douze

3.8K 383 159
                                    

─Dímelo, Vaeros ─exigí, sin recibir respuesta alguna por su parte más que la indiferencia misma ─. Te echaré si no lo haces ─amenacé, en un patético e infantil intento por conseguir mi objetivo.

─Qué molesta... ─murmuró, esquivando mi insistente petición. Sin darme tiempo a replicar nada más, se levantó del sofá y se estiró, entumecido por haber estado demasiado tiempo durmiendo sobre éste ─. Ya te lo he dicho... Las cosas en mi mundo no son tan fáciles de aceptar y afrontar como en el tuyo.

Había dormido toda la tarde luego de fumar por una hora cuando JinWoo se fue, y en ese momento, después de semejante siesta, volvería a fumar como un desesperado. Como si aquél cilíndrico vicio le trajera algún tipo de seguridad de que yo me alejaría y no tocaría el tema de su enemistad con JinWoo de nuevo o de que podría evitarme de esa manera. A decir verdad, un poco de humo y un silencio sepulcral por su parte no me harían abandonar la idea de saber más. Pero, si quería jugar a semejante juego, me debía obligar a mí misma a buscar una respuesta alternativa.

Mientras él se dirigió al balcón a fumar, yo aproveché para iniciar mi segundo plan de acción. Fui a mi habitación y decidí cambiarme por algo más adecuado. Me vestí rápidamente, maquillándome lo más ligero posible y echándome unas gotas de mi perfume casi sin pensarlo demasiado. Una vez que terminé, crucé la sala con poco disimulo. Cuando tomé mi celular y las llaves, sentí el ruido de la puerta corrediza del balcón, y sonreí con malicia ante ello. Vaeros me había notado, justo como me imaginé. Encendí la llama de su curiosidad.

Pocos segundos después, mientras me colocaba unos tacones en la entrada y me preparaba para salir, sentí su presencia cerca de mí. Levanté la mirada, ya con los zapatos puestos y el fingido desentendimiento en mi semblante. Él poseía el ceño ligeramente fruncido y balanceaba su encendedor entre sus dedos mientras se apoyaba contra la pared a sus espaldas. Cuando mis ojos hicieron profundo contacto con los suyos, pude ver el destello rojizo emergiendo de su mirada. Tragué en seco y borré aquella socarrona expresión mía al ver cómo pasaba de lucir confundido a lucir descontento, casi como si supiera cada mísera idea que rondaba por mi cabeza. ¿Había sucedido lo que yo creía?

─¿Qué crees que ganarás haciendo eso? ─me cuestionó, enviando un escalofrío a través de toda mi espina dorsal. En efecto, había logrado leer mis pensamientos como si se tratara de algo tan común y corriente, que debía pasar desapercibido entre ambos.

─No estoy haciendo nada malo ─repliqué en mi defensa, aclarando ligeramente mi garganta. Estaba nerviosa, eso podía decirse fácilmente. ¿Y cómo no? Si él acababa de escarbar en mi mente de la forma menos disimulada posible. Además, si lo había hecho en aquél momento con tanta naturalidad y sin pensárselo demasiado, solamente podía imaginar la cantidad de veces en las que realizó la misma acción con anterioridad ─. Solamente quiero conocer mejor acerca de ti.

─Eres tan terca, querida HeeSook ─suspiró, aún sin conformarse con mi decisión ─. Terca e impaciente...

─Lo sé, pero aunque espere a que me lo cuentes tú, siempre me dejarás con una duda pendiente... Así que iré con él, ya que no le importará involucrarme ni sincerarse demasiado hasta asustarme ─respondí, encogiéndome de hombros.

─Eso es lo que tú crees... Además, ¿cómo piensas encontrarlo? No sabes nada sobre él ─intentó desmoronar mi plan con esas palabras, pero realmente, no tenía idea. Al parecer, no había logrado escrutinar demasiado en mi mente para saber ese pequeño detalle. Sonreí con malicia mientras salía de mi departamento, con él siguiéndome detrás casi de automáticamente. Después de escuchar el click en la puerta cuando él la cerró, decidí voltearme en su dirección.

─Sabía que no querrías contarme nada, así que, mientras dormías, me tomé el atrevimiento de revisar tu celular y buscar su número ─le informé con simpleza, como si no existiera algo incorrecto en lo que hice, viendo cómo él fruncía el ceño y se acercaba hasta que nuestros cuerpos casi chocaron.

v ; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora