Capítulo 10.

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Danna.

Se me es imposible poder conciliar el sueño, sobre todo después de su llamada. Solo escuchar la voz de Dieter y su forma de decir que me sacaría a los niños me tenía en un estado de alerta y miedo que no sabía para donde disparar, mis hijos dormían en esa gran cama mientras los observaba con atención, atenta a que nadie quiera entrar a esta habitación para sacarme a las dos personas más importantes de mi vida.
¿Paranoica?
Si lo estaba porque sabía de lo que es capaz el psicópata padre de mis hijos, fuí testigo de las atrocidades que hizo, no solo él sino su loca y asquerosa familia, llamar al neuropsiquiatrico donde Alana estaba internada para que solo me confirmen que había muerto por una ingesta indebida de medicamentos ponía todo más de cabeza porque Dieter no iba con juegos, está vez tenía un punto, sus hijos y yo estorbaba en esa ecuación. Lo que él no sabía es que no permitiría que eso suceda, voy a pelear con uñas y dientes por ellos, si está vez debía matarlo yo con mis propias manos, no iba a duda en hacerlo.

Por Lucía y Hunter soy capaz de todo.

***

Para mí mala suerte el día se había pasado demasiado rápido, lo que significaba que tenía que ver al ruso exasperante ese para cumplir con el trato, él me había ayudado con lo de la tenencia de mis hijos y ahora debía pagar. No era un pago con dinero, es algo peor que al solo pensar me da rabia porque uso su poder para ahora llevarme a la cama.

Un completo embustero.

Nisiquiera me animé a abrir esa maldita caja, solo la escondi de la curiosidad de los niños porque no tenía idea que podía haber ahí adentro, pero era hora de tomar valor para abrir ese maldito supuesto regalo, solo falta pocas horas para nuestro encuentro y tenía tanto miedos, acompañado con mis inseguridades que solo quería tirarme en la cama a llorar.

— ¿A dónde vas, mamá? — me pregunta Lucía al entrar a mi cuarto. Seguimos viviendo en el hotel, en esa gran habitación que contaba con tres cuartos, un gran salón principal y como cinco baños, el lugar es tres veces más grande que nuestro departamento.

— Tengo una cena para la fundación, por eso los cuidará Bea — respondo sin mirarla a los ojos.

— ¿Ella vendrá aquí? — consulta al tirarse en la cama.

— Sí, nuestro departamento sigue con el problemas en la tuberías — miento como una descarada.

La excusa que use para sacar a los niños sin tantas preguntas de nuestro departamento fue eso, que una tubería del agua se rompió y nos estábamos inundados. Ellos dormidos como estaban no se habían dado cuenta hasta que llegamos al hotel y su sorpresa, se convirtió en euforia al ver el lugar donde viviríamos por un tiempo indeterminado, esas fueron las palabras del ruso.

— Extraño mi cuarto, pero igual me gusta este — me cuenta haciendo que sonría.

— ¿Tú hermano dónde está? — le pregunto al notar mucho silencio.

— Adivina — contesta Lu rodando los ojos.

— Jugando a los videojuegos — declaro rodando los ojos.

— Ven que les preparo la cena — digo suspirando mirando que en dos horas debía estar lista para cumplir con lo pactado.

En la habitación tenía una pequeña cocina así que podía cocinar algunas cosas nutritivas para mis pequeños. Aunque estaba sumida en mis pensamientos podía escuchar el parloteo de ellos que decían algunas cosas del colegio y un angustia se hacía más presente solo imaginando que podría pasar esta noche, no tenía sexo con un hombre hace más de diez años y ahora me sentía obligada a tener que acostarme con él para pagar mi deuda, mi dignidad y orgullo las tenía por los suelos.

Redimirse (2° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora