Capítulo 16 -Puerta al infierno-

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Mi madre luce un hermoso vestido blanco, y alguien la sostiene entre sus brazos para evitar que caiga

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Mi madre luce un hermoso vestido blanco, y alguien la sostiene entre sus brazos para evitar que caiga. Veo sus ojos, están oscuros y despojados de toda esperanza. Está perdida, y sólo parece volver en sí, cada vez que escucha la voz del que la sostiene. No puedo ver de quién se trata, pues sólo aparecen extraños fragmentos frente a mis ojos.

Esta vez, no me encuentro allí junto a ella.

Poco a poco puedo comenzar a integrar los fragmentos y formo una imagen más clara de quien sostiene a mi madre. No se trata de aquella figura de tenebrosa voz y tampoco siento que se encuentre cerca, pero aún así, no puedo ver su rostro.

El pecho de mi madre comienza a dibujar extrañas figuras oscuras y sus ojos empiezan a perderse en sus párpados. Una vez más, con gran esfuerzo, vuelve a mirar a quien la sostiene para pronunciar con dolor, un triste y doloroso "Te amo".

Un par de hermosas y brillantes alas se extienden, y una daga negra, como la más oscura de las noches, es empuñada por la persona que aún sostiene a mi madre.

Ella se sorprende al ver la daga, más no hay tiempo de reacción, pues al instante es clavada en su estómago al mismo tiempo que es envuelta, en esas mismas alas brillantes.

—¡Mamá!— exclamo levantándome de mi cama.

Un pesado sudor frío recorre mi frente y siento el pecho completamente oprimido. Sujeto con fuerza las sábanas de mi cama mientras ingreso con dificultad, amplias bocanadas de aire a mis pulmones. Levanto la vista con la intención de observar por la ventana para relajar un poco a mi aturdido corazón, pero antes de poder siquiera llegar a ella, distingo una figura sentada en el borde de mi cama. Un grito ahogado sale de mi garganta y me inclino con fuerza hacia atrás antes de poder identificar a la persona.

Artsen me observa con el hermoso celeste de sus ojos desde la esquina de mi cama. Su mandíbula está tensionada y tiene su mano elevada con timidez como queriendo llegar a mí, pero la guarda rápidamente, arrepintiéndose. En cambio, cierra sus ojos y lentamente libera un gran suspiro de calma.

Lo observo confundida y aún agitada, pero entonces, casi al instante, comienzo a sentir el hormigueo que siempre le devuelve la paz a mi alma. 

Cierro los ojos para permitirme sentir aquella dulce sensación, que abraza con ternura a todos mis miedos, disipándolos en el olvido.

—Todo está bien, Elle— la ronca voz de Artsen resuena en el silencio de mi habitación.

Una sensación extraña invade mi estómago al oír su voz después de tanto.

—¿Qué haces aquí?— pregunto abriendo los ojos.

—Sentí que algo no andaba bien. Sólo quise asegurarme— contesta con tranquilidad.

La poca luz de la noche que ingresa por la ventana, me permite ver el blanco de su piel, y las oscuras ojeras que adornan con ternura la parte baja de sus ojos. Sus labios, rojos como siempre, se notan algo resecos y tiene su negro cabello perfectamente alborotado.

LA ELEGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora