𝗟𝝠 𝗖𝝝𝗥𝝝𝗡𝝠 𝗗𝗘𝗟 𝗠𝝠𝗥 【𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐚】

|4| Señorita O'Leary

Las cosas, aunque fueron las mejores mejoraron, muchos semidioses incluso se negaban a dormir al principio cuando las pesadillas comenzaron, muchos decidieron hacer fiestas para no dormir, otros se centraban en leer, o hacer actividades para mantenerse despiertos.

Duro unos pocos días hasta que muchos se desmayaron por el cansancio y los hijos de Apolo hicieron un gran alboroto porque ninguno pensaba en su salud y solo estaban logrando que fuera más difícil para ellos hacer su trabajo, así que poco a poco todos aceptaron que iban a sufrir pesadillas, que era su castigo por abandonar a su familia.

Pero aun así los hijos de Apolo y otros dioses armaron un edificio psicológico para los semidioses que quisieran hablar o por lo menos evitar sufrir tanto mientras estuvieran despiertos.

Así se encontraba Percy, decidió asistir a las sesiones de psicología, eran buenas y habían ayudado en algo a Percy a no sucumbir en la locura.

Y ahí se encontraba Percy, estaba soñando, algo que se estaba convirtiendo en su peor temor, posiblemente no "se estaba" era su peor temor, todo estaba oscuro, algo extraño usualmente siempre era un mar de sangre con gritos o la risa maniática de Ares.

Había visto como Frank mataba a Hazel, como Annabeth asesinaba a Frank, como Clarissa desgarraba el cuello de Annabeth mientras Piper la asesinaba a ella, como Nico lloraba sobre el cuerpo mutilado de Will, como los dioses caían y como sus hijos le seguían, pero ahora, todo estaba negro, eso sólo la inquietaba más.

Porque con la sangre y los gritos sabia que esperar, pero la oscuridad y el silencio solo la inquietaba de maneras horribles porque le recordaba el tártaro, lo cual lleva a Annabeth, y así los pensamientos tienen una línea volviéndose casi imposible salir de ese huracán de pensamientos doloroso.

— Percy— Dice la voz, Percy se tensiono inmediatamente, en sus sueños siempre era como espectadora, lo cual lo hacia más doloroso, porque si por lo menos fueran escuchados podrían mostrarle a los que caían que no iban a morir solos, que había alguien ahí con ellos.

Mirando alrededor Percy parpadeo, frente a ella había un hombre hermoso, en cierta forma le recordaba a alguien, tenía barba y muchos músculos, su cabello largo tan negro cono sus ojos, era pálido, y parecía tan agotado, era un guerrero, su cara, aunque hermosa tenía una gran imperfección y era en forma de tres grandes cicatrices que atravesaban su rostro.

— ¿Nico? —Pregunto con cierto miedo, no quería tener esperanzas, no quería pensar que su pequeño primo estaba frente a ella, pero ahí estaba, amargas lagrimas comenzaron a salir de sus ojos, sentía como quemaban su rostro a medida que bajaban por sus mejillas.

— Hola Percy... — Percy sollozo mientras se lanzaba a los brazos de Nico, dioses, estaba ahí, podía sentir el calor que desprendía, podía sentirlo— Te ves... Joven— Dijo después de un tiempo haciendo que Percy riera en medio de su llanto.

Percy no sabia que sentir, estaba feliz, Nico, podía sentirlo, y era mucho más de lo que alguna vez iba a tener, y estaba agradecida con ellos, sabia que posiblemente no iba a ser un reencuentro feliz, pero, iba a escucharlo e iba a ayudar con lo que pidiera.

— Te extrañe— Susurra mientras se aleja lentamente de Nico el cual tenía una mueca que era una mezcla de felicidad y tristeza— Los extraño, lo siento mucho— los ojos de Nico la miraban con la misma intensidad que una vez la miro su padre.

— No es tú culpa, somos carne de cañón, todos sabemos eso y está bien, nosotros aceptamos eso, los que nos quedamos solo somos usados para poder derrotar a los gigantes, titanes o hacer algunas cosas que limitan a los dioses... Es mejor que estes ahí, aquí solo sería un suicidio y al menos uno de todos los grandes héroes debe vivir, mientras nos recuerden nunca estaremos realmente muertos— Percy baja la cabeza avergonzada.