1 de enero

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Desde niña siempre supe que quería comprometerme y casarme algún día, era uno de mis sueños, además de dirigir la editorial. Me la pasaba imaginando un momento romántico con caballos, una gran fiesta y un hermoso caballero que me acabara de salvar de una gran bestia... pero no fue así. Con el tiempo el sueño fue cambiando a algo más maduro pero la magia siempre estuvo ahí. Ahora se había vuelto realidad, había encontrado a la persona que estaba dispuesta en pasar el resto de su vida conmigo, aun sabiendo lo que ello implicara. Solía pensar el cual sería mi reacción; quizás saltaría de felicidad o tendría un ataque de risa, y vaya que rezaba para que eso no pasara, pero siempre fue una posibilidad. También me imaginaba llorando de tal manera en la que ni siquiera pudiera pronunciar ninguna palabra y que las manos me temblaran por la emoción, pero en realidad estaba totalmente petrificada y no sabía si quiera si estaba respirando.

Robert me miraba nerviosamente con esos hermosos ojos azules que tanto me gustaban, esperaba mi respuesta y ningún ruido salía de mi, por más que quisiera. Su mano comenzaba a temblar y una pequeña gota de sudor cayó por su frente, el ambiente estaba estático, no era el único quien esperaba mi respuesta. Estaba por abrir la boca y contestar cuando las campanadas del reloj comenzaron a sonar, anunciando el inicio de un nuevo año. Obligué a mi cerebro a reaccionar y logré decir solamente una palabra:

-Si.

Sonrió con alivio y tomó el anillo para pasarlo por mi dedo, entrando a la perfección. Se levantó del suelo e inmediatamente me besó, haciéndome sentir en las nubes. Justo en ese momento comenzaron los fuegos artificiales, celebrando el momento y el nuevo año, al igual que todas las personas que estaban a nuestro alrededor. Al separarnos me abrazó con fuerza, como si no quisiera dejarme ir jamás, y yo tampoco lo quería. Lloraba tendidamente, sin importarme arruinar mi maquillaje o su traje, había regresado y eso era todo lo que me importaba.

Nuestros padres se acercaron a nosotros y nos felicitaron, mamá tomó mi rostro y comenzó a besarlo, mojándolo con lágrimas de felicidad. Jeanette hacía lo mismo con su hijo, poniéndolo más rojo de lo que ya estaba.

-Estoy feliz por ustedes.-dijo mamá mientras seguía llorando.-¡La familia será más grande!

- Ya te había aceptado en la familia,-me dijo Jeanette abrazándome.- pero ahora jamás te dejaré ir.

Su comentario me enterneció demasiado y la abracé de vuelta, podía sentir su felicidad, al igual que la mía. El papá de Robert se acercó a mi y me extendió una mano con una cálida sonrisa, la cual correspondí. Su apretón fue cariñoso e hizo una pequeña reverencia.

-Es un orgullo para mi que seas mi nueva nuera, felicidades.-una pequeñita lágrima recorrió su mejilla.

-Muchas gracias.- dije sonriente.

Papá caminó hacia Robert, extendió los brazos para abrazarlo y después lo cargó con facilidad, el rubio comenzó a reír mientras celebraba con su nuevo suegro.

-¡Te dije que aceptaría!- exclamó papá.

-Tenias razón.-dijo Robert en cuanto sus pies tocaron el sueño.

-¿Sabían de esto?-pregunté extrañada.

-Nosotros le dimos la idea.-respondió Lance.

-Y nosotros le dimos nuestra bendición.-agregó papá.

-Pero, ¿por qué?-volví a preguntar.

-Ustedes dos tienen que estar juntos, son el uno para el otro.-respondió Jeanette.

Miré a todos con un puchero para después llorar, nunca había imaginado que me apoyarían para estar con alguien de la manera en la que lo estaban haciendo. Todos los Bennet se acercaron a nosotros para felicitarnos, estaban igual de conmocionados que nosotros.

31 Days of DecemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora