Capítulo 21 -Hija de la verdad-

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Una de mis lágrimas cae sobre el papel mojándolo de inmediato. Abrumada me dirijo a mi habitación con la carta en mano.

Mi madre fue en búsqueda del arcángel del que estaba enamorada y siempre lo prefirió a él por sobre mi padre. También borró todos los recuerdos y todo aquello que aprendí junto a ella, no sólo en mí, sino que en todos en el pueblo, incluida Sol.

¿Cómo pudo?

Nos dejó solos, y a mí, me privó de recuerdos que no sé cuándo volverán, o siquiera, si alguna vez realmente lo harán.

Grito fuerte y me dejo caer al suelo.

Estoy frustrada y completamente agotada de todo esto. Quién sabe cuántas cosas que hoy podrían servirme he olvidado por su culpa.

Releo la parte final en la que se menciona a alguien que, a ojos de mi madre, me quiere demasiado.

¿De quién podría tratarse si no es de mi padre?

De pronto, una oleada de viento pega contra mi cuerpo. No tengo el collar, pero sé perfectamente de quién se trata. La sensación en mi pecho jamás miente.

Elevo los ojos para encontrarme con Artsen, observándome desde la ventana. Su rostro está sangrando, al igual que algunas partes de su cuerpo. No está igual de malherido que en el infierno, pero aún así, luce muy dañado.

Me levanto lentamente y limpio con rapidez las lágrimas que aún caen de mis ojos. Puedo sentir cómo mis labios, al igual que todo mi rostro, se encuentran hinchados debido al llanto.

Observo sus ojos con tranquilidad. Realmente extrañaba demasiado el celeste que los adorna. Tenerlo aquí, de alguna manera, me trae absoluta paz.

Artsen me observa de arriba hacia abajo, como si estuviese revisando que todo se encuentre en orden, manteniendo su expresión fría y distante.

Sus ojos vuelven a los míos.

—¿Cómo pudiste?— su grave y ronca voz resuena en cada pared de mi habitación.

Su tono denota total desaprobación. Lo observo y tardo en contestar, pues luego de todo lo que hice, no sé bien a qué se refiere.

—Yo... — balbuceo dubitativa.

—¡Tú tenías que estar a salvo!— espeta algo enojado— ¿Cómo se te ocurre ir al infierno?, No sólo fuiste completamente negligente, sino que también te quitaste el collar eliminando toda posibilidad de sentir que necesitabas ayuda.

Sus manos se mueven de manera frenética hasta terminar detrás de su cabeza, como quién está muy estresado.

—Tú...— continúa, ahora bajando las manos y mirándome directo a los ojos—. Podrías haber muerto.

Artsen tensa su mandíbula y sus ojos se vuelven algo brillosos. Luego, respira profundamente y mira hacia otro lado.

—Creí que confiarías en mí— susurra con dificultad.

LA ELEGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora