-Llegó.-le dije a Madeline mientras movía mi teléfono.
-¿La lista?-se levantó de su lugar y caminó hacia mi.
-Si.-la leí.-Creo que ya tengo mi historia favorita, pero quiero saber tu opinión.
-Pero no he leído ninguna, es mi segundo día.
-Tranquila.-reí.-Tenemos tiempo para escoger una. Me gustaría que descargaras la aplicación y las leas. Puedes comenzar ahora, es hora de comer.
-Intentaré terminarlas lo más pronto posible.
-Tómate tu tiempo, quiero que lo disfrutes. No lo veas como trabajo, velo como un descanso, como algo que disfrutas hacer.
-Disfruto mucho este trabajo.-sonrió.
-Entonces ahí está. Cuando te enganches se te irá volando el tiempo.
-Está bien, lo haré. ¿Quieres que te acompañe a comer?
-No gracias, pienso ordenar algo aquí. Ve tú, la cafetería que está al otro lado de la calle es fantástica. Te recomiendo la hamburguesa especial, es una maravilla.
-Creo que te haré caso.-caminó a la puerta de mi oficina, la seguí.-¿Te traigo algo?
-Gracias, así estoy bien.
-Entonces nos vemos en un rato.-tomó su abrigo y se dirigió al ascensor.
-Adiós.-me despedí con la mano.
A mis espaldas comenzó a sonar mi teléfono, que estaba en mi escritorio, al tomarlo vi el número, no lo conocía. Dudé un momento, pero acepté la llamada.
-¿Hola?
-Señorita Isabel.-conocía ese acento.
-Robert.-sonreí.
-Por un momento creí que no responderías.
-Yo tampoco.-reí.-¿Cómo conseguiste mi número?
-Tengo mis contactos.
-¿A caso me tengo que preocupar de ti, Robert? Eso suena sospechoso.
-Te aseguro que soy inofensivo, al menos que no quieras que lo sea.-juraría que estaba arqueando una ceja en ese momento.-Pero no te llamo por eso, me preguntaba si querías ir a comer conmigo, hoy.-mi respiración se detuvo.
-¿Ahora?
-¿Estás disponible?-dudé un momento.
-Por supuesto, ¿a dónde quieres ir?
-Un amigo tiene un restaurante en el centro, ¿te importaría ir?
-Me encantaría.-podía oír el como sonreía.
-Entonces espero a que bajes.
-¿Qué?
-Estoy en la puerta de tu trabajo.
-Te veo en un momento.-dije casi en un susurro.
Colgué la llamada y me llevé una mano al pecho. Estaba aquí, ahora, abajo. Me tomé un mi tiempo para tomar mis cosas, dar un vistazo a mi atuendo y dirigirme al elevador. Con el reflejo de la puerta me acomodaba el cabello, intentado hacer que pareciera presentable. Tenía muchos sentimientos encontrados y hacían una fiesta en mi estómago. Las puertas se abrieron y caminé a la salida, y ahí estaba, al otro lado de la calle, esperándome. Mis piernas temblaron, no podía creer la imagen que tenía ante mi; él estaba apoyado en un pequeño auto color plata, llevaba puesto un abrigo y traje negro. Su cabello estaba muy bien arreglado y sus ojos se veían particularmente más brillantes.
ESTÁS LEYENDO
31 Days of December
RomanceIsabel es la viva imagen de la navidad; usando ugly sweaters, bebiendo un latte de calabaza y con una sonrisa en la cara todos los días. Después del trabajo siempre veía las películas navideñas de Netflix mientras planeaba los regalos de navidad par...