Capítulo 26 -La caída del muro-

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—Aún no puedo creer lo de los Hellhounds aquí en la tierra— pronuncia Evan, quien me ofrece una taza de café

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—Aún no puedo creer lo de los Hellhounds aquí en la tierra— pronuncia Evan, quien me ofrece una taza de café. 

—Gracias— digo, antes de tomar un pequeño sorbo—. Yo tampoco podía creerlo. Sabía que tanto las criaturas del infierno como las del cielo podían materializarse en la tierra, pero... ¿de esa manera? 

—Creo que ya no importa. Hasta los mismísimos ángeles se presentaron aquí y hablaron con nosotros ¿Sabes el shock que fue a nivel mundial? No sé cuánto te has enterado estando aquí, pero afuera, el mundo  jamás ha estado más descontrolado.

—Me da escalofríos siquiera pensarlo— comento, sintiendo como mi piel se estremece.

—¡Concéntrate!— exclama una poco paciente Melissa.

—¡¿Qué no ves?! ¡Esta es mi cara de concentración!— contesta Axel, haciendo una mueca tonta.

Melissa bufa ante su actitud:— Si no lo tomas enserio, jamás lograrás nada.

—Es que estoy cansado— protesta—. Hemos estado intentando esto por días y aún no he podido levantar la pluma— completa, señalando a una pequeña pluma blanca sobre la mesa.

—Desarrollar las habilidades lleva tiempo, no es cuestión de días. Tendrás que ser paciente y hacerme caso si quieres ver resultados.

—Creo que no me queda más que confiar en mi encantadora profesora— dice Axel, guiñándole un ojo.

Melissa se muerde los labios y niega con la cabeza en un gesto de desaprobación, aunque por dentro, sé que quiere soltar una risa.

—Esos dos sí que son peligrosos juntos— señala Evan entre risas.

—Ella es muy buena en lo que hace, Axel lo logrará pronto... Si es que no lo mata antes— concluyo también riendo.

—Aún no me has contado cómo ha sido convivir con ella.

—Bueno...— libero un gran suspiro—. No es el tipo de compañera que te hornearía un pastel para tu cumpleaños...

—Ya veo— Evan enarca una de sus cejas.

—Al comienzo su trato era bastante hostil, pero con el pasar de las semanas creo que dejé de parecerle una molestia. Es en verdad una chica muy interesante, sólo que ha pasado por mucho. 

—También es muy poderosa— agrega, observándola.

—Así es. Es descendiente de Uriel.

—¡¿Cómo?!— sus ojos se posan inmediatamente sobre los míos.

—¡Shh!— pronuncio, colocando mi mano sobre su boca.

Una vez que se calma, retiro la mano.

—No puedo creerlo. No sabía que Uriel había tenido ese tipo de contacto con los humanos. Veo que el cielo tiene algunos secretos bien guardados.

LA ELEGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora