Capítulo 4.

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Cada persona es libre de experimentar el sexo como quiere, muchos se conforman con el convencional, pero después estábamos a los que consideran pervertidos por  disfrutarlo de otra forma, una dónde pocos se animaban a entrar, dónde el control y el deseo llegaba a alcanzar otro tipo de placer.
Cansado de lo normal, me había llevado a crear mis amados club de intercambio sexual, donde podías ser parte del morbo extremo que cada uno tenemos en el fondo de nuestro ser, es por esto que generé las siete puertas del infierno, cada una te mostraba cuál dispuesto estás en ceder el control a la otra persona que le guía a descubrir ese maravilloso mundo.

No todos están listos para descubrir o indagar sobre esto.

La primera puerta es la más fácil, la que todo ser humano puede pasar chasquendo los dedos y es el famoso voyeurismo, este acto se basa en mirar, buscar la exitación observando a otras personas en el acto sexual, aquí no puedes tocar ni participar, solo debes mirar y eso es fácil porque todos dentro nuestro llevamos un alma voyeur, sino la industria pornográfica o la literatura erótica no sería tan grande si no tuviera personas consumiendo detrás de una pantalla, ellos también entraban en este mundo.

— ¿Estás lista para cederme el control? — pregunto a la mujer que está a mi lado. Es una de las chicas de la limpieza de la casa donde estoy viviendo este tiempo, es una buena mamadora de polla, la mamada que me regaló en el auto cuando veníamos lo afirmaba, espero que aguante o mañana mismo la tendría que despedir de su trabajo.

— Si, señor — murmura nerviosa.

— Ponte la máscara — ordeno. La chica que no recuerdo el nombre se pone su antifaz mientras espera ansiosa a qué abra la primera puerta. — Cuando entremos, solo puedes llamarme Hades — agrego al ponerme mi antifaz mientras giro el picaporte para entrar.

¿Por qué llevaba ese nombre?

Es fácil Hades es el rey del Inframundo, yo tenía mi infierno y sonaba más exitante cuando follaba las mujeres y gritaban ese nombre en mi odio.

Al ingresar, la chica que me acompañaba se encontraba un poco ansiosa, ella no tenía idea de lo que le esperaba y sabía que no podría pasar más de dos puertas a su lado, pero de igual forma trataría de corromper hasta el máximo que pudiera, ella me había cedido el control sin saber lo que le esperaba ahí adentro.
Un gran sillón rojo y un cama de época era lo único que había en ese cuarto, le hago seña a la chica para que me siga para ambos tomar asiento enfrente de la cama. Toco el botón que está a mi lado, dejando que una puerta interna se abra y salgan dos mujeres desnudas que simplemente nos ignoran, ella suben a la cama para empezar a tocarse. Mi compañía tiembla, al parecer no le gusta ver cómo esas dos hembras se magrean, chupan  y tiran sus pezones mutuamente.

— Mira — siseo enojado. La chica se niega a hacerlo y por eso la tomo de su quijada con fuerza para obligarla a qué vea cómo las dos mujeres están haciendo un perfecto 69 chupándose los coños. — ¿No te gustaría que ellas te chupen el coño? — le pregunto sosteniendo su mandíbula para que no deje de mirarlas.

— No — me contesta.

— Míralas, mira como se tocan, mira como sus lenguas se van deslizando por sus labios mayores, observan como sus dedos se deslicen en su interior y como jadean disfrutando  — le hablo sin dejar de contemplar la hermosa imagen que tenemos enfrente.

— Quiero irme — lloriquea haciendo que maldiga internamente.

— Vete — mascullo cabreado.
La chica huye perdiéndose la mejor parte de la secuencia cuando ambas mujeres se giran, una encima de la otra para empezar a restregar sus coños mientras se chupan y toca sus tetas con morbo hasta que después de varios minutos me quedo apreciando como se corren.

Redimirse (2° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora