Capítulo 25

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Mauro.

Bajé sigilosamente de la camioneta. Un grupo de hombres me siguió hasta que iniciaron los balazos. Me cubrí detrás de la puerta y disparé a nuestros contrincantes. Ví a Matías y su equipo entrando por la puerta, se cubrían con escudos y también disparaban.

-La zona está despejada, pueden entrar -les dije por medio de un aparato que tenía en la muñeca.

-Te sigo, Mauro -dijo mi papá.

José protegía a su hijo, lo puso en medio de tantos hombres para que no le pasara nada.
No encontrábamos nada en el bosque, todo estaba silencioso lleno de árboles y ramas secas.

-No encuentro nada -dijo Matías.

-Sigamos buscando, este bosque se ve enorme -dijo José.

Continué mirando a todos lados, aunque era de día, los árboles tapaban el Sol. Parecía que eran las seis de la tarde.

-En el fondo del bosque hay una pequeña casa -dijo Óscar por el aparato.

-¿Mas o menos por dónde? -preguntó Matías.

-Tienen que recorrerlo todo, justo por donde entraron continúen caminando derecho hasta topar pared, giren a la izquierda y caminen, encontrarán la casa -dijo Mauricio.

-Ustedes no vayan a entrar hasta que lleguemos nosotros -dijo mi papá.

Escuchamos de nuevo balazos, nos cubrimos entre todos. Matías se quedó estancado en un árbol, le llovían los disparos. Le disparé a algunos que le apuntaban, logré darles y le hice una señal a Matías de que avanzara.

-Yo te cubro, tu sigue -le dije.

Continuó caminando mirando a su alrededor.

-Camina derecho, no te desvíes -le dijo José-. Nosotros vamos detrás de tí.

Mi equipo y yo nos quedamos para seguir disparando, ellos avanzaban con facilidad hasta que les aventaron una granada.

-¡CÚBRANSE! -gritó mi papá.

Todos se tiraron al suelo y gateaban en sentido contrario donde cayó la granada. Los sacó volando cuando ésta explotó.

-¡PAPÁ! -grité.

Estaban delibitados, no podían ni pararse.

-Escuadrón A, siganme -les dije-. Los de B quédense a proteger, acaben con todos.

Corrí hacia mi familia. Diego tenía lastimado el pié, Matías trataba de levantarse hasta que lo logró pero seguía sin fuerza, José veía a su hijo llorando, él casi no sufrió mucho daño y a mi papá no lo encontraba.

-¿Dónde está mi papá? -pregunté.

Un hombre me señalo un lugar, tampoco casi no tenía fuerza.
Corrí cuando ví a mi papá, estaba respirando rápido y ni siquiera trataba de levantarse.

-Papá -le dije-. Traté de cargarlo.

-¿Có-cómo está Matías? -preguntó.

-Está bien, algo débil pero logró levantarse.

-Tuve... que empujarlo -tosió-. Recupera... a tu hermana... no permitas que... que algo le pase.

-Levántate, papá -lo senté.

-Ya es... tarde... hijo...

Le quité la camisa, su espalda estaba roja y llena de pequeños puntos del mismo color. Me asusté mucho y no dudé más, saqué fuerza y lo cargué.

Tu Recuerdo (Completa✔) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora