11 de diciembre

83 8 1
                                    

En cuanto el reloj marcó las 5 de la tarde, tomé mis cosas, me despedí de Madeline y salí directo a buscar un atuendo para mi cita de esta noche. Después de arrastrar a Robert por toda la villa de Santa lo invité a cenar en mi departamento, quien, a pesar de seguir distraído y pensante, aceptó. Planeaba que la cita fuera sencilla pero especial.

Recorrí todas las tiendas cercanas a la editorial, pero nada me convencía. Estaba apunto de rendirme, pero vi una pequeña tienda y decidí entrar; gran parte de la ropa era de invierno, pero por alguna extraña razón quería usar un vestido. Miré por todas las perchas hasta que encontré uno azul con varios pliegues y volantes. Me lo probé y quedé maravillada, comprándolo sin dudar.

Llegué rápido al departamento y sin perder más tiempo comencé a preparar la cena; había buscado varias recetas en internet pero ninguna me había convencido, hasta que encontré una pasta Alfredo que me moría por probar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegué rápido al departamento y sin perder más tiempo comencé a preparar la cena; había buscado varias recetas en internet pero ninguna me había convencido, hasta que encontré una pasta Alfredo que me moría por probar. Pensar en el postre no fue un problema, en definitiva quería hacer un pay de manzana, el cual suelen elogiarme por lo bien que queda. Me sentía inspirada y feliz, quería demostrárselo a Robert, quería tener un lindo detalle para él.

En lo que se horneaba el pay tomé una ducha rápida, estando en la regadera recordé el magnífico momento que había tenido con Robert días atrás y me ruboricé. Al terminar me maquille ligeramente y me puse el vestido, estaba enamorada de la forma en la que me lucía. Me puse unos zapatos bajos y fui a ver la comida.

Pasaba ya de la hora en que quedamos y no tenía ninguna noticia de él. Le había mandado un par de mensajes, pero ni siquiera los había visto. Había abierto una botella de vino para que respirara, pero estaba tan ansiosa que tomé un par de copas.

-¿Ettan?-pregunté cuando respondió mi llamada.

-Hola Isa.-respondió con entusiasmo.

-¿De casualidad sabes dónde está Robert?-mordí mi labio con nerviosismo.

-¿Sucede algo?

-Quedamos en cenar, pero llevo casi dos horas esperándolo, no creo que eso sea normal en él.-mi voz delataba mi ansiedad.

Se tomó su tiempo para responderme, oía susurros al otro lado de la línea pero no los entendía. 

-No sé nada de él, si llega a pasar por aquí te avisaré.-y colgó.

Miré el teléfono, no sabía si estaba mejor o peor que antes de haberle llamado. Robert no parecía de esas personas que dejaba plantada una cita, sin ningún motivo o aviso. Intenté llamarlo varias veces pero me mandaba a buzón de vos, le dejé un par de mensajes y seguí insistiendo, pero cortaba mis llamadas directamente. 

Comenzaba a sentirme ansiosa y un mal presentimiento se formaba en mi pecho. Con lo sucedido ayer, y lo de ahora, me hacía estar muy susceptible con todo. Mil ideas pasaban por mi mente al mismo tiempo y mi corazón latía como loco.

Cambié el vestido por algo más abrigador, estaba dispuesta a buscarlo y conseguir una respuesta. El primer ,y único lugar, a donde se me ocurrió ir fue el restaurante de Ettan, y estaba en lo correcto, pues su auto estaba estacionado justo enfrente. Aparqué detrás de él y corrí a la entrada, empujé la puerta y me dirigí hacia donde estaba el pelirrojo.

-Ettan,-dije jadeante.-¿dónde está?

-Isa, ¿qué haces aquí?-me miró nervioso.

-¿Dónde está?-repetí la pregunta.

No dijo nada, solo miró sobre mi hombro e hice lo mismo. Al fondo del restaurante había una figura oculta en las sombras, era él. Caminé hacia donde estaba y un fuerte olor a alcohol llegó a mi, haciéndome poner una mueca.

-¿Robert?-pregunté, aún sabiendo que era él.

No dijo nada, solo jugueteaba con su vaso, de manera pensante. Tenía un saco gris y una playera debajo de este. Su cabello estaba despeinado y su barba se notaba aún más que ayer.

 Su cabello estaba despeinado y su barba se notaba aún más que ayer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Te he estado buscando.-me acerqué.

-Lo sé.-dijo con voz áspera.

Su tono no era frío ni seco, pero tampoco sonaba como siempre, había algo diferente y eso me asustaba.

-¿Olvidaste la cena? te llamé y mandé demasiados mensajes, ¿estás bien? ¿hay algún problema?-tomé su mano y no me rechazó, de hecho le dio un pequeño apretón.

-No puedo hacerlo.-me soltó.

Mi corazón se detuvo y sentí un hueco en el estómago, quería volver a tocarlo, pero no me movía, no podía.

-¿Qué no puedes?-logré preguntar.

-Estar contigo.-dijo casi en un lamento.

-¿Por qué? ¿por lo que te dijo papá? no tiene sentido.

-Lo tiene para mi.-se terminó la bebida de un solo trago.-No quiero complicar las cosas.

-Lo estás haciendo, innecesariamente.-resistí las ganas de llorar.

-No quiero hacerte perder tu tienpo, no lo valgo.-suspiró pesadamente.

-Quien decide gastar mi tiempo soy yo, esa decisión no depende de ti. Me gustas y quiero estar contigo.

Me miró, había esperanza en sus ojos, pero rápidamente lo cambió por tristeza.

-Vete, no es bueno que te quedes conmigo.

-No quiero irme, tienes que explicarme el porque lo haces.-di otro paso hacia él, pero no se movió.

-Por favor, Isa. Quiero que te vayas, no puedo estar contigo.-alzó un poco la voz, pero más con desesperación que con enfado.

-¿No puedes o no quieres?-pregunté con un nudo en la garganta que me costaba tragar.

No respondió, sólo miraba sus manos. Ya no lo soportaba, no quería seguir insistiendo, no quería estar ahí. Sin decir algo más di media vuelta, salí del lugar, subí a mi auto y me fui.

Conduje lo más rápido que pude a casa y en cuanto cerré la puerta me permití llorar. Odiaba el no tener las respuestas que necesitaba, odiaba no entender el porque Robert estaba haciendo todo esto. Le había tomado cariño en estos últimos días y quería seguir pasando tiempo con él, de hecho aún quiero hacerlo, pero está resultando difícil. Era absurdo todo lo que estaba pasando y me hacía enojar, mucho.

31 Days of DecemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora