La fuerte luz del mediodía quema mi cara, y al sentir el abrazador calor que, además se ha expandido por el resto de mi cuerpo, abro los ojos como platos. El pecho en sube y baja de un musculoso hombre me sirve como almohada y sus brazos como escudo protector alrededor de mi cintura. Me muevo despacio, con cuidado de no despertarlo, y me levanto de la cama en busca de algo que pueda usar encima.
River duerme profundamente, ni siquiera se da cuenta que estoy parada junto a él observando detenidamente su respiración, sus pestañas rizadas y su cuerpo fornido y relajado, todo cubierto por la luz del sol.
Me visto y recojo del baño su ropa sucia, para guardarla y enviarla a la lavandería. Mientras espero al servicio de entrega, conecto mi teléfono al parlante para que el loft se llene de música. Tengo una corazonada que no sé cómo definir, pero elijo creer que es algo bueno porque la música me hace feliz. Recuerdo a River esta mañana, invadiendo mi espacio y alma, destruyendo a su paso cualquier memoria de otros hombres en mi vida.
Suena Chasing Pavements de Adele y siento mariposas en el vientre, subiendo por el estómago, y me encargo de liberarlas mediante mi voz, cantando el coro. Pero me quedo a medias, cuando el timbre suena y tengo que abrir la puerta ya que el servicio de entregas llevará la ropa sucia por mí.
Cuando cierro la puerta y me vuelvo para seguir con mi canción, me sobresalto al ver a River paseándose por la sala buscando algo entre los cojines del sillón, usando solamente los pantalones de pijama que le presté de mi padre.
— Buenas tardes, señor. — saludo.
Me sonríe con complicidad y suspira hondo.
— Cornelia. — contesta y encuentra lo que está buscando.
Mi paquete de cigarrillos. Saca uno de la caja y lo enciende, fumando como si fuera liberador. Lo observo impresionada. Ahí está el River del pasado, escondida su alma dentro de este hombre gigantesco.
Me acerco a él con timidez. Y es ridículo que me sienta así después de nuestra mañana juntos, cuando me demostró y me dio una sensual lección para olvidar su arrepentimiento. Sin duda, los escalofríos y los nervios que me provoca, son nada más que excitación. No puedo encontrar otra forma de describirlo. Cuando estoy lo suficientemente cerca de River, espero que bote el humo por la nariz y me paro de puntillas para que él sepa que necesito que me bese. Junta sus labios con los míos con dulzura, como lo hizo en el precinto.
La música se corta con una llamada entrante, y corro para contestar. El nombre de Fredo se lee en la pantalla, y aguanto la respiración. Maldición.
— ¿Aló? — digo.
Soy una pésima actriz.
— Sabes que nunca leo la sección de farándula en el periódico, pero no pude evadir tu foto en primera plana. ¿Estás en tus cinco sentidos, Cornelia? Ya sé que no soy tu padre pero te quiero como a mi propia hija, y...
— Lo arruiné. — acepto mi escándalo. — No sé en qué estaba pensando, Fredo. Siento mucho que hayas tenido que ver eso.
— Iremos a verte. — dice autoritariamente. — Hannah y yo. Ahora mismo.
River me mira y siente con la cabeza.
— No creo que sea un buen momento ahora. — confieso.
— ¡No! — exclama. — Siempre dices eso y no te vemos en semanas. No vas a volver a desaparecer como si...
— River está aquí. — cierro los ojos con fuerza, esperando lo que Fredo dirá.
— Oh. — susurra.
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La Ópera del Diablo |henry cavill|
FanfictionTras la trágica muerte de sus padres, todo lo que Cornelia Dreyfus conoce, se esfuma para siempre. La música, la familia y la alegría. Incluso, el amor imposible de su infancia. Los años han pasado, y Cornelia vive en el mundo salvaje del espectácul...