Capítulo 17.

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Después de tantas semanas de prácticas por así decirlo, fue momento de llevarla al infierno a mi lado y mostrarle que siempre hay más detrás del sexo. ¿Sorprendido?
Podía afirma que estaba gratamente sorprendido con ella, se que es una mujer fuerte y orgullosa, iba a demostrar que podía con todo esto, pero verla apreciar con tanta atención mezclado con fascinación me hizo sonreír porque sabía que Danna acompañada de su curiosidad sería más gran y ambos podríamos disfrutar de traspasar cada puerta del infierno. Solo con una mujer puede lograrlo y hace muchos años atrás, con las demás solo había logrado pasar una que otra, si me encontraba con Mindy íbamos a lo que las nos gustaba, pero en el caso de Danna quería darle la experiencia completa, dónde vea que en cada puerta descubría una nueva forma de expresar el sexo.

La primera puerta es la más fácil de todas, esa dónde juega nuestro lado mirón por así decirlo, el voyeurismo está en todos porque no conozco a nadie que no haya visto alguna película porno o leído algún libro erótico, esa faceta de mirar es la más curiosa de cada persona, porque juega con el morbo de uno mismo, viendo se aprende mucho más de lo que uno imagina. Danna había quedado encantada con ese trío que se practicaba sexo oral enfrente nuestro, podía ver su excitación, su respiración cada vez pesada y si solo apoyaba una mano en su cuerpo sabía lo que podría desatar. Pasar las puertas significa tener autocontrol, cumplir lo que cada puerta te demanda es alargar el deseo de más en la otra persona, muy poco entenderían a lo que me refiero.

— ¿Qué hay en la segunda puerta? — me pregunta mientras vamos saliendo para pararnos en lo que venía.

— Es fácil — solo respondo con media sonrisa mientras entramos a ese cuarto rojo.

La segunda puerta también es fácil, la masturbación es parte de todo se humano, está bien hacerlo porque nos da la manera de conocer nuestro cuerpo, es diferente que uno se toque a qué otro te toque, son dos formas de satisfacer la excitación de uno sin necesidad de nada más. Las manos, los dedos, uno que otro juguete sexual, alimentos e infinidades de cosas más, sirven en esta puerta, cada uno es libre de elegir con que complacerse, nadie juzga nada.

— ¿Qué haremos, Hades? — consulta algo curiosa mirando con atención la habitación.

Me acerco al cajón donde había pedido diferente tipos de consoladores, vibradores y algunas verduras, ella tenía el poder de elegir cuál usaría.

— La segunda puerta del infierno es buscar la satisfacción de uno mismo, no voy a tocarte y tú tampoco a mí, mutuamente nos miraremos llegar a un orgasmo — hablo dejando sobre la cama un vibrador para clítoris, uno vibrador vaginal, un pug anal y un consolador curvo para que ella elija cuál usar.

— ¿Debo usar todos? —

— Elije el que más te gusta — nuestras miradas se encuentran detrás de nuestros antifaces. — Desnúdate — ordene mientras me ubico en el sillón de un solo cuerpo, listo para apreciar la escena que ella misma haría.

Dudosa empieza a quitarse el vestido blanco que le había regalado, solo queda en su sexy ropa de encaje blanco que con cuidado se terminar de sacar dejando que aprecie su magnífico cuerpo desnudo solo iluminado con esas luces rojas que la dejaban tan tentativa que me provocaba que tenga ganas de perder el control.

Ella era peligrosa, no tenía idea de lo que podría ser si dejará de lado esa falsa inocencia que trataba de demostrar con su forma de ser, las mujeres como Danna con las que te dejan huellas, esas que marcan un antes y después, estoy seguro que cuando terminemos está experiencia ninguno de los dos sería el mismo, sin olvidar que dejará un poco alta la vara a la próxima que llegue a mi vida para corromper con mi morbosidad.

— Estos — la escucho decir cuando agarra los dos vibradores.

— Todo tuyo — comento mientras me acomodo mejor en el sillón para observarla.

Redimirse (2° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora