— Otra onda... —Murmuró Ala luego de ser despeinada por aquel viento extraño.
Ya todos los jefes sobrevivientes y sus respectivas aldeanos se encontraban bajo la protección de Jordrao, mas la inmensa aglomeración de terranos en el Templo de Piedra solo aumentó la incertidumbre y los conflictos entre ellos, por lo que se habían llamado a los jefes a una reunión en el sauce con el fin de llegar a un acuerdo.
En medio de esta reunión, y ya llegado el mediodía, fue que la onda impactó a los presentes.
— Igual a la que provocó Jordrao cuando despertó —Recordó Olivo.
A excepción de Jordrao, que mantenía su atención fija en el horizonte, no hubo quien no se sobresaltara. La primera onda había resultado ser motivo de alegría, pero tuvo sus consecuencias. Esta, podría ser igual. Hasta Ala se notaba preocupada, esperando con temor a que temblara el suelo como la primera vez y se abriera en dos.
— Mi semidiós, ¿deberíamos preocuparnos? —Preguntó Aqua imaginando lo peor.
Aren, las ninfas, Ala, Jaco y los demás jefes centraron su atención en Jordrao, quien parecía sumido en sus propios pensamientos.
— ¿Mi semidiós? —Volvió a llamar Aqua.
— Dyagna es libre —Se limitó a responder Jordrao, sonriendo con alivio.
Sus palabras fueron recibidas con asombrado silencio. Las primeras en manifestar su contento fueron las ninfas, dada su fiel creencia en la profecía. Luego Aren se les unió, llenándose de esperanzas.
Tierra Nevada se había vuelto un mundo desolado y oscuro, aunque con la reciente noticia, imaginarla maravillosa de nuevo no parecía un sueño imposible.
<<No, Tris y Dyagna no pueden hace nada para revivir este mundo, esa misión me toca a mí —Recapacitó Aren—, y no hay mucho que pueda hacer si la tierra no sana>>.
La felicidad que experimentó el chico disminuyó. Su poder llegaba a revivir plantillas moribundas; todo un mundo era otro nivel. Intentó disimular sus bajos ánimos, algo imposible de conseguir al lado de un semidiós como Jordrao quien, rápidamente, y al sentir el decaimiento del joven guardián, le miró. Jordrao se dispuso a hablar, pero un rugido estalló en las cercanías.
— ¿Deberíamos alegrarnos nuevamente o esta es la parte en que ocurre algo malo? —Se atrevió a burlarse Jaco, optando por una posición defensiva junto a su hermana.
Jordrao se puso tan serio que los demás notaron su enojo, algo muy raro en él. El semidiós miró a sus invitados. La tensión recorría a cada persona allí, dentro de la cortina del árbol de la calma. Comprendió que además de haber transmitido sus emociones a los presentes, el aura del dueño de aquel rugido también les había afectado.
— Aren, ¿puedes sentirlo? —Preguntó el semidiós.
— Sí, mi semidiós... está cerca —Respondió Aren.
Las clases de Jordrao mostraban sus frutos. Los sentidos de Aren retumbaban con cada pisada de la bestia, a pesar de sus sigilosas patas, y los inmensos ojos atravesaban su alma aunque no lo viera directamente.
— ¡Sentir qué! —Exclamó con impaciencia un fornido jefe de Lagos de Cristal.
— La ira, la impotencia, la maldad misma. El enojo peligroso de Balthajar... ha revivido a Pandora.
Aquellas palabras cayeron como un golpe mortal, en especial para los jefes, respetuosos admiradores de los Cazadores del Primer Invierno y cuidadores incondicionales de la historia que protagonizan por ser la única verdadera.
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La profecía ✅
Fantasy**NUEVA ORGANIZACIÓN DE LOS CAPÍTULOS** Tristán e Hylena son dos gemelos peculiares, cansados de profecías y supersticiones que solo desean una vida normal en Tierra Nevada, su mundo. Sin embargo, el destino tiene otros planes y les desvelarán las v...