Capítulo 20

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—¡¿QUÉ USTEDES QUÉ?! —gritó Tibby.

Había decidido no llamarla inmediatamente después de que Joe se fue de mi casa, y por el contrario había fingido que nada había pasado durante casi cuatro horas. Al final de cuentas, era el acuerdo al que habíamos llegado. Pero guardar ese secreto de Tibby se volvió insoportable.

—¿Quisieras gritar más fuerte? Creo que mis padres no te escucharon hasta Irlanda.

—Lo siento. Pero ¿qué carajos, Elizabeth? ¿Cómo es que esto pasó?

—Todo es tu culpa, Tabitha.

Ella frunció el entrecejo.

—¿Mi culpa? ¿Y por qué carajos esto es mi culpa? —aquello sonó más gracioso de lo normal debido a que su acento se escuchó más marcado que de costumbre.

—Debiste haber ido conmigo al bar anoche.

—Pues lo siento, lo último que pasó por mi mente fue que cogerías con Joe después.

—¿Quieres decirlo más fuerte? Creo que mis padres no te escucharon hasta Irlanda.

—Ese chiste ya no funciona.

—Claro que sí.

—No, no es así. Y deja de cambiarme el tema, que quiero saber todos los detalles.

—¿Te refieres a detalles del acto o...?

—¡Por supuesto! —dijo en tono sarcástico— Quiero detalles como la primera vez que me dijiste que tuvieron relaciones. Dime, ¿volviste a sentir como si hubieras pisado un lego?

Solté una carcajada.

Cuando era una adolescente que recién había tenido su primera experiencia sexual con su primer y único novio, la verdad es que era una inexperta en el tema. Me había informado un poco, como de los métodos anticonceptivos y había investigado un poco sobre cuáles eran los mejores días para tener relaciones, disminuyendo las probabilidades de un embarazo adolescente.

Pero no sabía cómo describir la sensación que me había causado el tener un pene dentro de mi vagina por primera vez. La verdad es que lo único más cercano que cruzaba por mi mente era el dolor que se siente al pisar un lego estando descalza. Una descripción demasiado tonta, pero así fue como lo sentí.

Creo que no es necesario decir que mi primera vez no fue igual de placentera para mí.

Pero ya no quedaba ni rastro de aquella sensación, y aquello había dado paso a una de las mejores noches de mi vida. Joe sí que había aprendido a moverse, y yo tampoco me había quedado atrás.

—¡Wow!

—Lo sé.

—¿Quién diría que pasarías de sentir como que pisas un lego a... bueno, esto?

—¡Lo sé!

—No puedo volver a ver a Joe de la misma forma.

—No seas ridícula—reí y Tibby se unió a ello.

Di un sorbo más a mi café, Tibby imitó mi acción y se quedó pensativa, incluso más que yo. Sabía lo que estaba pensando, pero me causaba intriga saber lo que pensaba ella de todo esto, aunque creía tener una idea de ello.

—¿Cómo estás con todo esto? O sea, con Joe. ¿No sientes... raro?

Asentí.

Las últimas horas había estado sintiendo que mi corazón se encogía, pues aquella sería la última vez que estaría con Joe, yo estaba consciente de ello. Joe se había marchado sin protestar a mi petición de fingir que nada había pasado, y su comentario del final, en el que me preguntó si estaba segura de que lo de la noche anterior no se repetiría, me hizo darme cuenta de que él había seguido adelante, y que aquello sólo había sido un desliz que no le molestaría repetir.

De Vuelta A Ti (Joe Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora