Capítulo 23

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Recuerdo haber pasado casi un mes completo visitando ese hospital, cuando mi abuelo enfermó y pasaba sus días en una camilla, siempre siendo amable con las enfermeras y agradeciendo que la abuela no viviera para verlo en esa situación. También recuerdo lo deprimida que me sentía cada vez que pisaba el lugar. El olor a hospital no es mi favorito, y posiblemente nunca lo sea. Aunque los pisos siempre están impecables, eso debía ser un punto a favor.

Pero recorrer los pasillos, ahora en busca de la habitación de Nick, no quitaba esa sensación de depresión y ansiedad que tanto me causaba antes. De hecho, saber que Nick se encontraba ahí por culpa del idiota de Jason agregaba el enojo y la ira al repertorio de emociones negativas que causaban los hospitales en mí.

Nick se encontraba en su cama, con una mesa sobre él en la cual se encontraba una charola con comida que tenía pinta de ser terrible, pero que no le quedaba de otra más que consumir.

Toc-toc.

Me sonrió y lo tomé como invitación suficiente para entrar.

—Hola, Beth.

—Hola, tigre. ¿Cómo estás? —comencé a entrar sigilosamente a la habitación.

Nick me lanzó una mirada sarcástica.

—He estado mejor. —respondió.

—Eso es seguro. ¿Qué tal esa sopa? —señalé el enorme plato blanco lleno hasta la mitad con sopa de pollo.

Nick hizo una mueca.

—Espantosa, pero afortunadamente la mayor parte de ella termina en mi bata. Y, por favor, no te ofrezcas a limpiarme, es vergonzoso.

Fue como si leyera mi mente, porque en verdad estaba a punto de acercarme, tomar la servilleta de tela sobre su mesita y limpiarle las comisuras de su boca y el cuello. Pero dijo eso y detuve mi andar en seco.

—De acuerdo, nada de ayuda. —dije— Pero si cambias de opinión...

—Ni pensarlo. —se apresuró a decir.

—De acuerdo. —sonreí, rendida.

Comencé a caminar de nuevo hacia la silla que se encontraba junto a su cama. Sobre el respaldo descansaba una manta que estaba segura de que había sido utilizada por la señora Jonas, por Tibby, o incluso ambas durante la noche.

—¿A qué hora te fuiste anoche? —preguntó después de volver a fallar en su misión de llevarse una cucharada completa de sopa a la boca.

—Después de verte, parecías estar en buenas manos. —este comentario hizo que las mejillas de Nick se volvieran rojas.

—¿Dónde está mi derecho a la privacidad?

Solté una carcajada.

—Lo siento, amigo, pero tú confesándole tus sentimientos a Tibby era algo que tenía que ver. —le di un pequeño golpe en el hombro sano — Y, hablando de ella, ¿dónde está? Le traje algo de ropa.

—En la cafetería, con mi mamá. —respondió— Tuve que pedirles que se fueran, no soporto que me traten como un bebé y que todo el tiempo estén preguntando si necesito algo. —puso los ojos en blanco.

—Todos nos preocupamos por ti.

—Y lo agradezco, pero no necesito nada de nadie, excepto de Sharon.

—¿Sharon?

Nick asintió, tomándole un trago a su vaso con jugo.

—Mi enfermera, ella aparece como un ángel cada vez que hago esto. —dejó su vaso sobre la mesa y con mucho cuidado comenzó a buscar lo que parecía un control con un cable que conectaba a quien-sabe-qué-cosa, y tenía dos botones verdes y uno rojo.

De Vuelta A Ti (Joe Jonas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora