El cumpleaños de Hinata 1/2

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Ya era día viernes, el día de la tan esperada y comentada fiesta de cumpleaños de Hinata. Era tan esperada porque entre Hanabi y Neji habían invitado a medio instituto, mientras Hinata sólo esperaba tener a sus amigos presentes, de pronto se había encontrado con que un montón de personas desconocidas la felicitaban los días anteriores y le prometían estar presentes. A decir verdad, no quería ni ver en pintura a Naruto en su fiesta, pero sabía que de igual forma él se iba a aparecer por ahí, era más que obvio, así que se estaba haciendo a la idea de ignorarlo cuando eso pasara.

Cuando las clases se terminaron, cada uno se fue dirigiendo a su casa, tenían que prepararse para la emocionante noche que seguramente tendrían, por lo que muchos se esfumaron apenas escucharon el timbre.

—Fue una clase muy divertida la de hoy —comentó una sonriente Matsuri, la cual iba tomada de la mano con su novio. Todavía no podía creer que por fin eran pareja, incluso a sus amigos les había costado un poco asimilarlo, pero a pesar de todas las dudas que tuvo respecto a él desde un inicio, ahora estaba segura de que había tomado la mejor decisión, le gustaba muchísimo Gaara, lo quería, y eso era suficiente para superar todo lo malo que habían pasado.

—¿De qué hablas, Matsuri? Estuvo aburridísima —se quejó Gaara en tono de fastidio, estaba aliviado de que el fin de semana finalmente daba inicio.

La castaña le miró y rio con gracia, cubriendo ligeramente la mitad de su boca con un puño cerrado.

—Ay, a ti todo te aburre, qué amargado —le dijo en tono burlón, notando como de pronto él detenía sus pasos, para jalarla por la muñeca y atraerla hacia su cuerpo, gesto que la tomó desprevenida, seguían en medio del pasillo de la escuela y parecía que a Gaara no le importaba en lo más mínimo.

—Pues sí, todo menos una cosa —el pelirrojo la tomó por la cintura, el taco de su mano grande la hizo estremecer ligeramente, mientras sus mejillas se encendían adorablemente—. Y esa eres tú... —terminó de decir Gaara, susurrándole al oído.

Matsuri se puso más roja que hace un momento, él podía ser un idiota en ocasiones, pero también era un chico tierno y romántico si se lo proponía y eso le encantaba de él. Él era un mar de cosas nuevas, de nuevas sensaciones, de nuevos sentimientos y emociones que ni ella misma sabía que existían, había experimentado toda esa odisea desde que conoció a Gaara y no se arrepentía para nada.

Adoraba el modo en que él podía sorprenderla todo el tiempo.

—Gaara... —musitó, apoyando su frente contra la de él, aún sentía sus mejillas arder y su corazón estaba más acelerado de lo normal, provocándole un cosquilleo bastante molesto en el estómago; las clásicas mariposas de los enamorados.

—¿Qué? —dijo Gaara, mirándola fijamente.

—Te quiero... —le dijo Matsuri, apenas fue un susurro, un hilo de voz, pero que retumbó dentro de su cabeza como un terremoto, como un torrente vertiginoso, dejándolo helado, acelerando sus latidos como jamás nada ni nadie lo había hecho.

Ahora fue el turno de Gaara de ponerse como el rojo de su cabello, esas palabras lo hacían sentir inmensamente feliz, su pecho de hinchaba de orgullo, porque antes no le importaba lo que le dijeran las chicas, él permanecía inmutable, pero ahora, por dios, ¿qué le había hecho Matsuri? ¿De verdad se estaba enamorando de ella? Sin embargo, la culpa de pronto lo acechó.

La apuesta...

Recordar esa estupidez le hizo doler un poco el corazón, aunque sabía bien que en ese momento sólo se estaba engañando a sí mismo, que había aceptado esa apuesta porque no se atrevía a admitir que le atraía Matsuri. No obstante, no iba a permitir que una tontería como esa, aquella ridícula apuesta y su orgullo, lo alejaran de ella, tenía que encontrar el modo de serle sincero y no arruinar la bonita relación que estaban construyendo.

Amores de Secundaria (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora