Conquistaré tu corazón 1/2

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—M-mamá... ¿eres tú?

Se oyó una especie de resuello del otro lado, seguramente de sorpresa, entonces la persona que llamaba colgó, dejando a Hinata sumamente intrigada, su corazón latía con fuerza y la expresión de su rostro era confusa.

—¿Será que vives, mamá? —se cuestionó, horrorizada ante la idea de que todo lo que creía, fuese falso—. Y si es así, ¿por qué nos has abandonado a Hanabi y a mí? —se llevó una mano al pecho, sentía que le dolía, pero no podía sacarse de la cabeza la idea de que esa mujer era su madre, su voz fue mucho más clara esta vez, a pesar de que sólo dijo su nombre, ella lo sabía.

Al sentir las lágrimas brotar de sus ojos, se dio cuenta de que no podría controlarse, deseaba ver a su madre y saber qué pasaba con ella, por qué no estaba con ella y su hermana, ¿realmente estaba con vida?

—Mamá... ¿por qué?

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El día había llegado por fin. En casa de Naruto –para variar– todo era un caos. Minato estaba como loco buscando una camisa azul, mientras que Kushina estaba preparando el desayuno. Naruto maldecía su suerte, quizás por qué cosa y, Naruko estaba refunfuñando que su uniforme de la escuela era demasiado recatado y quería una falda más corta.

Esta casa es un desastre —pensó Naruto al ver el escándalo que todos hacían—. Me recuerda a antes, cuando éramos una familia —se quedó mirando a Kushina por un rato. Antes ella siempre le preparaba su desayuno favorito y le cantaba canciones hasta que se dormía, porque él les temía mucho a los fantasmas. Siempre había un beso de las buenas noches y siempre lo ayudaba en lo más que podía. De pronto, Naruto sintió pena por las veces que había tratado mal a su madre, porque sí, ella era su madre, aunque a él no le gustara, pero el ser tan orgulloso le hizo quedarse en silencio, sintiéndose muy enfadado, no podía perdonarla, o más bien, se negaba a hacerlo.

—¡Nii-san! —le gritó Naruko en el oído.

—¡Ah! —el rubio pegó un salto del susto—. ¡¿Qué quieres?! —exclamó, no solía gritarle a su hermana, pero por poco sintió que escupiría el corazón por la boca.

—Ya debemos irnos a la escuela, es tarde —decía la rubia, mostrándole su tierna sonrisa, no se asustó por los gritos, para suerte de su hermano.

—Venga, ya vámonos.

Naruto bajó las escaleras y su hermana iba detrás de él, vio que Kushina servía el desayuno, pero ellos ya iban algo tarde.

—¿No van a comer? Preparé hot cakes con mermelada —dijo la pelirroja.

Su hijo frunció el ceño, mientras que Naruko corría hacia la mesa para comer, su estómago casi retumbó del hambre con sólo sentir el delicioso aroma. Al ver que su hermana se ponía a comer, Naruto soltó un suspiro y también se acercó a la mesa.

—Gracias... —murmuró, en apenas un hilo de voz, a lo que su madre sólo sonrió.

Después de tener su desayuno, junto a su padre, que también se había unido, los dos hermanos se dirigieron hacia la puerta de entrada, Naruko era la más animada, pero apenas salieron al patio delantero, Naruto se detuvo.

—Hoy iré en mi moto, ya que es algo tarde —dijo mirando a su hermana—. Pero ni pienses en subirte a conmigo, ¿me oyes?

Al escucharlo, Naruko se apoyó en la pared en posición fetal y con un aura morada a su alrededor, ella tenía muchas ganas de ir en la motocicleta, pero su hermano jamás quería llevarla, en parte, porque le asustaba que algo malo fuese a pasar.

Amores de Secundaria (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora