vingt sept

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Cuando mis ojos se abrieron, me percaté de que seguía en la habitación de aquella casa. Nada había cambiado, excepto por la nota que reposaba sobre la mesita de noche junto a mí. En ella, escrito con una letra bastante elegante, decía: "La espero en el templo del jardín para almorzar y charlar sobre aquél asunto".

Me levanté de la cama, acomodando en mis pensamientos los sucesos de aquella madrugada, más tranquila esta vez. Luego de ducharme, pude sentir el hambre atacando mi cuerpo. La casa se hallaba completamente vacía cuando bajé por las escaleras. Examiné el salón principal, el comedor y la biblioteca, siendo éstos los lugares con los que estaba familiarizada, pero no tuve suerte para encontrar a alguien. El sentimiento de ser ajena a ese ambiente se tornó algo incómodo, pero en mi mente cruzó una idea que me distrajo de la soledad por un instante: Vaeros estaba detrás de aquél pasadizo que se presentaba tras la puerta de madera. Me acerqué cautelosamente cuando logré encontrar la ubicación exacta de dicha puerta, acariciando la madera con el anhelo absurdo de poder saber sobre su estado en aquél momento. Las palabras de Astaroth todavía daban vueltas en mi cabeza, logrando que cuestionara aquél sueño que tuve, pensándolo de una forma distinta.

─Por favor, no intente ingresar. Es peligroso ─me advirtió una voz de repente, en un tono careciente de emoción alguna. Bastante sorprendida, me giré para encontrarme con el chico que Astaroth me había asignado el día anterior para cuidar de la puerta de la biblioteca. Era tan joven y esbelto, pero poseía la palidez y la inexpresión de un espíritu, como el de una película.

─Tranquilo, no intentaba nada raro... Sé que te meterías en problemas si causo un alboroto ─contesté, apenada. Le sonreí con algo de torpeza, sin conseguir nada más que un asentimiento de cabeza por su parte ─. Buenos días, por cierto ─como respuesta, me ofreció una ligera reverencia y un semblante relajado, pero muy serio.

─El Señor Astaroth solicitó que la escolte hasta el templo ─me informó, mientras yo accedía al instante y me dejaba guiar por él. Claramente, sabía muy bien dónde se hallaba el templo, porque había estado allí con Vaeros y probablemente Astaroth lo sabía de sobra. Sin embargo, estaba claro que había enviado a ese chico para vigilarme y asegurarse de que no tomara decisiones impertinentes. Así, un poco ofendida, pero entendiendo su estrategia, decidí caminar a la par del hombre silencioso.

─¿Trabajas para la familia de Vaeros desde hace mucho tiempo? ─le pregunté, intentando romper un poco el hielo y hacer de la caminata algo más ameno. Su respuesta fue simple: asentir con la cabeza ─. Oh, entiendo... Debes estar muy ocupado en el día ─agregué, recibiendo nuevamente la misma reacción por su parte. Sonreí delicadamente mientras lo observé de reojo por un escaso segundo, entendiendo que no serviría de nada intentar conversar como lo hacía con el resto de personas en la casa ─. Lo siento. Sé que es algo molesto hacer todo esto cuando debes tener otras tareas ─me disculpé, creyendo que me había excedido un poco en confianza. Sin embargo, para mi sorpresa, su respuesta esta vez fue negar con la cabeza.

─Es mi trabajo, pero usted me agrada mucho. Hace tiempo no veía un rostro nuevo por aquí... Le soy indiferente a muchos invitados, pero usted me saluda y charla conmigo... El señor Vaeros dijo que sería así ─me comentó, ganándose una tímida sonrisa por mi parte. Viéndolo de reojo, noté que la comisura de sus labios se elevó apenas, para luego volver a la usual inexpresividad en su rostro ─. Mis disculpas, me excedí. Seré menos ruidoso hasta que lleguemos ─avergonzado por su confesión, siguió caminando en silencio.

─No te disculpes, me alegra saberlo ─contesté, dejándolo en paz a partir de ese momento. Entendía que mantener distancia prudente y realizar su trabajo sin pasarse de la línea era algo totalmente normal, como en cualquier otro. Sin embargo, parecía ser cercano a Vaeros y aquello resultaba adorable a mi parecer.

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2022 ⏰

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