El azabache se recargó en el umbral de la puerta a espera de que continuaran. Los segundos corrían y los jóvenes no articulaban ni una sola palabra.
– ¿Y bien? – preguntó con toda la serenidad que podía – ¿qué pasa con Todoroki?
Los chicos lo miraban transmitiendo diferentes emociones a la vez y tuvo un mal, muy mal presentimiento.
– ¿Dónde está? – subió un poco su tono de voz buscando al niño entre sus demás alumnos. Sin éxito, volvió a mirarlos – ¿qué pasó?, ¿dónde está mi bebé?, ¿por qué no está con ustedes?
No decían nada, eso lo estaba enloqueciendo y Dios sabe que trata de no estrangular a uno de los cuatro que están enfrente de él.
– ¿Van a hablar o los hago hablar?
Pasaron unos segundos para que el peliverde dijera algo.
– E-estábamos en el centro comercial, terminamos de comer y y la mamá de Kacchan y y... – no pudo continuar, ya que había empezado a llorar, lo que alarmó mucho más a su profesor – n-no pu-pudimos hacer n-nada – murmuraba desolado.
Y otra vez, volvió el silencio.
Shota esperaba ahora pacientemente a que alguno se tranquilizara, para que explicara qué carajo había pasado en esa salida, por qué Katsuki estaba con ellos, por qué estaba ausente su más pequeño retoño y por qué Midoriya estaba llorando, pero pensándolo bien, él lloraba siempre.
Esperaba que lo que fuera que le dijeran no sea nada malo y que si no estaba su niño, era porque estaba durmiendo.Pasaron diez minutos más para que el cenizo comenzara a hablar, extrañamente calmado y pudo notar un poco de desesperación y angustia en su rostro.
– No sé qué mierda pasó antes de, pero voy a contar desde donde yo estuve presente – dijo y vió a su profesor, que lo observaba expectante – estaba de regreso a casa con la vieja, cuando vimos a Deku y los demás extras, ella quiso hablar con él, así que fuimos. Estaban hablando de, no sé qué carajos, en eso a la bruja se le olvidó algo y regresó al supermercado. Yo estaba con ellos, cuando tres tipos llegaron, eran los de la liga – dicho eso, Aizawa se tensó y el mal presentimiento volvió – el tipo de piel cuarteada abrazó al cuatro ojos – empezó a numerar con los dedos – una rubia loca a Deku y cara redonda, por último un tipo quemado cargó al bastardito. Yo no podía moverme, porque tenía las bolsas de lo que habíamos comprado.
– ¿Y? – cuestionó el pelinegro, su voz se notó un poco temblorosa, por lo que fuera a decir el ojirubí.
– Se lo llevaron – dijo al fin, con los ojos vidriosos por las lágrimas retenidas.
Para Aizawa, por un momento todo se volvió blanco y un zumbido en el oído hizo que sus piernas flaquearan un poco, sus alumnos reaccionaron y antes de que cayera, lo tomaron y lo dirigieron a una silla.