Capítulo 35.

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Decir que había paz era mentir, mi vida no sabe lo que es esa palabra, siempre vivimos al límite y peligro, pero después de años siendo parte de la mafia roja estaba acostumbrado a estar en alerta ante cualquier problema. Solo que ahora mi vida no solo tenía que proteger a Ignati sino a cinco personas más que no estaban ni preparados para lo que significaba ser parte de la mafia más grande y poderosa del mundo. Era mi momento de darle los métodos para que puedan defenderse, así como hice con mi hijo, tanto Hunter y Lucia debían ser más autodepediente al igual que lo serán las gemelas, todos son parte de la Bratva.

— ¿Te duele? — le pregunto a Lucía que estaba sentada a mi lado. Hunter e Ignati dormían en en el sillón continuo mientras que Danna también lo hacía en su cama. Ninguno quiso separarse de su madre, ganaron por su terquedad y acá estábamos, esperando que le hagan el último estudio a ella para saber si las gemelas nacerán está madrugada o esperarían un tiempo más. Son tan pequeñas ambas, no llegaban a pensar ni un kilo cada una y los doctores nos informaron que los probabilidad de que vivan es muy poca, lo que ellos no sabían que esas niñas son una guerreras como su madre y van a poder con esto. Los siete nos iríamos de esta clínica juntos para nuestra casa.

— Algo — contesta comiendo un chocolate. — ¿Papi Gauss? — me llama haciendo que la mire con atención, ya no me quejaba por como me llamaba si no que me empezaba a acostumbrar a ello.

— Dime —

— ¿Ese señor malo en verdad es mi papá? — consulta.

— Sí — respondo suspirando.

— No quiero que sea mi papá, es malo, muy malo — acota asustada. Toda su vida se crío sin una figura paterna, años quiso un padre y en la primera que se encuentra con él, este hijo de puta la golpea con su cinturón.

— Entonces olvida lo que te dijo — sugiero.

— ¿Él no nos va a lastimar? — me pregunta temerosa.

— No Lucia, ese hombre nunca más lo van a volver a ver y mucho menos los va a lastimar — sentencio con seguridad.
Dieter Koch tenía las horas contadas porque en el mínimo tiempo que tenga iré a terminar de una buena vez con él.

— ¿Y puedo decirte papá a tí? —

— Ya le dices papi a mi papá — responde Ignati rodando sus ojos.

— ¿Puedes compartir a tú papá conmigo? — le pregunta haciendo que mi hijo me mire primero y luego suspira resignado.

— Está bien — responde acomodándose en el sillón para seguir durmiendo.

— Lucia — escuchamos la voz de su madre. — Ya hablamos sobre ese tema, además a Gauss no le gusta que le digas así ...

— Por mí puede hacerlo tranquila, no tengo problemas que me llame como a ella más le guste — la interrumpo sonriendo a la niña que me mira contenta.

Justo en ese momento la doctora entra a la habitación, por suerte los exámenes dan bien, pero Danna estaría internada en este lugar por su seguridad porque si llegaba a pasar algo como lo que sucedió hoy, ninguna de las tres llegaría con vida a cualquier centro de salud para ayudarla, por eso me parecía más correcto quedarnos aquí, querían que las gemelas aguanten cuatro semanas más dentro de su madre  y podrían tener los pulmones más desarrollados. Ya nos hicimos la cabeza que estarán unas largas semanas en cuidados neonatales hasta que estén fuertes para llevarlas a casa, nos quedaba un largo tramo todavía, pero confiaba en la fuerza de mis tres chicas.

— Cuidas a todos, los niños están dormidos y voy a aprovechar a terminar el asunto — le digo a Iván que lo estaba dejando a cargo del cuidado de mi familia.

Redimirse (2° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora