Christian Pulisic

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Dejaba que el aire de Londres me pegara en mi cara y me pudiera relajar de aquella alocada fiesta, saqué un cigarrillo y empecé a fumar.

Oigo como la puerta se abre y de ahí se deja ver un chico bastante guapo y lindo, su rostro se notaba cansado y abrumado pues tenía unas gotas de sudor en su frente y sus ojos estaban un poco rojos.

-Oof! Que loca está la fiesta, no crees?- se recarga junto conmigo en el balcón.

-Mmm- me limito a responder y sigo con la vista a la bella ciudad que es Londres.

Siento como el chico clava su mirada en mi logrando que me ponga nerviosa -Se puede saber que hace una chica tan linda como tú aquí sola en el balcón fumando?- sin permiso toma mi cigarrillo para apagarlo y después aventarlo a lo lejos.

-Hey!- me quejo.

-No respondiste a mi pregunta- ahora yo lo miro y es un rostro el cual jamás olvidaré: ojos cafés penetrantes, comisura de labios perfecta, cejas perfectamente delineadas, cabello oscuro y barba sin afeitar de hace pocos días.

-Solo quería estar alejada de todo por unos segundos- confieso.

El chico toma mi mechón de cabello rebelde y lo acomoda atrás de mi oreja -Eres bella- confiesa.

Poco a poco la distancia se acortaba entre los dos hasta el punto de que nuestros labios se rozaban, mi miraba solo se concentraba en esos labios rosados que me daban tentación de besar, así que pongo el primer paso y tomo su rostro para poder besarlo como se debe y este me sigue el beso con pasión llevándonos al siguiente paso donde acabamos en la cama al siguiente día.

Aún estaba ahí conmigo, durmiendo profundamente, pero sabía cómo era esto, cosa de un día y ya, no te hagas ilusiones de que esto pueda ir más allá, o eso decía mi hermana. Así que me levanto, busco mi ropa y me voy de ahí, viendo por última vez a ese chico de rizos perfectos y nariz delgada y perfecta.

Los días pasaban y yo no me sentía del todo bien, tenía constantes mareos y vómitos, tenía miedo de lo que era más obvio cuando sentías aquellos síntomas, así que un día fui a comprar una prueba de embarazo, claro que con compañía de mi hermana mayor.

-Como vas, Marce?- pregunta mi hermana cerca de la puerta de baño de mi casa.

-Apenas y terminé- aviso.

Se oía a través de la puerta que pasaban un reportaje de un futbolista americano que estaba conquistando la Premier League, la verdad ni escuché lo que estaba diciendo pues estaba más atenta a esto que a chismes -Ahhh... Marcela, como dices que era el chico con el que te acostaste hace tiempo?- pregunta Adelina y yo di mi descripción gráfica de como era el chico al que jamás olvido. -Aha, quizá quieras ver esto- me salgo del baño confundida y lo veo... veo a ese chico que me hizo pasar una noche tan maravillosa.

-Es...e-él- tartamudeaba.

-Hermanita!!!! Te acostaste con un futbolista!!!!!!- me agita y yo aún sigo con la boca abierta mientras veía el artículo que el periodista estaba narrando.

Su nombre era Christian.

Christian Pulisic.

Le queda el nombre.

Jamás me imaginé hacerlo con un futbolista y menos así de famoso -Y qué dijo la prueba????- insiste mi hermana.

Miro la prueba -Adelina... estoy embarazada- me quedo sin aliento al ver esas dos rayas.

-AY DIOS MIOOOO!!! Vas a tener un hijo de un futbolista!!!!- al parecer a mi hermana le cayó mejor la noticia que a mi.

Y así pasó el tiempo en el que tuve que regresar a Mexico para alejarme de Inglaterra pues no quería que el mundo entero se diera cuenta de que iba a tener un hijo con uno de los futbolistas más cotizados del mundo. Mis padres al principio estaban tan enojados conmigo porque hice aquella estupidez pero se les pasó cuando mi hija nació, Emilia Valine Holguín.

Mi pequeña siempre fue tan dulce y tierna y cuando ya estaba un poco más grande decidí que era tiempo de que conociera quién era su papá. Así que disimuladamente le ponía los partidos del Chelsea para que pudiera ver a Christian y se enamoró de su juego, me encantó que haya sacado la pasión por el fútbol como su padre.

Un día, mi hija y yo decidimos ir a uno de los partidos del Mundial 2026 pues se disputaban en la Ciudad de México, y maldita sea que nos tocó USA contra Inglaterra. El volver a ver a Christian me traía tantos recuerdos que aquella noche, me puse nerviosa cuando se acercó hacia donde estábamos y se puso a celebrar su gol; el partido quedó empate y estábamos a punto de irnos sino fuera por Emilia que quería ir al baño.

Así que nos fuimos dentro del estadio y coincidimos con los vestidores de los futbolistas, yo solo rogaba que Pulisic no se le ocurriera venir. Fuimos lo más rápido pero en toda la prisa que tenía, solté a Emilia y me entra un ataque al corazón.

COMO EN EL MUNDO ME PERMITO PERDER A MI HIJA!??!!!!!!!

La busco como una loca hasta que siento como el alma se me va a los pies cuando veo a Emilia socializar con Christian. De inmediato me apresuro a llegar con ellos -Hey, perdón. Es solo que ella es una fan tuya- trato de agacharme hacia mi hija para que Christian le sea difícil verme.

-No hay... problema- Christian se oía algo desconcentrado. -Acaso eres...?- no recuerdo haberle dicho mi nombre.

-Mami! El sr. Pulisic fue amable conmigo!!! Hasta me dio su jersey!- exclamaba mi hija toda emocionada.

Ahora si llegó la hora de confrontarlo -Hey- saludo con un dejavú y Christian me ve como si viera un fantasma.

-Tu...- se queda sin palabras. -Tu eres esa chica de aquella noche en el balcón en Londres!- me sorprende que se acuerde.

Asiento -Mi nombre es Marcela- confieso.

-Marcela- se acerca a mi y me inunda en un tierno abrazo -Te he estado buscado desde aquella vez...

-De verdad?

-Por supuesto! Eres la chica que me trajo loco aquella vez- toma mi rostro con delicadeza.

-Mami, por qué el sr. Pulisic te agarra así?- cuestiona mi hija.

-Ella es tu hija?- pregunta con temor.

-De hecho... nuestra hija- ambos pensamos en aquella noche y Christian no lo duda y junta nuestros labios en un profundo beso.

~Aquí está tu pedido, cpulisic-ms

˜"*°•.𝗦𝗢𝗖𝗖𝗘𝗥 𝗜𝗠𝗔𝗚𝗜𝗡𝗘𝗦.•°*"˜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora