deux

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Mi encuentro con el enigmático V había establecido un patrón demencial en el plano onírico de mi vida. Aparecía en cada uno de mis sueños y, diferente de las veces anteriores, emitía palabras, conversaciones directas conmigo. Un sueño que implicaba a situaciones cotidianas se terminaba convirtiendo en su parque de diversiones. Lo deformaba a su gusto y me entregaba escenarios llenos de falacias y escabrosas situaciones. Escarbaba en los rincones más oscuros de mi memoria y desenterraba cosas que hubiese preferido que jamás supiese. Jugaba directamente con mis miedos, mis traumas y mis anhelos. Sabía detalle por detalle cada aspecto de mí, y aquello lo volvía todo en un juego donde él siempre sería el vencedor.

Otro día en mi tediosa jornada había terminado, y me encontraba caminando junto a mi compañero de trabajo y mejor amigo, Oh JinWoo. Éste se había encargado de mantenerme a salvo, al menos en el plano físico. Sabía que no me creía del todo, pues asociaba la repentina aparición de V con el estrés del trabajo y de mi vida personal. Pero sabía que mi miedo era sumamente real, y no perdería el tiempo intentando buscar una respuesta o cuestionándome antes de protegerme.

Tan pronto como abordamos su auto, mi cuerpo se relajó y las preocupaciones por el regreso de aquel misterioso (y en parte muy celestial) ser se desvanecieron. Me fundí en el asiento y suspiré hondo mientras cerraba los ojos, anhelando una taza de té y poder dormir, y por consiguiente soñar, sin que acabe todo en un festival de insomnio y terror.

─Deberías relajarte un poco ─me sugirió JinWoo, en una voz apacible. Aún cuando sus ojos estaban clavados en el camino, sabía que en su semblante se albergaba la preocupación.

─Es fácil de decir ─comenté con cierta amargura ─. No puedo estar tranquila cuando lo veo en todos lados... ─murmuré, sintiendo que un sofocante nudo comenzaba a producirse en mi garganta ─. Sé que es algo más que estrés. Lo que sentí ese día fue real, lo que vi también ─mi tono adquirió esa densidad producida por la frustración, y me irritaba no ser tomada en serio aunque fuese en una situación que, contada de forma ligera y por bocas ajenas, era absurda.

─HeeSook... quiero creerte... ─pausó, con su belfo inferior siendo capturado entre sus blanquecinos dientes, y aquellos tiernos ojos que me transmitieron una disculpa ─. Sé que el año pasado fue difícil, pero...

─Olvídalo, JinWoo.

Sabía que, para todos en mi entorno, yo estaba comenzando a perder la cabeza. Podía entenderlo, pero eso no quitaba el hecho de que me irritaba ser cuestionada, tratada como una insana o alguien demasiado sobrepasada de estrés.

Aquella noche, bajo mis sábanas, temí como cada vez que debía cerrar los ojos y entregarme directamente a los brazos de la tortura personificada. Suspiré y comencé a sentir el efecto de la pastilla para dormir dentro de mi sistema, deseando que aquel sueño inducido me permitiera evitar soñar con él.

Lastimosamente, de las pesadillas no hay escape alguno.

El escenario en el plano onírico me sorprendió esta vez: era mi escuela primaria. Estaba desolada, con un silencio sepulcral que me ponía los pelos de punta y hacía crecer el pánico en mí. Caminé por los pasillos y el eco de mis pisadas llenó aquel espacio vacío. La escasa luz lograba un efecto de confusión y desorientación, y la brisa gélida que rozaba mi piel erizaba hasta lo más profundo de mi ser. El sonido de las manecillas del reloj de pared, el rechinar de algunas puertas, el goteo que provenía de algunos bebederos... Eran claramente la señal de una ambientación bien planeada.

Tic, toc... ─dijo alguien cerca de mi oído, en un tono macabro. Tragué con fuerza ante la voz a la que ahora podía asociar con el rostro de mi acechador ─. Pronto terminará el recreo... ─canturreó, y esta vez se sintió aún más cerca. Sentía que estaba detrás de mí, y mi instinto me pedía salir huyendo de allí. Pero el pánico vencía sobre mí, jugaba con mis articulaciones y las privaba de reacción alguna ─. ¡Juguemos a las escondidas! ─rió como un lunático, como si su propuesta tuviese un final macabro que únicamente él podría saber. Aún sin verlo, y a pesar de su máscara, sabía que escondía una sonrisa que sería la copia exacta de la perteneciente a un demonio─. Uno, dos, tres, cuatro... debes esconderte... cinco, seis, siete, ocho... voy a atraparte, HeeSook... nueve, diez, once, doce...

v ; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora