15. El Infierno

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— ¡Cornelia!

River corre detrás de mí por el pasillo del tercer nivel del precinto policial.

Las lágrimas empañan mi vista, golpeo cuerpos al abrirme paso entre ellos por un camino que no sé a dónde me llevará. Solo quiero salir de allí, y tomar el primer asiento en una máquina del tiempo que me regrese al momento en que nací.

Hannah, Grey y Fredo se quedaron pasmados cuando me vieron salir hecha un mar de lágrimas cuando terminó el interrogatorio, y no tuve opción a explicárselos, porque River apareció y mi instinto me obligó a huir de él. Incluso la detective Zimmerman, se quedó boquiabierta con la escena. Y espero que se arrepienta por tener la grandiosa idea de enviar su estúpida orden judicial el día de mi cumpleaños.

Lo arruinó todo.

El pasillo termina con un muro de concreto y no veo ninguna salida de escape. Recuerdo que las escaleras abajo están del otro lado y me muerdo los dientes con fuerza por lo tonta que he sido al tomar el camino incorrecto, porque River me alcanza y se acerca a mí con desesperación, fervor y algo más para rodearme con los brazos.

— ¡Suéltame! — gruñó con todas mis fuerzas, empujándolo para que no me toque. — ¡No quiero verte!

Su rostro se deforma por mi reacción. Veo venir su furia acumulada, mezclada con restos de voz temblorosa por el llanto que aún le falta soltar.

— ¡¿Y yo que te hice?! — abre los ojos y encarna las cejas.

— No quería saberlo... — me ahogo con los jadeos. — No debiste regresar... Tú...

Retrocedo pasos pero es imposible alejarme de él porque avanza para mantener nuestra cercanía y me atormenta ver su rostro, al que amo, viéndome lleno de enojo.

— ¡Yo no tengo la culpa de que tu madre haya sido una zorra! — ruge de vuelta, soltando algunas lágrimas. — ¡Lo único que hice fue ocultarlo para protegerte!

— ¡Estoy harta de escuchar eso! — lo empujo nuevamente. — ¿¡Por qué no me lo dijiste?!

River aprieta los dientes y arruga la frente, niega con la cabeza múltiples veces, buscando la forma de decir algo.

— ¡Porque no quería arruinar más tu salud mental! ¡Por eso! — explota. — Estás tan jodida, Korn... ¡Necesitas que te protejan! Alfredo y Hannah han hecho mucho por ti, ¡Yo también quiero ayudarte! Y sí, tus padres también estaban jodidos, ¡Nada era perfecto como lo recuerdas! ¡Daryl era un adicto!.. Y tú madre... ¡Ella lo estaba engañando con ese mal nacido de Lawrence porque estaba aburrida!

Mi enojo se concentra en mi brazo y con velocidad, desciende hasta mi mano que, sin control, golpea la mejilla de River. Él cierra los ojos y aguanta la respiración.

Me encojo contra la pared, cayendo en cuclillas para esconderme de lo que acabo de hacer entre mis rodillas. No quiero estar aquí. Quiero desaparecer. Deseo que jamás hubiera regresado aquí.

La gente nos mira. A River no le importa.

— Cállate, River... — sollozo.

— ¡No! Tienes que escucharme. — continúa sin bajar su revolución, con la mejilla empezando a enrojecer. — ¡Esa es la verdad! Aunque te duela. Eres una mujer adulta que debe aprender a lidiar con esto, Cornelia. ¡Perdóname! Pero si vas a desahogar tu ira con alguien, hazlo con el maldito Billy Delgado.

Todavía furioso, seca sus lágrimas con el dorso de su mano y se da media vuelta para irse.

Me deja sola, en el fondo de aquel frío pasillo, y algunos hombres vestidos de policía, me ayudan a ponerme de pie. No puedo creer lo que ha dicho. Y yo no puedo creer que le haya aventado un manotazo en la cara.

La Ópera del Diablo |henry cavill|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora