Capítulo 25 -Tormenta-

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—Creo que es hora de ver qué es lo que puedes hacer— dice Melissa, apareciéndose en el patio trasero.

—¿Qué quieres que haga?

Hemos estado teniendo encuentros las últimas tres semanas. Me ha enseñado a canalizar mi poder y a intentar controlarlo. La relación entre ambas sigue siendo tensa, aunque con el pasar de los días, he aprendido a apreciar su extraña compañía.

—Te haría lanzar algo en el aire, o destruir lo que sea, pero las dos sabemos que eres capaz de mucho más— una sonrisa pícara se cuela en su rostro—. Has que llueva.

—¿Qué?— pregunto confundida.

—Oh, vamos. Sólo canaliza la energía del ambiente— contesta, restándole importancia.

—Como si fuera tan fácil— digo luego de liberar un gran suspiro.

—¿No fue en el infierno donde por poco haces que el cielo se desmorone por completo? Esto debe resultarte de lo más sencillo.

Mis ojos se posan inmediatamente sobre los suyos.

¿Cómo sabe lo que sucedió en el infierno?

—No me mires así. Arts me lo contó.

—Ah.

Desvío mi mirada de la suya para enfocarla en el cielo. No existe posibilidad de que Artsen le haya contado después de nuestra travesía en el infierno, pues luego de eso, él se ocupó de Sol y luego regresó a mi hogar antes de que llegaran los demonios y los Hellhound. Si Melissa sabe de lo sucedido en el averno, significa que Artsen ha estado aquí en algún momento de estas últimas semanas. 

Aunque no lo haya visto, algunas veces, por la noche, he sentido una sensación parecida a la que me proporcionaba el collar, pero la he desestimado, pues ¿Cómo podría sentir a Artsen sin el collar?

Si realmente ha estado aquí, entonces... ¿En qué momento ha venido? ¿Por qué ha decidido no verme o hablar conmigo?

Un dolor punzante invade mi pecho, y algo de rabia comienza a apoderarse de mí. El viento comienza a hacerse más violento, levantando todas las hojas del suelo en el aire. Me entristece que no se haya molestado siquiera en fijarse cómo estoy, en preguntarme, en preocuparse por mí.

El cielo se vuelve cada vez más oscuro y las nubes que al comienzo eran blancas, ahora cargan un denso color gris. Un cúmulo de energía empieza a ser concentrado dentro de mí. Intento no pensar en lo mucho que me duele el saber que ya no tengo a mi padre conmigo, ni a mis amigos, y que la única persona familiar que me queda, esquiva mi presencia.

—Controla lo que haces— pronuncia Melissa, algo preocupada.

Su voz pasa desapercibida por mis oídos. El viento ahora se vuelve tan descontrolado como el que augura a un peligroso huracán. Mi cabello se desata debido a la cantidad de aire que impacta contra mí, pero yo no me inmuto en lo absoluto. Mi muñeca empieza a quemar debido a la cantidad de energía acumulada que ruega por fluir a través de mí. Sin dudarlo, le doy paso directo sintiéndome más viva que nunca. Elevo una de mis manos en el aire, y tan rápido como lo hago, un estrepitoso rayo cae a unos cuantos metros del lugar. 

LA ELEGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora