<<Balthajar —Reconoció Theo—. Esa peste a muerte en el aire y la extraña inmovilidad de la noche. Sí, es él>>.
Por eso no podía volver a dormir, sus sentidos habían notado antes que él mismo, la presencia de su ahijado. Agarró el hacha y salió en su búsqueda, maldiciendo el paradero de Tris.
Poco tuvo que caminar. Balthajar estaba junto al río, de espaldas a la luna. Su sombra alargada en el suelo, parecía inquieta. Se giró al sentir la presencia de su padrino, ese, que junto a Firense, Sore y Nya lo habían criado.
Cuando era niño no tenía ningún tipo de control sobre su poder y todo lo que tocaba bien acababa muerto o podrido. Hasta sus padres eran afectados. Solo los cuatro guardianes lograron cuidarlo.
Una lágrima negra recorrió su rostro pálido casi grisáceo. Balthajar fue guapo cuando la maldad todavía no se había apoderada de él, pero en ese momento solo el cabello negro alborotado mantenía el recuerdo de su aspecto original. La piel se le había marchitando, los ojos ya no poseían brillo y la piel se le pegaba a los huesos. Hasta la ropa que vestía parecía podrida, ancha porque estaba delgado y un poco encorvado.
El joven maldito mostró aquella sonrisa que tiempo atrás endulzó el corazón de sus cuidadores. En ese instante daba escalofríos.
— Me mentiste, Theo. Dijiste que cuando creciera dejaría de doler, pero duele y mucho. No sabes cuánto.
— Y te seguirá doliendo —Aseguró Theo, que se acercaba al joven lentamente y a la defensiva con el hacha en alto—, te dolerá infinitamente por todo el daño que has hecho.
— ¡Oh!, no, no, no. ¿Te refieres a mis jueguitos? Oh, Theo, el éxtasis que provocan alivia mi sufrimiento inmensamente. Nunca me detendré. Esperaba que tú lo entendieras, digo, estás frente al caos en persona y tu rabia hacia mí todavía no ha dominado la mano que desea separarme la cabeza del pecho.
<<Aunque use mis poderes no tengo oportunidad contra él. Debo distraerlo y pensar en un plan, ¡rápido!>>.
Theo sonrió.
— Porque sé que eres incapaz de hacerme daño, ni a mí, ni a los demás que te cuidaron. En el fondo de ese corazón vacío queda un poco de bien, que no te permite dañar a los únicos que se preocuparon por ti.
— Mmm. No te dijeron cómo murió Nya.
El corazón de Theo dio un vuelco y se le borró la sonrisa mientras imaginaba lo peor.
— ¿Qué quieres decir?
— No, dime tú, ¿qué mentira te contaron? ¿Qué murió de vieja o que se cayó por ese precipicio junto al que vivía? Debe ser doloroso saber que la persona que amabas murió sin saber lo que sentías. Si solo se lo hubieras dicho todas esas noches cuando cogi...
El hacha de Theo silbó en el aire. Balthajar tuvo que parar de hablar para poder esquivarla. Esa vez, le llegó su turno de sonreír.
— ¡Ni una palabra más!
— ¡Yo la maté!
— ¡Tú, Balthajar, solo sabes repartir terror a tu paso porque eres demasiado débil para ser querido!, pero yo no voy a caer. ¡Qué quieres!
— ¿Qué quiero?, lo que todo ser débil quiere... fuerza.
Ocurrió en un instante.
De la sombra de Theo había brotado una raíz negra cual sigilosa serpiente, de punta filosa que, mientras este hablaba, se había extendido por la espalda hasta la altura del cuello del maestro. Rápida y letal, la serpiente atravesó la garganta de su víctima y la sangre brotó de la herida mortal.
— Balthajar... actuaba desde las sombras...
La sombra del corrompido semidiós se trasladó deslizándose hasta donde la sangre caía. Al momento el aspecto de Balthajar mejoró; la piel recobró algo de vida y los ojos un poco de brillo. Para sobrevivir debía absorber la vitalidad de otros como precio a pagar por sus incontrolables poderes, pero como su ambición no tenía límites, su vitalidad era insaciable. Ya lo había impulsado hace unos minutos a intentar absorber la vitalidad de su hermano Jordrao. Había logrado recapacitar antes de cometer tal locura.
El cuerpo de Theo perdió fuerzas y cayó al suelo. Entonces Balthajar comprendió que había estado demasiado concentrado en su padrino y no había notado la presencia de una tercera persona.
Tris apareció en el momento que el cadáver se desplomaba sobre la nieve, con las manos firmes en el arco y la flecha, apuntando a Balthajar. No lo había visto venir, ni oído llegar e igual estaba allí, frente por frente a Balthajar. Los cabellos blancos intentaban ocultar, como avergonzados, los ojos cristalinos que parecían centellear del odio. Tris estaba molesto, triste, furioso, impotente, pero no le temblaban las manos, ni dudaba en matar.
El tiempo se detuvo y la atmósfera se tensó. El contacto visual entre ellos pareció eterno. ¡Que miedo y horror sintió Balthajar!, sus piernas comenzaron a temblar y su corazón de piedra a latir como nunca antes.
Toda su vida pasó ante sus ojos. Las nanas de su madre, la sonrisa de Jordrao, las burlas de Dyagna y la mirada juzgante de su padre.
<<Los ojos de mi padre... >>.
Tris disparó. En ese pequeño instante, la flecha se clavó profunda en el pecho del semidiós, justo donde debía tener el corazón.
Pero el corazón de Balthajar bien era de piedra o bien no existía y aquella flecha no estaba hecha de lunario. El dolor cortante que experimentó el semidiós corrompido despareció al tiempo en que la flecha se podría en su pecho hasta desintegrarse. La ira de Balthajar se extendió como veneno por sus venas.
Rio sádico.
— ¡Ahora lo entiendo!
— ¡Huye! —Gritó alguien detrás de Tristán.
Firense retomó su forma animal y se abalanzó sobre Balthajar, no sin antes dirigirle a una mirada amenazante a Tris, como advirtiéndole que debía obedecerle.
Las aguas del Avalancha habían interrumpido su calmado estado y rugían sobre el maldito semidiós. Tris también quería luchar, pero la mirada de Firense le había congelado y una fuerte ventisca que se había despertado lo arrastraba lejos de allí.
Tris dejó de combatir contra el viento y huyó, corrió sin rumbo fijo y sin atreverse a mirar hacia atrás. Se internó en el bosquecillo esquivando troncos caídos y rocas. Giró a la izquierda, luego a la derecha y pronto no supo ni por dónde iba.
La piel se le erizó cuando notó que la oscuridad de Balthajar se estaba tragando el bosquecillo. La luna, los pinos y la nieve desaparecían ante sus ojos. Solo le quedaba correr apoyado por la corriente de aire, casi que flotando.
Tris quería retroceder y enfrentar la furia de Balthajar con su propia furia, al mismo tiempo que comprendía que debía huir. Sentir que no estaba listo hizo que disminuyera la marcha y casi fuera alcanzado por la oscuridad de su enemigo.
Pero la ventisca aumentó y Tristán, teniendo una idea repentina, usó eso a su favor. Despertó su poder y creó remolinos de nieve que lograron distraer a Balthajar e impulsar su carrera, aunque la tormenta le impedía ver algo.
Tropezó con una rama oculta y se golpeó la cabeza, perdiendo el conocimiento.
_______________________________________¡Balthajar ha salido de su escondite! ¿Qué será de Tris ahora?
*
*¡Ey! ¡Gracias por haber leído hasta la mitad del libro!
*
Si te gustó, no olvides dejar tu valoración.
*
Este capítulo ya está editando, sin embargo, no dudes en avisar cualquier error encontrado para corregirlo :3
ESTÁS LEYENDO
La profecía ✅
Fantasía**NUEVA ORGANIZACIÓN DE LOS CAPÍTULOS** Tristán e Hylena son dos gemelos peculiares, cansados de profecías y supersticiones que solo desean una vida normal en Tierra Nevada, su mundo. Sin embargo, el destino tiene otros planes y les desvelarán las v...