29. La boda

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No sabía que Lila tenía tantos tatuajes hasta el día de hoy, luciéndolos debajo de su vestido de novia, que es de seda blanca con finas tiras alrededor de sus hombros, y una larga apertura en la espalda. Ese detalle, permite que todos los asistentes veamos a la serpiente en su columba vertebral. Vince a su lado tampoco se queda corto en excentricidad, su cabello oscuro y crecido, se lo ha peinado con gel todo para atrás. Se ve muy bien, sobre todo por el esmoquin formal y las botas de combate más viejas que vas a ver en la vida.

Los asistentes estamos reunidos en un grupo de alrededor de veinte personas, en los que se mezclan los amigos y familiares de Lila y los de Vince. Puede que sea una boda sencilla, pero aquí todos son estrafalarios a su manera.

- Que nadie te diga que no puedes casarte a los cincuenta. – bromea Grey, susurrando a mi oído, y luciendo menos rockstar de lo que imaginé.

Un simple conjunto gris que hace juego con su cabello y eso es todo. Apenas si se le notan los tatuajes en el cuello que se esconden con su camisa.

- Al menos, la novia no tiene veinticinco. – arremeto, ojeando a C, que está su otro costado viéndose radiante con un vestido amarillo.

Grey ríe bajito tocándose el pecho como si mi comentario le hubiera dolido demasiado. Luego, le guiña el ojo a Cecilia, que nos ha escuchado y también está riendo.

- ¡Shh! – chilla Hannah, en la fila de atrás.

Me vuelvo a ella para disculparme por los chistes inoportunos de Grey en plena ceremonia, y cruzo miradas con River, que está en el otro extremo, apoyado contra una columna circular luciendo exquisito y costoso con un traje negro, una camisa blanca y sin corbata.

Sonríe a medias, y me mira también.

No lo he visto desde hace una semana, desde que compuso la canción, desde que pasamos la noche juntos como en los viejos tiempos.

Cuando pienso en esa noche solo recuerdo las sombras de su cuerpo, sus brazos sosteniéndome y la humedad de mis mejillas que se mezclaban con las suyas. Recuerdo, además, sus jadeos apasionados y la sensibilidad de sus besos sobre mi piel. Y al final, su caricia en mi cabello antes de marcharse a mitad de la noche, así como cuando llegó.

Sé que River nunca mencionó amarme como yo a él, sé que su aprecio es distinto al que necesito. Sin embargo, nuestra última noche juntos fue tan intensa y apasionada que podría jurar ante este mismo altar que hicimos el amor, y no aquella vez cuando sólo fueron sus palabras las que tildaron así nuestro encuentro.

Verlo ahora solo me hace sonreírle con agradecimiento. ¿Pero de qué podría estar agradecida? ¿De que me rompiera el corazón? A pesar de no saber, así se siente y no soy capaz de explicar por qué.

- Qué guapo se ve, maldición. – me dice C a espaldas de Grey, ya que sabe que estaba viendo a River. – No puedo detestarlo si se ve tan comestible.

- ¡Shh! – es mi turno de callarla.

Pero no se equivoca. River se ve tan bello e irreal cada día que pasa, si no hubiera elegido el camino de la música fácilmente podría ser un modelo masculino bien pagado. Me obligo a dejar de mirarlo para volver los ojos al acontecimiento importante: la boda.

- Puede besar a la novia. – dice el juez, dando por finalizada la ceremonia.

Vince y Lila comparten un beso dramático, como en las películas. Él la sostiene por la espalda y crean un ángulo de noventa grados para concluir como una pareja clásica. Soy tan feliz viéndolo realizarse mientras los fotografían, esto es lo que él quería, lo que nos dijo a todos en el círculo de rehabilitación. Me genera un sentimiento de paz y esperanza en la boca del estómago, esperando que esa felicidad algún día me alcance y pueda recordar este día como el primero de muchos en los que deseé ser feliz a largo plazo más que vivir el momento.

La Ópera del Diablo |henry cavill|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora