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—¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza que deberían habernos hecho un examen de madurez antes de dejarnos tener nuestro propio apartamento? —Mastico una galletita mientras observo a mi compañera de piso untar mermelada en un panecillo.

—Eh, ¿no? —Lexie parece confusa por mi pregunta. Limpia el cuchillo antes de dejarlo en el lavavajillas.

Vale, quizá sean cosas mías. Mientras que ella desayuna un panecillo, yo tengo galletitas saladas con queso, así que puede que sea problema mío y no un problema normal de una veinteañera. Aun así...

—¿No te preocupa ni lo más mínimo que podamos desayunar Cheerios de chocolate todos los días y que no haya nadie que nos lo impida?

—¿Existen los Cheerios de chocolate? —Arruga la nariz y pone cara de duda.

—Ya lo creo.

—Mmm. —Toma un bocado de su desayuno habitual mientras yo acabo con la última galletita salada con queso ... La caja está vacía. Tengo que empezar a comprar el paquete de tamaño familiar o aprender a racionar la cantidad de galletitas que como de camino al supermercado.

—¿Quién haría el examen? —termina por preguntar, porque es una buena amiga y los buenos amigos siempre tienen en cuenta tus ideas antes de descartarlas.

—La señora Butterworth.

Lexie parpadea varias veces sin apartar la mirada de mí.

—¿Una botella de sirope de arce con forma de anciana debería juzgar quién está preparado para la vida adulta?

—¿Quién si no? No podemos fiarnos de que el Gobierno nos hiciera un examen justo... Permanecemos en silencio mientras Lexie piensa en cosas de adultos y yo sobre las preguntas

que haría en ese examen. ¿Necesito un seguro del hogar aunque viva en una casa de alquiler?

¿Cómo de exactas son las fechas de caducidad? ¿Tan malo es desayunar galletitas saladas?

—¿Vamos juntas en coche? —pregunta Lexie con el bolso colgado del hombro y las llaves en la mano.

—Claro —respondo.

Recojo mi bolso y la sigo hasta la puerta. Trabajamos en el mismo sitio, así que a veces compartimos coche. Como hoy es viernes y vamos juntas, Lexie no podrá parar en la tienda de

segunda mano de vuelta a casa, porque eso es lo que haría los viernes por la tarde si yo no interviniera.

A las dos nos contrataron en una feria de empleo celebrada en el campus durante nuestro último curso en la Universidad Estatal de Luisiana, y eso es algo importante. Son trabajos de verdad. Trabajos de adultos con planes de pensiones y ventajas fiscales en un complejo hotelero totalmente nuevo en el Strip de las Vegas. Me dedico al marketing de eventos, así que básicamente me pagan por ayudar a la gente a organizar acontecimientos sociales. Acontecimientos que celebran en un complejo hotelero de lujo en Las Vegas. ¿A que mola? Vivo mi vida adulta como cualquier persona de éxito, dejando a un lado la cuestión del desayuno.

Lexie y yo decidimos compartir apartamento cuando nos trasladamos a Las Vegas, lo que ha resultado ser una decisión estupenda porque, aunque tengamos la misma edad, nuestras habilidades son muy distintas. Somos como dos gotas de agua. Como si una fuera de mar y la otra de un manantial en un caluroso y sediento día de verano. Lo que sea, ya me entiendes.

Lexie es morena.

Yo tengo el pelo rubio. Ella es virgen.

Yo no.

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