Capítulo 4| ¿Casualidad o destino?

15 3 0
                                    

CASUALIDAD O DESTINO?

Un candado en la puerta, la noche sobre West Point Grey y cinco jóvenes sentados alrededor de una misma mesa. El silencio, para todos, se había convertido en una costumbre fácil de llevar, donde el tomar de sus batidos había sido utilizado como una distracción para no dejar entre ver que, a cada respiro que daban, una duda más nacía. Llenando sus cabezas de más y más preguntas que los embargaban por completo impidiéndoles pensar con claridad.

—Es...

Todos se detuvieron al instante. A cada que uno intentaba abrir la boca para hablar otro interrumpía, haciendo de la conversación algo imposible de mantener.

—Bien, bien —Andreo dejó su batido a un lado, lo miraba con pesar, pero sus preguntas eran más importantes que el helado batido de moras— ¿Qué sucede? ¿Por qué ellos se han puesto como si han visto un fantasma desde su entrada?

Se dirigía a Collete, con quien compartía asiento al otro lado de la mesa. La pelirroja, consumiéndose en su timidez, se encogió de hombros mirando de reojo a Dominic. Podía sentir todo aquello que le había dicho a Jeremiel: aquellos sentimientos que nunca antes había experimentado y que parecían suyos. Pero no provenían de ninguno de los presentes, lo único que ellos destilaban era nerviosismo y un raro sentimiento humano.

—Sabía que te volvería a ver —Suriel cortó el silencio, regresándose a Daniela. La chica, enarcando su ceja llena de perforaciones, notó, al instante, en que la sonrisa pícara de Suriel no era la misma— te lo dije, ¿o no?

— ¿A qué han venido? —le cuestionó— Más tú, a ella no la conozco.

Con un movimiento de cabeza señaló a Collete.

— ¿Dónde está la chica rubia y la morena? ¿Cómo me has encontrado?

La sonrisa de Suriel decayó. Llamando la atención de los presentes. Las circunstancias en las que se encontraban ameritaban reencuentros confusos. Para Dominic era distinto. Él no conocía a Suriel, pero si recordaba a Collete; recordaba que ella era la misma chica que lo había tocado en la frente y hecho que una corriente eléctrica le recorriera el cuerpo entero para terminar buscando tierra en el cuerpo de Cielle.

Si ellos habían llegado hasta ahí debía ser una obra bien jugada del destino. Después de todo, si Suriel y Collete eran conocidos de Cielle, debían tener respuesta a todo lo que a Dominic le sucedía. Aquel pensamiento recorrió su mente, le parecía tentador el hecho de que, ellos pudiesen ser la salvación de todas sus pesadillas y aquel bucle de dolor que se estancaba a en su pecho a cada que recordaba la espada ensangrentada.

No podía dejar ir la oportunidad, la cual podría presentarse como la única. No le importaba parecer loco frente a los demás si eso le garantizaba librarse de todo.

—Entonces ustedes son án... —una mano delgada y fría le cubrió la boca al instante, la mirada gris del chico se agrandó. Los presentes miraron a Daniela con confusión.

—Andreo, será mejor que nos vayamos, Dominic tiene cosas que arreglar por aquí.

Con un gesto parecido a un puchero indicó a su amiga levantarse de la mesa, donde ella aún mantenía a Dominic con la boca cerrada.

Una sonrisa divertida barrió por unos segundos el rostro de Suriel.

— ¿Por qué? —se quejó Andreo. Al darse cuenta que su queja relucía por encima de los demás bajó la voz y, cubriéndose con sus manos, susurró tan solo para Daniela:— No podemos dejarlo solo con dos desconocidos, ¿no? Qué tal si lo roban o asesinan.

LAGRIMAS #2✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora