Capítulo 2.

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¿Estarías dispuesta a cederme el control?

Esa es la primera pregunta que le hago a mujer que tengo enfrente mío, su seguridad y lenguaje corporal me dan las pautas hasta donde podríamos llegar, si solo me miran con temor se que más de dos puertas del infierno no podremos pasar, si es lujuria se que llegaremos hasta la quinta o sexta, pero lo que en verdad necesito es que ellas cedan su control, para que confíen en mí, una mujer que confíe en él hombre que tiene enfrente es con la que puedo llegar a pasar las siete puertas y sobre todo jugar ese lado perverso que muy pocas toleran.
Solo llevaba dos días en esta ciudad y las mujeres con las que me había topado solo dejaban grandes frustraciones, si llegué al orgasmo pero no como a mi me gustaba, necesito control, sumisión y perversión para olvidarme de todo, llevaba años que no encontraba una mujer que pueda seguir con mis juegos, la única que lo había logrado solo me hizo perder el control. Pudieron pasar más de doce años, pero lo que le hizo a Ignati me hacía olvidar lo perfecta que es en la cama, por eso digo que las mujeres son peligrosas, lo aprendí tarde.

— Hola papá — me saluda mi hijo cuando atiendo su videollamada.

— Hijo — sonrío.

— Encontré una combinación perfecta entre el cloruro de sodio y potasio, si los mezclas genera una inhibición logrando que la persona hablé contando toda la verdad y los secretos que esconde — me cuenta contento.

Ignati tenía una inteligencia superior a lo normal, casi todo su atención siempre se iba entre la química y física, también había heredado el talento que tengo con la tecnología, mi hijo a mejorado mis inventos y eso me hace sentir un jodido padre orgulloso del genio que tengo en casa. Ahora solo tiene doce años, pero se que en un par de años y si decide ser parte de la mafia su inteligencia acompañado de su audacia nos haría más grandes en todos los campos.

— ¿Le contaste a Gavriel? — consulto mirando. Es tan parecido a mí, solo había sacado los ojos verdes esmeralda de ella.

— ¿En quién crees que lo usé? — cuestiona divertido.

— ¡Ignati! — lo regaño frunciendo mi ceño. — Sabes que por la condición cardiológica de tu tío no lo puedes usar como conejo de experimentos — le recuerdo suspirando. Gavriel llevaba casi nueve años de su trasplante de corazón, tenía que tener una vida más organizada y desde que su reina llegó a su vida, puso en orden la salud de mi hermano.

— Investigue eso, papá — rueda los ojos. — Solo administré una mínima dosis — sonríe. — fue divertido ver al tío contándole a la tía que le preparó los biberones de los gemelos con una gota de vodka — agrega para soltar una gran carcajada.

— Tu tío se pasa — acoto palmeando mi frente. Gavriel no había sacado el mismo nivel de inteligencia que la mía, lo que me contaba mi hijo dejaba claro quien era el más inteligente de la familia.

— ¿Puedo ir contigo a Chicago? — me pregunta.

— Tienes clases — me limito a contestar.

— Quiero conocer otro lugar papá, estoy aburrido de que me tengas encerrado en este castillo, solo voy a la escuela, de ahí tengo profesores en casa y luego entreno con el tío Gav o Antonily.  Estoy aburrido — reprocha bufando.

Soy controlador en todos los aspectos, está claro que iba a controlar la vida y seguridad de mi único hijo, no quiero exponerlo al peligro que ya está expuesto por solo ser uno de los herederos de la mafia, si Sasha no aceptaba ser el lider todo recae en manos de Ignati, solo espero que en el momento de elegir lo haga diferente a como lo hice en el pasado.

— Hablaré con Gavriel, si el tu colegio aceptan que faltes una semana a tus clases, vendrás conmigo a Chicago, te recuerdo que estoy trabajando y no se si tendré tiempo para hacer turismo — soy sincero, porque vine a esta ciudad con un solo propósito y es ayudar a la familia Salvatore.

Redimirse (2° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora