Maldita sea. Harry está bueno. Es joven y está cañón. Bueno, no es tan joven... Supongo que tiene unos treinta, pero esperaba a un hombre gordo setentón, así que es joven en comparación. Y resulta que es el mismo hombre que vi en el vestíbulo del Windsor hablando con Canon hace unos días.
Eso significa que ha vuelto a mí, ¿no? Yo creo que sí. También podría ser una coincidencia, claro. Podría. Canon es amigo de Harry, así que se pasó por el hotel. A Lexie le gusta Rhys, así que nos hemos pasado por el club. Bla, bla, bla. ¿Coincidencia? No. Porque una coincidencia no es más que otra forma de llamar al destino. Es cierto, lo he buscado.
Sonrío. Mucho, mucho, mucho.
Nunca me ha dado por los tíos mayores. Jamás he sido el tipo de chica que fantasea con seducir a su profesor, a su entrenador o al mejor amigo de su hermano mayor. En realidad, nunca he fantaseado con seducir a nadie, principalmente porque, por experiencia, no me ha resultado difícil conseguir chicos. Siempre he salido con compañeros de clase y era bastante fácil determinar si había atracción mutua antes de que me colgara demasiado de alguien.
Harry es una delicia. Representa todas las fantasías inapropiadas que nunca he tenido.
El día de hoy va mucho mejor de lo que había anticipado. A lo mejor, el plan de Lexie no es tan alocado como parece. ¿Ves? ¡Otra coincidencia! ¿Quién vende su virginidad? Nadie. Y menos las jóvenes de veintidós años con un trabajo y un historial de buena chica.
Aun así, aquí estamos.
Harry levanta la mirada de su escritorio cuando Sally anuncia nuestra llegada y, en el momento en que sus ojos aterrizan sobre los míos, me parecen tan devastadores como sabía que serían, aunque no creo que «devastador» sea la palabra adecuada. Necesito buscar otra expresión para sus ojos más tarde. Una que implique que quiero tener hijos suyos de inmediato.
A lo mejor. Todavía es posible que me irrite cuando hable, así que no hay necesidad de adelantarse a los acontecimientos. No hay problema. Si no conectamos, todavía podemos follar. Siempre y cuando esté dispuesto a mantener la boca cerrada.
¿Qué le gustará? Regenta un club de striptease, por lo que quizá debería abrirme a nuevas experiencias. No obstante, siempre he estado orgullosa de mi capacidad de adaptación, así que soy optimista.
Lexie da un paso adelante y extiende la mano para presentarse. Bendita sea. Me coloco a su
lado a la vez que Harry se levanta y le da la mano con una expresión de educada indiferencia en la cara. Ni siquiera le mira las tetas.
Esta no es la reunión que esperaba.
—Payton —digo, y extiendo la mano después de Lexie.
Su mirada oscila de ella hacia mí mientras me da la mano. Tampoco me mira las tetas, menuda decepción. Caballeroso, pero decepcionante. Tengo las tetas muy bonitas. Aunque, para ser sincera, me he vestido para reunirme con un viejo pervertido, no con mi futuro marido.
El despacho se parece mucho a la recepción en la que acabamos de estar. Todo es de colores neutros caros. Hay una mesa de madera que parece sacada directamente de las páginas de un catálogo de muebles de lujo. Delante, hay dos sillas elegantes para las visitas y, tras ella, un aparador con una sola planta encima. Deduzco que ese toque es de Sally.
Es un despacho agradable. Refinado, como el mismo Harry. Ni siquiera hay un sofá para los castings.
Nos sentamos y Harry sacude la muñeca para comprobar la hora en el reloj. Dice que tenemos quince minutos.
Miro a Lexie, esperando a que empiece, pero parece que vaya a vomitar. No pasa nada, para eso estoy aquí. Distraeré a Harry mientras Lexie se recompone. Y con distraer quiero decir conocerlo mejor.