Nueva York, 2020
Aguantando la respiración bajo el agua, abro los ojos para ver cómo la luz amarilla de las farolas en la calle se filtra entre las persianas. Nueva York de noche es más ruidosa que durante el día, y eso ayuda a ponerme alerta.
El agua me presiona y si resisto un poco más, quizás pueda convertirme en una sirena en la bañera. Mi corazón empieza a latir muy rápido, y la visión se nubla, poco a poco puedo sentir cómo mi cuerpo reacciona a la necesidad de oxígeno. Y a pesar de estar necesitando algo más que me ayude a descubrir sensaciones diferentes, salgo del agua rápidamente. Jadeando a bocanadas grandes de aire. Y sonrío a mi público invisible, y todos aplauden mi hazaña de aguantar la respiración hasta casi desfallecer.
Mi juego suicida personal.
Me limpio los ojos con los dedos temblorosos, tragando todo el aire que necesito para poder ponerme de pie. El nudo en la garganta se ha hecho una costumbre en vida desde aquel día horrible que no puedo olvidar, y dejar de respirar por un momento me ayuda a que desaparezca. La voz del monstruo en mi pecho, me reclama por ser irresponsable.
Veo la hora en mi teléfono en el suelo junto a la bañera, que tiene la pantalla mojada por mis salpicaduras. Son casi las ocho y debo estar lista para las nueve. Así que me impulso para levantarme. El sonido de la calma del agua rompiéndose con mi movimiento me da escalofríos. Tomo la toalla y me envuelvo en ella para caminar hacia el espejo.
Estoy tan delgada que apenas reconozco a la mujer que siempre he sido, o a la pequeña niña que solía ser. Y me sonrojo al ver en el espejo a un recuerdo que prefiero tenerlo ahogado en aquella bañera. Una versión más descuidada de Marion me mira desde el reflejo, pero con el cabello oscuro de Daryl Dreyfus. Mis ojos parecen ser lo más grande de mi cara, y son verdes, como los de mamá. El nudo en la garganta quiere salir en un grito, pero de pronto me distrae algo más.
Mi teléfono vibra y entre las gotas de agua en la pantalla, creo reconocer el nombre de Cecilia.
— ¿Qué vas a usar? — es lo primero que dice cuando respondo.
Oh, claro. Ni siquiera saluda.
Escucho la bulla del movimiento a través de la bocina y recuerdo que ella estaba en un desfile de modas. Y apuesto a que se ha visto radiante caminando por la pasarela.
Me cambia el humor por uno más tranquilo y positivo.
— No lo sé. — respondo sabiendo que lo siguiente que diré la hará enojar. — Cualquier cosa.
Efectivamente, Cecilia chilla de rabia.
—Siempre dices eso y llegas vestida como Paris Hilton en su fiesta de veintiún años.
Pienso en ello, y creo que es una terrible exageración. De todos modos, puede que C tenga un punto.
—Es un concierto, Cecilia. — ella sabe que hablo en serio cuando la llamo por el nombre completo. — Maquillaje drástico y colores oscuros.
—De acuerdo. — contesta. — Te veo en una hora.
Cuelga y al darme cuenta del poco tiempo que me queda, me apresuro en buscar un atuendo negro que no deje a mi amiga en shock.
Cecilia Ferreira es una modelo que vino de Brasil, se había convertido en la cara nueva del mes de la moda en todos los blogs famosos y revistas. Ser la cara nueva en el mundo de la moda es muy importante, pues impulsa tu carrera al máximo.
C es la amiga más cercana que tengo. Nos habíamos conocido en una fiesta después de una de sus pasarelas, porque se le rompió un tacón por un empujón torpe que le di, y luego la llevé a mi casa para regalarle un par de zapatos nuevos. De esa manera, entre secretos y confesiones personales, congeniamos al instante. Afortunadamente, en todo este tiempo, he logrado persuadirla para que me acompañara a varios conciertos de rock y metal, hasta que terminó gustándole de verdad.
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La Ópera del Diablo |henry cavill|
FanfictionTras la trágica muerte de sus padres, todo lo que Cornelia Dreyfus conoce, se esfuma para siempre. La música, la familia y la alegría. Incluso, el amor imposible de su infancia. Los años han pasado, y Cornelia vive en el mundo salvaje del espectácul...