<<Puedo ver la superficie —Pensó Hylena>>.
Estiró los brazos ansiosa por volver a ver el cielo. Sus dedos fueron los primeros en rozar el aire, luego su cabeza y por último, parte del tronco. Notó que las aguas a su alrededor se mantenían estáticas, como si no estuviera allí. No era buena nadadora, pero hizo lo que pudo para llegar a la orilla. Se tumbó sobre la nieve y detalló a su alrededor.
El mar se extendía ante ella.
<<Estoy muy al Oeste, frente al Mar Ahogado>>.
No sabía si sonreír por su regreso o lamentarse por la lejanía.
Llevaba dentro de sí la vida misma, ella protegía con su espectral cuerpo la salvación de los terranos.
Examinó su fantasmal apariencia. Vestía una túnica de mangas largas pegada al cuerpo, la saya llegaba hasta los pies en un pico que dejaba ambas piernas al descubierto y parecía estar echa de tela dorada. Su pálida piel, aunque casi transparente, también había adquirido cierto brillo ardiente.
<<No pierdas tiempo, Hylena, ponte en marcha>>.
Emprendió la larga caminata hacia el Sauce de Cristales. Valeria le había dicho que se dirigiera allí y a pesar del enorme deseo de Hyna de querer ver a su familia, sentía que si no cumplía con su deber pronto, condenaría Tierra Nevada.
Se introdujo en los bosques seguida por venados y otros animalitos.
<<Reconocen quién soy... No, reconocen a quién porto>>.
Los árboles se inclinaban sobre su persona, la brisa intentaba despeinarle la cabellera, la nieve se derretía bajo sus pies. La luz del día le acariciaba los ánimos.
<<Tengo que seguir al Sol, él marca el camino>>.
No tardó en dar con un campo de paisaje deprimente. El suelo estaba ennegrecido, los pinos caídos y parecían quemados. Hasta las nubes tenían un extraño aspecto maldito.
<<Oh, por Tristán, ¿qué le ha sucedido a mi mundo>>.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que cayó en el Limbo? La tranquilidad desoladora era inquietante y tenía la sensación de que una aura maligna dominaba el bosque.
Apuró el paso, horrorizada. Ni los animales querían pisar esa oscuridad. Ella fue valiente y la atravesó. El suelo podrido despreció sus pies, dando paso a la nieve pura.
<<Es el alma de la diosa Valeria la que logra disipar esta oscuridad... ella tenía razón. Debo darme prisa>>.
Estuvo caminando por dos días o tres siempre en busca de caminos conocidos, pero en vez de eso se topó con lo que menos esperaba: Un jardín de flores invernales. Se detuvo en medio de este, impresionada, ¿cómo no sabía de aquel lugar hasta entonces? Caminó entre las incontables flores que crecían en el pequeño claro, en medio de ese bosque.
Nunca antes había percibido la vida como algo tan bello y, aunque ya no poseía los sentidos de una persona de carne y hueso, experimentó una grata felicidad por los olores y texturas que le rodeaban.
<<Riquezas como este jardín son las que debo salvar>>.
Una brisa potente y fría sacudió los pétalos violetas a la vez que el tiempo parecía avanzar más lento. Sintió una presencia, sabía que alguien la observaba y, sin embargo, solo estaba ella rodeada de aromas.
— No sé quién eres... pero aquí estoy.
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Hylena llega a Tierra Nevada justo con la partida de los aldeanos y del semidiós...
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pd: Este capítulo ya está editado.
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La profecía ✅
Fantasía**NUEVA ORGANIZACIÓN DE LOS CAPÍTULOS** Tristán e Hylena son dos gemelos peculiares, cansados de profecías y supersticiones que solo desean una vida normal en Tierra Nevada, su mundo. Sin embargo, el destino tiene otros planes y les desvelarán las v...