Capítulo 24

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Nick, Tibby y yo nos hicimos paso al interior de la casa de la familia Jonas. Cada una tomaba a Nick por un brazo y lo ayudábamos a caminar, aunque las piernas no le fallaran en lo absoluto. Pero todos teníamos miedo a que se cayera, se lastimara y tuviera que volver al hospital.

De hecho, Nick había insistido todo el camino de regreso del hospital en que no quería ser tratado de una manera especial, pero para todos era inevitable. Dentro de la sala, su madre ya había preparado el sofá en el que Nick descansaría, y había sacado del sótano una mesita plegable para que siempre la tuviera a un lado mientras veía televisión.

—No pienso quedarme en este sofá toda la vida, madre. —declaró en cuanto su madre comenzó a esponjar las almohadas que había colocado en su espalda.

—Sólo quiero que estés cómodo, cariño. —dijo su madre.

Pero yo dudaba seriamente que no fuese a acostumbrarse a estos tratos, después de todo, ¿a quién no le gusta que estén al pendiente de uno?

La señora Jonas se movió a la cocina, donde comenzó a preparar unos bocadillos, según nos había informado antes de irse. Así que Tibby y yo nos quedamos con Nick, quien no encontraba una posición cómoda en el que sería su sitio las próximas semanas, en lo que duraba su recuperación.

—¿Quieres que te ayude? —le preguntó Tibby, lista para brincar y ayudarlo en cuanto recibiera la señal.

—Estoy bien. —aseguró Nick, pero se veía que estaba en problemas.

Tibby luchó un poco antes de que Nick finalmente le dejara ayudarle, y cuando comenzaron a coquetear lo tomé como la señal para levantarme y ayudarle a la señora Jonas en la cocina.

Si pudiera describir mi cocina ideal, sin duda describiría la cocina de la señora Jonas, con las alacenas color verde menta, los pisos blancos siempre impecables y las pequeñas decoraciones rústicas por todas partes. Sin contar las hermosas cortinas que ella misma había hecho, que cubrían la ventana que da a su precioso patio lleno de hermosas plantas.

Denise Jonas tiene una buena vista por las mañanas mientras bebe su café.

—¿Necesita ayuda, señora Jonas? —pregunté al llegar.

La mujer se volteó a verme y me dedicó una dulce sonrisa.

—Claro, cariño. ¿Por qué no me ayudas partiendo unas rodajas de tomate? —señaló la fruta junto a ella y después me indicó el lugar en el que se encontraban los cuchillos.

Me acerqué a la barra de la cocina, tomé una tabla para cortar de la tercera puerta de los gabinetes y comencé a cortar el tomate en rodajas, como me había indicado la señora Jonas.

—¿A qué hora sale tu vuelo mañana, cariño? —preguntó mientras comenzaba a quitarle las orillas a otra rebanada de pan integral.

—Al mediodía.

—¿Y ya tienes todo listo? ¿Empacaste tus cosas?

Negué con la cabeza.

—Lo haré esta noche.

—Asegúrate de no olvidar nada, no vienes muy seguido por aquí. Sería una pena que olvidaras algo.

—Gracias, señora Jonas. Lo haré. —sonreí sin gracia.

La señora Jonas me devolvió la sonrisa y continuó con su tarea de cortar las orillas a las rebanadas de pan, preparar sándwiches y después cortarlos en triángulos. Yo por mi parte había cortado el suficiente tomate, y me aseguré de pedirle a la señora Jonas que apartara un sándwich sin tomate.

De Vuelta A Ti (Joe Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora