El encuentro (II)

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Una vez Tristán se encontró lejos del Bosque de las Voces, las almas eran libres de volver a vagar entre los árboles sin temor, pero no lo hicieron para preocupación de Sore. Desde el interior de la caverna se debían escuchar los lamentos y llamados, no aquel un silencio perturbador.

— Esta tranquilidad —Se dijo—, no es normal.

Temiendo lo peor, abandonó la caverna y se internó en el bosque. Los espectros estaban desaparecidos y las voces ausentes, tal y como no debía suceder nunca. Continuó buscando, ya un poco asustada. Entonces dio con quien menos imaginaba, únicamente que fuera en su peor pesadilla.

<<Balthajar>>.

Sus miedos parecieron tornarse realidad, pero antes de suponer que así era, se acercó a su ahijado. Él semidiós se mantuvo tranquilo, mirando a la guardiana fijamente hasta que la tuvo justo delante suyo.

— Balthajar... ¿qué haces aquí?

— Recluto a mi ejército —Respondió sereno—. Le he perdido el rastro a mi padre, pero creo que ya no es una amenaza. Voy a destruir este mundo pronto. La muerte cubrirá la poca vida que queda y yo ascenderé como un ser universal.

Fue como si le hubieran lanzado un cubo de agua fría a Sore.

— ¿Y me lo dices así... tan tranquilo?, ¿qué te hace pensar que te dejaré marchar sin más?

— ¡Jajaja! Oh, Sore, eres demasiado vieja para lograr hacerme daño. Hazme un favor y no me des motivos para acabar con tu vida.

— No serías capaz.

— No, no lo sería —Admitió el semidiós—. Aunque, madrina, siento decirte que eres la última de los guardianes corrompidos.

— Balthajar...

— Nya fue un accidente —Interrumpió—, Theo una necesidad y Firense se interpuso en mi camino... sin embargo, a ti no tengo por qué quererte muerta. Es más, necesito un favor tuyo.

Se acercó aún más a la guardiana al punto que su respiración chocaba con la de ella. Sore tocó inconscientemente su muñeca derecha donde tenía su marca de nacimiento.

— No pienso ayudarte en lo más mínimo.

— Créeme, te conviene. Le voy a dar un mes a lo terranos para prepararse. Quince días para que les des la noticia y quince días para que me busquen y se enfrenten a mí... y a mi ejercito. Deberán encontrarme vosotros.

>> Fue tan sencillo engañar a estas almas que parece ridículo, ¿no se suponía que las estabas custodiando? Oh, menudo fracaso, casi igual de lamentable como el de aquel día que no pudiste proteger a tu hermana.

— ¡Cállate!

Sore arrancó con su poder un enorme pedazo de piedra del suelo. Se lo lanzó a Balthajar, pero este, con un simple movimiento de esquiva, rompió el pedrusco en cientos de pedazos. La guardiana tuvo que cubrirse, perdiendo de vista a Balthajar. Cuando logró recuperarse, el semidiós ya no estaba.

— Tengo que volver —Admitió, aún afectada por el reciente encuentro.

Volvió a tocar su marca de nacimiento... sonrió, llenándose de valor.

— No se puede huir del miedo, ¿verdad?

<<Al final, siempre hay que enfrentarlo>>.

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