propias decisiones. - arrugó el entrecejo. - ¿Por qué crees que me acusaría de eso?
- Si me rompes el corazón, eso es lo que haría. Y mi padre te metería preso en tres segundos. Recuerda que es abogado. - le dije. - No puedes arriesgarte tanto.
- Arriesgaría lo que fuera para estar siempre a tu lado, darían , créeme. Iría a buscarte hasta el fin del mundo y solo para besarte una larga y lenta vez, para no olvidar lo que se siente tener tu olor tan cerca, tu piel, tus ojos, todo de ti. No me importa si tu padre tiene que arrestarme después, sé que habrá valido la pena ese maldito minuto en el que pude besarte.
Sonreí gentilmente y me acerqué un poco más a su rostro, pero no lo necesario para besarlo.
- ¿Arriesgarías a perder tu dignidad y pasártela en una cárcel para toda la vida? -pregunté viendo directamente a sus ojos.
- Tengo mucho dinero, no lo olvides.
- Hm, tentador.
Entonces, se rompió el espacio que teníamos entre nosotros con un beso lento y suave, uno de esos besos que te erizan la piel y te hacen querer aún más. Mi mano viajó hasta su nuca aplastándolo sobre mis labios y acariciando la línea de cabello que estaba justo en la punta de su nuca. Las manos de jean viajaron por debajo del agua hasta alcanzar mi trasero y poder tomarlo entre éstas. Me detuve un segundo para tomar aire y después seguir besándolo ferozmente. Jean se separó un poco de mí y me miró directo a los ojos.
- Tus besos son tan deliciosos... - susurró lamiendo sus labios.
Sentí como el color subía hasta mis mejillas.
- Quiero mostrarte algo. - dijo mientras me tomaba de la mano por debajo del agua. -Vamos. - dijo mientras avanzaba con normalidad por el agua. El agua le llegaba a medio torso mientras que a mí casi me tapaba los senos.
- Recuerda que mi estatura es algo baja, ¿sí? - dije entre dientes.
Me miró y soltó una risita burlona para después tomarme de la mano y colgarme detrás de su espalda rodeándolo por la cadera y abrazándolo por el cuello. Besé su hombro y luego hice que girara un poco su cabeza hacía mí y así poder lamer su labio inferior y luego consumirlos en un beso devorador.
Jean me llevó hasta una especie de cueva llena de agua por dentro y un espacio donde el agua no alcanzaba a cubrir. Nos metimos y me enseñó muchas cosas que jamás me hubiera imaginado. Cuando exploramos un poco me sentí algo mareada así que le pedí que me subiera a una roca para que pudiera reponerme y sentarme un rato. Me subió delicadamente a una orilla de la cueva que era muy extensa y me recosté un momento. Jean se unió a mí abrazándome por el vientre y acariciando mi mejilla.
- He tenido varias ideas estúpidas últimamente. - dijo cortando el silencio que habíamos logrado establecer.
- ¿Sí? ¿Cómo cuáles? - le pregunté interesada.
- No, son muy estúpidas, darían
- Vamos, dime. - le pedí mientras me ponía de lado y lo veía de frente. Amaba verlo, amaba sentirlo cerca de mí.
- Estuve pensando en fugarnos y nunca regresar. - soltó mirándome. - Tú no tienes que estudiar, con los recursos económicos que tengo no es necesario que lo hagas, tendrías todo lo que quisieras. Podríamos ir a vivir a la playa por un año o dos hasta que cumplas la edad suficiente y podamos contraer matrimonio...
- Espera, ¿qué acabas de decir? - dije algo conmocionada.
- Te dije que era estupideces.
- No, no, es que... ¿dijiste contraer matrimonio? - le pregunté mientras me sentaba.
- Bueno, sí, eso hice.
- ¿Estás seguro de querer casarte conmigo? -pregunté insegura.
- ¿Por qué lo preguntas? - frunció los labios y me miró extrañado mientras tomaba la misma posición que yo.
- No lo sé, te vi con Samy y parecías feliz, encantado. No es nada fea y creo que te hace reír más que yo. - solté tragando saliva al final esperando no causar un problema con lo que acababa de decir.
- ¿Qué? ¡No! Darían , yo te amo a ti y a nadie más. Sí, Samy y yo tuvimos lo nuestro, pero nada cercano a lo que tuve contigo. Ella está clavada en que algún día sentiré lo mismo por ella, pero no puedo, te tengo a ti y eso es suficiente para mí.
- Pero es que...
Me interrumpió con un beso, con una caricia en las piernas y una mordida al final del beso. Correspondí pero esta vez me lancé sobre él y me puse encima de sus piernas a horcajadas aún erguidos. Su mano se posicionó en mi espalda baja sobándola y acariciándola con rigor. Mis manos fueron hasta su cuello rodeándolo con mis brazos y moviéndome al compás de mis impulsos. Jean supo lo que quería en ese momento y estaba dispuesto a darme lo que le pedía.
- ¿Estás segura? - preguntó aún sobre mis labios.
- Más que nunca.
Y entonces volvió a apresarme con sus labios, a lamer cada parte de mi cuello mientras me desnudaba lentamente sacándome de esas incómodas y estorbosas prendas que le impedían hacerme suya una vez más. Cuando estuve totalmente desnuda me puso sobre las rocas y se desnudó sin dificultad.
- Solo no hagas tanto ruido. Pueden escucharnos.
- Pensé que no te importaba...
- Es diferente. - me guiñó el ojo y entonces lo sentí dentro de mí.
Sus embestidas eran lentas y suaves al principio, pero después se volvieron un poco más rápidas y duras. Se movía con tanta facilidad dentro de mí que tenía miedo de jamás poder satisfacerlo por completo.
Jean sacó su polla de mi centro y la metió. Fuerte. Gemí tan fuerte que tuvo que taparme la boca para que no pudiera sacar el gemido que le seguía al anterior.
- Tranquila. Lo haré... más lento. - gimió apresándome con sus brazos.
Asentí y cerré mis ojos sintiendo su caliente longitud apoderarse de mi centro e invadir cada parte de mí.
Eché mi cabeza hacia atrás cuando sentí su embestida dura contra mi sexo. Me aferré a sus hombros y mordí mi labio para no producir ningún sonido que nos delatara. Jean puso su mano en mi espalda y jadeó fuertemente cuando volvió a penetrarme tan duro que casi gritaba.
Una de mis manos se separó de los hombros de Jean intentando aplastar algo entre ella para no gemir tan duro que mis cuerdas bocales estarían en peligro de explotar. No tuve más remedio que rasguñarlo y aplastar su piel en mi mano.
Jean hacía sonidos con su garganta mientras tomaba un ritmo regular en sus embestidas y me aplastaba contra su cuerpo moviéndonos al mismo ritmo. Mordí el hombro de Jean cuando empecé a sentir como la oleada de calor electrizante recorría todo mi cuerpo.
- Ah, vas a... me vengo, nena. - jadeó duro sobre mi cuello.
- Maldita sea... yo... yo también. - gemí duro.
Jean aceleró sus movimientos hasta que juntos soltamos un gemido impresionante y lo ahogamos con un beso caliente y fogoso.
- Te amo.
Me besó en los labios y luego me abrazó por el torso.
- Te amo.

Sex instructor || Jean y Darian|| hot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora