Dado que se va a divorciar de mí, me dispongo a dejar limpio el plato cuando empieza a servirse el suyo con pasta y pollo. Llegados a este punto, no tengo motivos para fingir que soy una flor delicada. Ya hemos pasado esa fase. También sigo un poco resentida por haber escogido la ensalada para almorzar y tengo demasiada hambre como para que me importe.
—Qué bueno está —gruño de placer con la boca llena de pasta—. ¿Te dejaron probar una muestra del queso o ya sabías que era bueno? —pregunto cuando dejo de masticar.
—No sé si lo dices en serio o si estás loca.
—Es que soy muy divertida.
—Eres peculiar —coincide. Toma un sorbo de vino y me observa por encima del borde de la copa.
—¿Alguna vez has conocido a alguien como yo?
Tarda un rato en responder, me contempla como si lo pensara de verdad.
—No —responde al fin—. Desde luego que no.
—¿Has estado casado, Harry?
—No. —Niega con la cabeza una sola vez. Me pregunto si pensó en casarse con Gwen. Ese era el nombre de la ex que Staci mencionó.
—Ya, yo tampoco. —Me encojo de hombros—. Me temo que se me daría como el culo.
—¿Qué te hace pensar eso?
—A mis padres se les da como el culo.
—No es genético.
—No, pero es comportamiento adquirido, ¿no? Eso es incluso peor.
—Pareces el tipo de mujer que puede hacer cualquier cosa que se proponga.
—Mmm. —Eso me gusta. Me gusta mucho—. ¿Qué hay de tus padres? ¿Siguen casados?
—Nunca se casaron.
—Oh. —Pincho un trozo de pollo con el tenedor mientras me imagino todo lo que eso puede significar. A lo mejor hay una trágica razón para ello, como que sus padres estaban locamente enamorados pero su padre murió cuando su madre estaba embarazada. Quizá falleció durante una misión del Ejército o en un accidente de coche de camino a recoger su cuna. Me pregunto si pensar en aquello entristece a Harry, fuera lo que fuese. Me llevo el tenedor a la boca y lo observo. Quiero saber más, pero estoy segura de que no tengo ningún derecho a preguntar.
—Mi madre era una stripper y mi padre nadie a quien merezca la pena nombrar —responde tras unos minutos de silencio mientras seguimos comiendo. Es como si viera girar los engranajes de mi cerebro, muerto de curiosidad. O quizá ya esté familiarizado con mi viva imaginación y ha decidido cortar de raíz la visión que estaba teniendo.
—Ah. —Me lleva un momento procesar lo que me acaba de contar—. ¿Era? —pregunto—.
Eh, tu madre... ¿falleció?
—Sí. —No parece exactamente triste. He descubierto que no suele mostrar sus sentimientos, pero atisbo un brillo de aflicción en sus ojos, tan rápido como un parpadeo—. Ha pasado mucho tiempo.
—Lo siento.
—Gracias.
—¿Te enseñó a preparar esto?
Tomo otro bocado. ¿Le gustaría que al menos fuéramos compañeros de piso? Se me da bien fregar los platos cuando Lexie cocina, así que no soy una compañera de piso completamente inútil.
—Qué va —sonríe—, pero me enseñó a ser independiente. Me decía que era mi madre, no mi sirvienta.
—Chica lista.