—Necesito que encuentres a alguien por mí —anuncio con ímpetu al tiempo que entro en el despacho de Canon y me autoinvito a sentarme en una de las butacas frente a su mesa.
—Harry está en Reno, trabajando en un caso.
—Sé dónde está Harry —replico sin molestarme en esconder mi exasperación—. Necesito saber dónde está Carol.
—¿Quién es Carol?
Canon deja de escribir y levanta la vista de la pantalla para mirarme. Se reclina en la silla y une las yemas de los dedos de ambas manos. Me da la impresión de que he captado su atención. Principalmente porque es un maldito cotilla.
—Mi asesora personal.
—Tu asesora personal. —Canon asiente despacio y arquea una ceja. Parece que acabo de alegrarle el día—. Continúa.
—Sí, mi asesora personal. Tengo que encontrarla tan pronto como sea posible porque necesito que me aconseje.
—¿Has intentado llamarla?
—Perdí su número. —Hago un gesto con las manos para decir que podría pasarle a cualquiera.
—¿Cómo has perdido un número que marcas desde el móvil? Se queda registrado en las llamadas salientes. ¿Quieres que hackee tu móvil otra vez para buscarlo? —Se inclina sobre el teclado como si estuviera a punto de hacerlo.
—¡No, no hagas eso! —Le indico que pare con un ademán. Dios, Canon es como un grano en el culo. Un grano en el culo con una habilidad increíble para acechar a los demás, me recuerdo—. Nunca anoto las citas en el teléfono, así que no tengo su número.
—Vale. Entonces, ¿las programas por correo electrónico?
—A ver. —Dejo escapar un profundo suspiro porque no veo cómo puedo evitar esto—. La cosa es que... —empiezo a confesar, pero Canon me interrumpe.
—Estoy impaciente por saber de qué se trata. —Sonríe.
Sé que va a disfrutar demasiado de este momento, pero estoy desesperada, así que le lanzo una mirada para que se calle si quiere oír de qué se trata. El muy capullo tuerce una sonrisa y se reclina de nuevo en la silla.
—La cuestión es que Carol no es exactamente mi asesora personal.
—Explícate.
—Fue una especie de sesión de asesoramiento personal de prueba. —Atrapo una mota de polvo inexistente de la rodilla para evitar la mirada de Canon. Cuando no soporto más el silencio, me arriesgo a buscar su mirada.
—Cuéntamelo todo. Necesito estar al tanto de cualquier detalle.
—Buf, eres insufrible.
—Escúpelo o no te ayudo.
Le explico a regañadientes que el destino me ofreció un par de sesiones de asesoramiento personal de prueba mientras Canon me interrumpe con preguntas. Cuando acabo y él termina de reírse, me dice que sería un buen fichaje para el departamento de vigilancia en caso de que alguna vez quisiera labrarme un futuro en el sector de la seguridad. Cosa que está bien. Añado las habilidades de vigilancia a mi lista de cualidades porque, en realidad, no es una mala destreza y es bueno saber que tengo diversas aptitudes.
—Así que ¿quieres encontrar a Carol porque necesitas un consejo que no puedes obtener escuchando a escondidas?
—Probando. Estaba probando.
—Cierto. Probando.
—Pero estoy preparada para subir de categoría y tener una cita de verdad, porque necesito que me ayude a identificar cuáles son mis puntos fuertes. Necesito una lista exhaustiva, no solo un resumen.