Mi teléfono vibra con el nombre de Fredo en la pantalla, cortando a medias la melancólica voz de mi padre cantando sobre el oscuro sentimiento de la tristeza.
Si hay una forma crucial de detenerme en medio de una trágica travesura es mediante las llamadas telefónicas.
Limpio el polvo blanco de la mesita de noche y el resto de las pastillas trituradas, reaccionando a lo que estaba a punto de hacer. Inhalar medicinas antidepresivas en polvo eran más factibles para que llegaran más rápido al cerebro, y de esa forma, poder estar inconsciente todo el día.
Sin embargo, Fredo aparece cumpliendo su papel de mi ángel de la guarda.—Aló. — contesto, fingiendo estar perfectamente bien.
Escucho voces y ruidos en la bocina, y es cuando me doy cuenta que es domingo, pero no cualquier domingo, sino: Los domingos especiales de Alfredo Parisi.—¿Estás viniendo ya? — pregunta, siendo casual y al mismo tiempo intuitivo.
Veo la hora en mi despertador y son casi las once de la mañana. Los domingos son días de almuerzo familiar en casa de Fredo, y usualmente yo soy parte de los asistentes. Él sabe que nunca paso mis domingos con Agnes ni con Cecilia, y generalmente estoy en la cama todo el día. De modo que ahora soy parte de sus reuniones y quizás también de su familia.—Eh... — busco una respuesta. — Estoy terminando de vestirme.
—¡Grandioso! — responde aliviado. — No olvides el vino.
Me visto a la velocidad de la luz, quitándome todo el maquillaje corrido del rostro. Bebo todo el café que puedo si con eso puedo lucir como si no acabase de despertar. Mientras tanto, coloco cucharas frías sobre mis ojos. Me observo en el espejo del baño, y pellizco mis mejillas para tener más color. Busco en el pequeño estante detrás del espejo el frasco de píldoras estimulantes y me trago una de Adderall.
Hace sol y decido ponerme una falda beige larga, una camiseta suelta de La Ópera del Diablo y las mismas converse negras que usé anoche en el concierto.
La familia de Fredo es muy amable y cariñosa, y parte de la confianza es que siempre me ven luciendo como una persona normal y en mis peores momentos. Me he esforzado mucho en no atraer mucha atención de los medios hacia ellos, ya que es el único sitio en el que puedo ser simplemente Korn.
Agarro el primer vino que encuentro en la alacena de casa, y salgo disparada en busca de un taxi.
La casa de Alfredo Parisi está ubicada en el barrio Forest Hills en el distrito de Queens. Pese a quedar muy lejos de mi zona en el centro de Nueva York, el viaje se torna agradable cuando vamos ingresando al barrio. La zona residencial es como trasladarse a una época diferente con una arquitectura salida de la época de los Tudors. Especialmente, me gusta su casa porque es amplia y pintoresca, decorada con fotografías y muchos adornos. Mi parte favorita es el patio trasero, en donde tiene un columpio de fierro blanco con ornamentos negros en el que siempre me gustó pasar el rato.
No habría visitado el hogar de Fredo sino fuera por la ausencia de mis padres. Fredo siempre mantuvo su distancia y protegió a su familia de todos los problemas en los que la banda estuvo comprometida. Además, mi madre jamás habría aceptado venir hasta Queens. Ella era bastante prejuiciosa con los demás. Se habría escandalizado al conocer a toda esta inmensa familia de italianos que grita por cualquier cosa y te besa muchas veces al saludar.
Sin embargo, yo nunca tuve problemas. Hannah, la esposa de Fredo, me acogió los primeros días que estuve desamparada, y toda la familia cuidó de mí después que las leyes me envolvieran en un paquete y me enviaran a su hogar para crecer. Incluso sus hijos mayores, fueron mis amigos y hermanos, y todavía lo son. Sin ellos, quizás ya habría dado por concluida mi travesura suicida. Pero no pensemos en eso. Es domingo de normalidad.
Al llegar a Forest Hills, me bajo del taxi para respirar el aire sin smog de autos ni bullicio. Me arreglo un poco el cabello antes de llamar a la puerta, y me subo los lentes de sol a la cabeza para que puedan ver que estoy en perfectas condiciones.
Hannah abre la puerta y me envuelve en un fuerte abrazo.
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La Ópera del Diablo |henry cavill|
FanfictionTras la trágica muerte de sus padres, todo lo que Cornelia Dreyfus conoce, se esfuma para siempre. La música, la familia y la alegría. Incluso, el amor imposible de su infancia. Los años han pasado, y Cornelia vive en el mundo salvaje del espectácul...