𝐌𝐄𝐑𝐀𝐊𝐈 ✦ 𝑳.𝑺

𝟐𝟗. 𝓥𝓪𝓷 𝓖𝓸𝓰𝓱

"Puse mi corazón y mi alma en mi trabajo, y he perdido la cabeza en el proceso."

Se ahogó en su inquietud mientras lo vio reírse. Su numen expresando su felicidad cuando él sólo pudo apretar su mandíbula con un pesar poco disimulado.

Quince minutos le habían tomado para esfumarse, Harry pensando que tal vez estarían juntos toda la fiesta, llevándose una agria sorpresa cuando Louis fue arrastrado fuera de su agarre sin ninguna oposición expresada.

Sus ojos escudriñaron al menudo hombre a metros de él, ese que mordió su labio y batió sus pestañas espesas ladeando su cabeza.

Harry conocía aquel teatro.

Así empezaba Louis. Una risita que tapaba con su mano avergonzado, seguida de unos balanceos que hacían que tuviera que arreglarse el pelo a la par a la que se relamía los labios quisquillosamente. De ahí llegaban los toques a la persona ajena, como cuando Harry se llenaba de pintura el rostro y el modelo frotaba su dermis despreocupadamente con sus dedos hasta que su blanca piel volvía a ser visible para que pudiera dejar un casto beso en el lunar cerca de su boca.

Los pies inquietos no se hicieron esperar y Harry se pasó la lengua por los dientes al ver a Louis sonrojarse cuando el hombre frente a él le sonrió después de decirle algo que, supuso, fue un precioso halago que desbancó a su pareja.

Lo encasilló como un intruso desde el inicio. Paseándose como el digno extranjero que era, dando sonrisas coquetas, hablando en susurros lentos y mirando de arriba abajo a Louis en todo momento aunque aquello no se le hubiera concedido.

Le había visto antes de que la pasarela empezara, notando por el rabillo de su ojo una alta figura que volteaba en su dirección al darle un pequeño beso a Louis en los labios para desearle suerte. Rubio y de ojos grises, un extraño con facciones hermosas y masculinas que se acoplaba de manera precisa a las personas presentes en el lugar.

Cada que Louis salía exponiendo un atuendo nuevo, Harry se ofuscaba en él y en sus afiladas acentuaciones, poniendo suma atención a los detalles que había en algunas prendas y observándolo con orgullo, conteniendo las ganas de aplaudir para mostrar una adoración que obviamente no era habitual en los eventos de esa categoría.

Pero en el momento en el que el ojiazul desaparecía de su campo de visión, Harry regresaba su mirada a aquel americano que le obligaba a fruncir el ceño hasta que Louis volvía a hacerse presente y volvía a robar su atención haciéndole olvidar un poco la presencia de aquel extraño.

El hombre fue de los primeros en acercarse al castaño cuando el evento terminó, siendo acechado de cerca por Harry ante cada toque inédito en la cintura de Louis, quien recibió el tacto sin realmente mostrar mucha molestia y en cambio sonrió ante los cumplidos que sus oídos resguardaron complacidos.

Ambos siendo descaradamente desvergonzados ante la presencia del pintor.

Así que en una de las tantas fiestas después del desfile, que se acostumbraban a llevar a cabo una vez que aquellos eventos acababan, Harry estuvo solo y fastidiado. Con la imagen centelleante de Louis siendo coqueto con otro hombre, quien poco debería de importarle, pero que se aferraba al menor con intenciones que evidentemente no eran del todo amistosas.

Varias modelos, compañeras de Louis, intentaron charlar con él, poniendo las manos en sus cinturas y sacudiendo sus largas cabelleras haciendo a Harry alejar la vista desinteresadamente. Tal vez siendo descortés al ignorar sus amables tratos, pero estando consciente de que aquello no se trataba de alguna especie de competencia en donde tuvieran que darle celos al contrario.