12 de diciembre

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-¿Qué le dijiste?-espeté en cuanto abrí la puerta del despacho.

Pasé toda la noche llorando y acabándome la botella de vino en un intento de entender todo el problema, pero estaba dando vueltas en círculos. Cuando creía que tenía una respuesta razonable perdía el sentido rápidamente, eso me estaba volviendo loca. Esta misma mañana estaba determinada en conseguir algo que me pudiera ayudar a resolver todo, de una vez por todas. Y por eso estaba aquí, enfrentando a papá, en el despacho de la casa antes de que fuera a la editorial.

-¿A qué te refieres?-se aclaró la garganta y evitaba mi mirada.

-¿Qué le dijiste ayer a Robert?-pregunté seriamente, con los puños apretados.

-Nada de lo que te tengas que preocupar.-miraba los papeles que tenía en el escritorio, di un paso hacia él.

-Me preocupa y mucho. Algo está pasando y tienes que decirme.

-No es algo que te afecte directamente.

-Me afecta demasiado,-espeté alzando la voz y sintiendo enojo.-pues resulta que me ha plantado y después abandonado, porque le dijiste que no puede estar conmigo.-en este punto ya estaba gritando.

-Es lo mejor para ti.-dijo en un tono sereno pero serio.

-¿Y qué te hace creer eso?-quería que me viera a los ojos, que enfrentara directamente el problema.

-Te conozco lo suficiente para saber que él no es el indicado para ti, mereces otra cosa.

Mi boca se abrió con incredibilidad y al mismo tiempo indignación. Antes de poder decir otra cosa mamá apareció en la puerta.

-¿Todo bien?-preguntó preocupada.

-¿Te enteraste lo que hizo?-apunté a papá.

-No.-lo miró con el ceño fruncido.

-¿Recuerdas al chico del que te hablé? ¿el inglés?-asintió.-Resulta que el otro día fue a la oficina a invitarme a comer y llegó papá para pedirme un favor, fui a dejar unos papeles y cuando regresé él le dijo algo a Robert que hizo que me dejara. Ahora dice que fue lo mejor para mi.-bufé con fastidio.

-¿Por qué lo hiciste?-le preguntó mamá.

-Porque es la verdad, ella merece algo mucho mejor.-respondió, levantándose de la silla.

-¡Tú no puedes decidir eso!-grité, sorprendiendo a ambos.-No puedes decidir con quien salgo o no, mucho menos si no me dirás la razón por la que lo hiciste. Soy lo suficientemente mayor como para tomar mis propias decisiones, eso ya no depende de ti.

-Lo acabas de conocer, no entiendo el porque te pones así.-se cruzó de brazos.

-¡Por que me gusta! ¿de acuerdo? él me gusta y mucho.-estaba apunto de llorar.

Abrió los ojos con sorpresa y rápidamente el arrepentimiento cruzó por su rostro. Siempre ha sido sobreprotector conmigo, pero esta vez había cruzado la línea y quería que lo supiera. Nunca había llegado a este punto, y seguía sin saber el porque lo hizo.

-¿Estás segura de eso?-preguntó incrédulo.

-¿Tú que crees?-espeté, sabía que lo decía de verdad.

-Yo no no tenía idea.-se dejó caer en la silla.

-Bueno, ahora la tienes.-di media vuelta y salí del despacho, azotando la puerta a mis espaldas.

(...)

-¿Le gritaste?-preguntó Anne, asentí.-Vaya, debes estar realmente enojada.-dijo con asombro.

-Estoy furiosa.-me llevé las manos a la cara y tallé con fuerza.

-¿Ahora que vas hacer?

-No lo sé,-suspiré.-quiero golpear a cualquiera de los dos pero no conseguiré nada con eso. Quiero distraerme, para dejar de pensar en ello.

-Está la fiesta de mañana.

Había olvidado por completo la fiesta de cumpleaños de Anne, la cual ha estado planeando en el último mes.

-No lo sé...-dije no muy convencida.

-Oye, soy tu mejor amiga, no me vas a plantar en mi cumpleaños porque un idiota te dejo. Eso no es justo.-frunció el ceño.

-No quiero ahogar mis penas en alcohol.-cosa que ya había hecho, anoche.

-Para eso es una fiesta; para ahogar todas tus penas en alcohol y tener una aventura de una sola noche.-me miró cómplice, negué divertida.-Por favor, hazlo por mi.-hizo un puchero.-No te arrepentirás.

-Más te vale que no sea así.-la miré seria y aplaudió celebrando su victoria.

El resto del día me la pasé encerrada en mi oficina, de hecho me aseguré en irme después que papá, no quería verlo. El recuerdo de Robert estuvo muy presente en mi cabeza, frustrándome y distrayéndome en repetidas ocasiones. No sabía que hacer, me sentía perdida y no era capaz de encontrar una solución, necesitaba respuestas pero nadie me las quería dar.

Estando ya en casa nada fue diferente; me la pasé en la sala viendo películas navideñas en Netflix, mientras tomaba otra botella de vino y comía lo que había preparado ayer. No me molesté en cortar el pay y servírmelo en un plato, lo comí directamente del molde. En ningún momento dejé de pensar en esos ojos azules.

31 Days of DecemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora