Un deseo pedido a una estrella 1/2

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La mañana al fin se acercaba a la ciudad, la luz del sol brillaba sobre los ojos perlas de Hinata, mientras ésta, aun adormilada, trataba de cubrir su rostro con las sábanas.

—Tengo muchísimo sueño aun —dijo bostezando hondamente.

—Hinata, es hora de que te levantes —le dijo una mujer alta, de mirada fría, ojos color azul y cabello castaño, largo hasta la cintura, con una estupenda figura y vestida de modo muy elegante, la cual sonreía arrogantemente. Se había metido a la habitación de Hinata sin siquiera tocar la puerta, nunca le había importado respetar la privacidad de la menor.

—Déjame en paz, Motoko, yo quiero seguir durmiendo —la joven Hyûga la ignoró, dándole la espalda.

—No me trates de esa forma tan grosera, recuerda que soy la esposa de tu padre, mocosa —dijo la mujer, arrancándole las sábanas a Hinata de un tirón.

—Podrás ser su esposa... pero jamás te compararas con mi madre, y vete de mi cuarto porque voy a vestirme —Hinata se sentó en la cama mientras decía estas palabras, luego la mujer sólo le dirigió una mirada de profundo odio y salió de la habitación.

A pesar de que Hinata era una joven tímida, sumisa y educada, jamás iba a poder serlo con esa tipa, porque desde el principio, ésta le había hecho la vida imposible; es más, Motoko era quien insistía en mantenerla en un internado.

—Esa mujer es una odiosa, ¿cómo pudo papá casarse con ella? Ensuciando el recuerdo de mamá de esa forma —de pronto. recordó que tenía una cita con Sasuke, así miró el reloj, apresurada—. ¡Es cierto, debo arreglarme!

Se levantó exaltada y se dirigió al baño para tomar una ducha, no quería llegar tarde a su salida.

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—Papá está loco si cree que yo voy a vivir con ella —decía un triste rubio a su novia Sakura. Se encontraban en un café muy cerca de la casa de él, charlando.

—Naruto... no sé qué decirte... ella es tu madre y... —Sakura no encontraba las palabras justas, después de todo, aunque ella fuese su novia, Naruto jamás le hablaba a nadie de los problemas con su familia y ella tampoco era muy buena en ese ámbito, ya que siempre había tenido una vida muy tranquila junto a sus padres, siendo hija única.

—Pero... ¿acaso tu podrías perdonar a alguien que te dejó solo... porque sobreviviste a un accidente? —cuestionó Naruto—. Ella jamás me perdonó que mi hermana resultara tan lastimada y que yo saliera ileso, ella dijo... que el accidente fue mi culpa —las lágrimas comenzaron a llenar el rostro de Naruto, una a una se hacían presentes, mientras Sakura no hallaba qué decir ni hacer al verlo así, jamás había visto el rostro de Naruto de otra manera que no fuese mostrando una sonrisa.

—N-Naruto. yo... —murmuró preocupada—. Al demonio... —al decir esto último, solo lo abrazó, apretándolo con fuerza para tratar de ahogar su pena, aunque sentía que no lo lograba—. Tranquilo, por favor.

Él se sorprendió un poco por el gesto, Sakura no solía darle demasiadas muestras de afecto, así que se sintió reconfortado, aunque, inevitablemente, se le vinieron a la cabeza los pequeños momentos que había compartido cerca de Hinata, notando que esta vez, su corazón no se aceleraba de ese modo.

—Ya... Sakura-chan, ya estoy bien —dijo sonriendo, pero sin soltarla—, yo... yo no sirvo para llorar, sabes que no es lo mío.

—Si lo sé, Naruto... —contestó la peli rosa—. Es por eso que quiero ver una sonrisa en ese rostro ahora, ¿sí? —Sakura se separó un poco y le sonrió, entonces Naruto hizo lo mismo—. Naruto, aunque muestres esa sonrisa, yo sé que estás triste, pero... no sé cómo ayudarte —pensó ella.

Amores de Secundaria (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora