𝐌𝐄𝐑𝐀𝐊𝐈 ✦ 𝑳.𝑺

𝟐𝟔. 𝓗𝓮𝓻𝓫𝓮𝓻𝓽

"Guarda silencio cuando no tengas nada que decir, cuando la pasión genuina te mueva, di lo que tengas que decir, y dilo caliente."

No había nada que fuera realmente algo extraordinario en aquella tarde, siendo que Louis había vuelto a presentarse en el estudio de Harry para los toques finales de la enorme pintura en la que sus ojos opacaban la blancura del amplio lienzo en el que el rizado trabajaba con dedicación y la vaguedad del momento era casi desesperante para él.

No obstante, el menor no lo quiso así.

Asemejando el picor constante de su piel por tocar y regalar todo tipo de caricias con tal de complacer a su pareja de algún modo remoto que le hiciera sonrojar y devolverle los besos otorgados con pasión desmesurada.

Como si Harry le hubiera recordado el arte de ser tentado, Louis ladeó su cabeza y carraspeó intentando atraer la atención del pintor, quien se encontraba sentado a centímetros de él, inspeccionando su rostro y agregando detalles interminables a la obra que reposaba en su caballete y le robaba su atención absoluta.

La mano derecha del mayor dejó ir un pincel y tomó otro para poder difuminar de mejor manera la pintura sin siquiera responder ante los llamados de atención sutiles que dejó escapar el ojiazul.

Louis deseó que aquellas manos que trabajaban deslizándose entre trazos volvieran a apretarse a la parte baja de su cuerpo como lo habían hecho un par de noches atrás, cuando volvió a quedarse a dormir en casa de Harry y éste pegó su ancho cuerpo a su espalda para después alejarse y acariciar descuidadamente la tela de sus bragas que se había perdido por entre sus mejillas traseras.

Se removió en su asiento, restregándose un poco en sus pantalones de mezclilla ante el recuerdo, y soltó un suspiro que nuevamente fue ignorado por Harry, siendo que se hubo envuelto en el arte como incontables veces ocurría. Perdiéndose de forma hipnotizante en los colores, en la textura que le dio a la imagen, en la tintura del óleo y en las minucias que no podían pasar desapercibidas si quería alcanzar una perfección que se ajustara con precisión a él.

El modelo movió su mandíbula de lado a lado y entrecerró los ojos.

Su mente viajó a cualquier perspicaz manera de llamar la atención de Harry y relajó sus hombros en un movimiento grácil una vez pudo llegar a una deducción.

Desenredó sus muslos, que previamente estaban encimados uno sobre otro, y estiró su pierna izquierda para entrar en contacto con la de Harry. Se hizo un camino hasta su rodilla y notó una sonrisa aparecer tiernamente en el rostro de su novio.

Siguió su recorrido, y allí donde la bragueta del pantalón se encontraba, asentó su pie comenzando a moverlo, presionando ligeramente para entonces ver a Harry pasar saliva y mirarlo con los ojos abiertos.

Por fin, pensó triunfante.

—Mi dulce Louis, ¿qué crees que haces?

Batió sus pestañas y presionó un poco más la entrepierna ajena.

—Oh, hola, Harry. —dijo sonriente—Extrañaba tu atención, cariño.

—Pero es obvio que la tienes, ¿de quién crees que son los hermosos ojos que estoy pintando?

Un sonrojo melocotón se plasmó en las mejillas de Louis. —Pero ya ni siquiera me necesitas para que modele para ti, te sabes mi rostro de memoria.