Definitivamente no estaba teniendo buena suerte a la hora de dormir por esos días, y no era solamente por el colchón y sus resortes sueltos. Las cosas con Joe eran una montaña rusa y comenzaba a resultar bastante tedioso, incluso más que cuando no dejaba de encontrármelo por todas partes, todo el tiempo.
La noche de nuestra discusión apenas si pude pegar el ojo, y logré hacerlo únicamente cuando mandé todo al carajo y me convencí de que no me importaba. Pero cuando a la mañana siguiente me desperté a las seis sin necesidad de alarma, y no pude volver a conciliar el sueño por un par de horas más, me di cuenta de que eso ya no serviría.
Tenía dos opciones:
Número 1: Podía simplemente seguir ignorando esa sensación agridulce que me dejó nuestra discusión la noche anterior. Al final de cuentas, lo que debía hacer era mantenerme alejada de él, y qué mejor forma que esa.
O número 2: Podía disculparme y arreglar las cosas, a pesar de que fuese lo opuesto a lo que debería de hacer.
El billete de veinte sobre la encimera de la cocina fue señal suficiente para tomar las llaves de la casa y salir con rumbo a su cabaña. Al menos, tenía una excusa para aparecerme en su puerta a las nueve de la mañana.
Mientras caminaba por el patio trasero de mis padres, y me adentraba en el bosque, no pude evitar sentirme incómoda con la sensación agridulce que producía en mi pecho el saber que Joe estaba molesto conmigo.
¿Por qué ahora me importaba tanto que Joe estuviera molesto conmigo?
Porque valía la pena mantener esa amistad, ¿no? Al menos, ese fue el pensamiento que me consoló gran parte del camino. Todo esto era sólo por la amistad, no había nada de qué preocuparse. Sólo quería salvar nuestra amistad, porque eso era todo lo que quedaba entre nosotros: una linda y nada incómoda amistad.
¿Por qué repetía tanto la palabra ''amistad''? ¿Y por qué cada vez era más difícil procesarla?
No, todo estaba bien, no había problema alguno, no me incomodaba en lo absoluto que todo lo que podía quedar entre nosotros fuera una amistad. Esto no se trataba de un intento por mantenerlo a mi alrededor mientras estaba de visita. ¿Por qué iba a serlo? No tenía sentido, porque yo regresaría a mi apartamento en San Francisco para el final de la siguiente semana y seguiría con mi vida como si nada hubiera pasado. Simplemente no quería dejar las cosas igual o peor que antes, ¿cierto?
—Oh, cielos...—murmuré en cuanto su cabaña entró en mi campo de visión.
Mi corazón se aceleraba con cada paso que daba, mis piernas no dejaban de temblar y las manos me comenzaron a sudar.
¿Qué le diría? No había pensado en eso, había salido nuevamente bajo un impulso, como aquella vez en la que me enteré de su divorcio. Tenía la excusa de los veinte dólares de la pizza que no le di la noche anterior, pero fuera de eso, no sabía cómo empezar mi disculpa.
Esto había sido una muy mala idea, y debía retroceder, debía regresar a casa y olvidarme del asunto. Aquella discusión me había caído como anillo al dedo, y debía aprovechar que ya no tendría que preocuparme por él el resto del verano, ¿cierto?
Entonces, ¿por qué nunca retrocedí? Mi cerebro mandaba la indicación a mis piernas para que comenzaran a dar marcha atrás, pero éstas hicieron caso omiso y continuaron su camino hacia la entrada principal de la cabaña de Joe.
Conforme fui acercándome más, obtuve una visión más clara de la propiedad. El lugar lucía un poco mejor y más limpio a la última vez en la que había estado ahí, días atrás. Joe se había encargado de quitar un montón de malas hierbas y había adornado el porche con un montón de plantas que seguramente consiguió con sus padres.
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De Vuelta A Ti (Joe Jonas)
Hayran KurguSe suponía que Beth sólo pasaría el verano cuidando la casa de sus padres, pero cuando una tubería se rompe, se ve forzada a llamar a la única persona que sabía que podía ayudarla: su ex. A pesar de estar de vuelta, Beth espera mantenerse alejada l...