vingt quatre

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Advertencia: escenas de violencia física, menciones de violencia psicológica, mención de abuso sexual (los párrafos donde esto se encuentre expresado serán señalados de principio a fin con un asterisco).

Do HeeSook 
diez años de edad

Cuando HeeSook conoció a JinWoo, ambos tenían nueve años, y él era el estudiante nuevo por el cual la expectativa crecía entre los alumnos. "Escuché que su familia tiene dinero", era lo más comentado por los demás en su clase. A ella no le interesaba involucrarse en lo absoluto. ¿Qué conseguiría si le hablaba a alguien como él? Solamente volvería a ser humillada. Prácticamente todos en su salón ya la convertían en el objetivo de las burlas al haber logrado ingresar por medio de una beca, así que el chico nuevo debía, ante su lógica, ser similar a sus pares.

El momento en que lo vio cruzar por la puerta del salón, sólo pudo pensar que era un niño normal, un poco más bonito que el resto en su clase, pero aún así, no entendía el alboroto. No sería un reto ignorarlo, y tampoco creía tener un motivo que se lo impidiera. Después de todo, nadie quería acercarse a ella, y sabía que pronto el niño nuevo se enteraría de su estatus social con detalle, proporcionado exclusivamente por sus compañeras del salón. Estaba acostumbrada a que alejaran a todos de su lado, incluso con mentiras acerca de su personalidad o su pasado.

Sin embargo, HeeSook no esperó que su plan de ignorarlo durara solamente hasta la clase de gimnasia.

Ese día, mientras practicaba arquería en solitario, en su intento por no involucrarse en deportes cooperativos, otra persona se le unió sin previo aviso. Para su sorpresa, el niño nuevo estaba allí, sonriéndole y pidiéndole que le enseñara a tirar como ella. "Hola, ¿cómo te llamas? Yo soy JinWoo, me siento cerca de ti. Lo haces muy bien, ¿me puedes enseñar?". Esas fueron las palabras exactas que comenzaron su amistad.

Desde ese entonces, se convirtió en su mejor y único amigo en la escuela. Ahora que tenía diez años, un año entero después de haberlo conocido, estaba segura de que había tomado la decisión correcta al confiar en él. Gracias a JinWoo, los días habían dejado de ser tan agotadores y sombríos, y al menos tenía a su lado a alguien que le tendiera una mano para ayudarla a soportarlo todo.

Por eso, cuando lo vio ingresar en el pasillo cercano a los baños, donde ella se encontraba, sonrió con alivio. Por fin, había llegado su única ayuda.

─¿Estás bien, HeeSook? ─preguntó JinWoo, viéndola con preocupación. Tirada en el suelo, con la ropa manchada con los restos de una bebida y la misma expresión de tristeza y agotamiento de cada vez que tenían clases de gimnasia, así era como la encontraba siempre, antes de que tocara el timbre de regreso a sus siguientes clases. Se acercó de prisa y la ayudó a ponerse de pie, mientras ella sonreía forzadamente y contenía las ganas de llorar, asintiendo con la cabeza para tranquilizar a su mejor amigo.

─Estoy bien, ya me acostumbré ─respondió, desanimada. Se acomodó el uniforme e intentó hacer lo mismo con su cabello. JinWoo apretó los puños con fuerza, demasiado indignado ante la resignación de HeeSook. Estaba cansado. Odiaba ver su bonito y largo cabello ser enmarañado; sus dulces ojos totalmente rojos a causa de las lágrimas, perdiendo el brillo amigable con el que siempre lo miraba; su uniforme arruinado o su frágil cuerpo ser lastimado.

─No debería ser así... No tienes que soportarla sólo porque es la hija del jefe de tu padre... No es justo ─JinWoo sonó sereno y bastante desanimado al decirle aquello a HeeSook, pero la realidad era distinta en su cabeza. Deseaba golpear a las personas que le hacían eso a su mejor amiga. Algo en él, desde hace bastante tiempo, se había cansado de actuar como el niño perfecto proveniente de la familia más correcta e inofensiva del vecindario, lo cual se trataba de una fachada para encubrir la realidad. Quería vengarse de cada una de las personas que se burlaban de HeeSook por el simple hecho de ser becada, por no pertenecer a una familia adinerada como la mayoría en la escuela. Quería hacerlos pagar, uno por uno.

v ; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora