5 de diciembre

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-Llegó.-le dije a Madeline mientras movía mi teléfono.

-¿La lista?-se levantó de su lugar y caminó hacia mi.

-Si.-la leí.-Creo que ya tengo mi historia favorita, pero quiero saber tu opinión.

-Pero no he leído ninguna, es mi segundo día.

-Tranquila.-reí.-Tenemos tiempo para escoger una. Me gustaría que descargaras la aplicación y las leas. Puedes comenzar ahora, es hora de comer.

-Intentaré terminarlas lo más pronto posible.

-Tómate tu tiempo, quiero que lo disfrutes. No lo veas como trabajo, velo como un descanso, como algo que disfrutas hacer.

-Disfruto mucho este trabajo.-sonrió.

-Entonces ahí está. Cuando te enganches se te irá volando el tiempo.

-Está bien, lo haré. ¿Quieres que te acompañe a comer?

-No gracias, pienso ordenar algo aquí. Ve tú, la cafetería que está al otro lado de la calle es fantástica. Te recomiendo la hamburguesa especial, es una maravilla.

-Creo que te haré caso.-caminó a la puerta de mi oficina, la seguí.-¿Te traigo algo?

-Gracias, así estoy bien.

-Entonces nos vemos en un rato.-tomó su abrigo y se dirigió al ascensor.

-Adiós.-me despedí con la mano.

A mis espaldas comenzó a sonar mi teléfono, que estaba en mi escritorio, al tomarlo vi el número, no lo conocía. Dudé un momento, pero acepté la llamada.

-¿Hola?

-Señorita Isabel.-conocía ese acento.

-Robert.-sonreí.

-Por un momento creí que no responderías.

-Yo tampoco.-reí.-¿Cómo conseguiste mi número?

-Tengo mis contactos.

-¿A caso me tengo que preocupar de ti, Robert? Eso suena sospechoso.

-Te aseguro que soy inofensivo, al menos que no quieras que lo sea.-juraría que estaba arqueando una ceja en ese momento.-Pero no te llamo por eso, me preguntaba si querías ir a comer conmigo, hoy.-mi respiración se detuvo.

-¿Ahora?

-¿Estás disponible?-dudé un momento.

-Por supuesto, ¿a dónde quieres ir?

-Un amigo tiene un restaurante en el centro, ¿te importaría ir?

-Me encantaría.-podía oír el como sonreía.

-Entonces espero a que bajes.

-¿Qué?

-Estoy en la puerta de tu trabajo.

-Te veo en un momento.-dije casi en un susurro.

Colgué la llamada y me llevé una mano al pecho. Estaba aquí, ahora, abajo. Me tomé un mi tiempo para tomar mis cosas, dar un vistazo a mi atuendo y dirigirme al elevador. Con el reflejo de la puerta me acomodaba el cabello, intentado hacer que pareciera presentable. Tenía muchos sentimientos encontrados y hacían una fiesta en mi estómago. Las puertas se abrieron y caminé a la salida, y ahí estaba, al otro lado de la calle, esperándome. Mis piernas temblaron, no podía creer la imagen que tenía ante mi; él estaba apoyado en un pequeño auto color plata, llevaba puesto un abrigo y traje negro. Su cabello estaba muy bien arreglado y sus ojos se veían particularmente más brillantes.

31 Days of DecemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora