𝟔. 𝓓𝓲𝓼𝓻𝓪𝓮𝓵𝓲

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"El hombre es verdaderamente grande sólo cuando obra a impulso de las pasiones."

Se propuso voltear su cuerpo para tener una posición más cómoda, pero el espacio de la cama llegó a su fin haciéndolo caer y hacer un estruendo que terminó por despertarlo en su totalidad.

—Ouh, mierda, mierda. —se quejó sobando el costado de su cuerpo.

Louis miró a su alrededor desde el suelo mientras su vista se acostumbraba a la luz que entraba por el gran ventanal y ahí supo qué pasaba.

Cubrió sus ojos y suspiró intentando no moverse, su cabeza punzaba y consideró llorar del dolor. Mala idea. Haría que se agravara.

Se sentó y otra punzada cruzó haciéndolo soltar un quejido. Giró hacia la cama y sólo entonces notó que había dos personas en ella.

Dos hombres si se era exacto.

Sus prendas y las suyas estaban en su lugar, así que supuso que no había pasado nada entre ellos y simplemente habían caído rendidos en la misma cama tras la fatiga de la fiesta de beneficencia de hacía un par de horas. El concepto cambió cuando se levantó y se acercó al espejo de cuerpo completo que había en la habitación, abriendo los ojos con sorpresa y borrando cualquier pensamiento triunfante, pues marcas levemente rojizas coloreaban pobremente su cuello y aquello no era algo gratificante.

Estaba seguro que los hombres se habían pasado de copas debido a que, al parecer, ninguno pudo hacer alguna marca con suficiente fuerza como para que se tornaran de un color violeta y realmente se notaran, sobresaliendo por entre su piel que en aquel instante se vio algo pálida por la impresión de haber sido marcado.

Aun así, Louis se encontró preocupado, y obviamente furioso. No sabía quiénes eran esos hombres que pasearon sus horribles labios en él y no quería saberlo porque, de alguna forma, lo empeoraría todo. De igual manera, se sintió enojado consigo mismo, pues él les había dado permiso. Un muy perdido y confundido permiso.

Claro. Nadie podía conseguirlo si se encontraba sobrio, pero si no estaba en sus cinco sentidos cualquiera lo aprovecharía. Cobardes.

El dolor de cabeza no le importó cuando estampó sus pies caminando de vuelta a la cama. Golpeó las cabezas de los hombres con su mano y empujó a cada uno fuera de la cama.

—¡Malditos aprovechados! —les gritó haciéndolos mirarlo mientras despertaban—¡Son tan idiotas que ni siquiera lograron hacerme un buen chupetón!

No se molestó en esperar una respuesta, una explicación, una disculpa, nada. Salió con pasos rápidos tanteando todo su traje en busca de su teléfono, encontrándolo en el bolsillo interno de su saco y sacándolo para marcar el número de Jeffrey mientras bajaba las escaleras principales ahogando unos cuantos quejidos.

—¡Jeff! Necesito que vengas por mí, estoy en la residencia de los Payne.

—Por supuesto. Ya me encuentro en camino, joven Louis.

—Gracias, Jeffrey.

Salió de la mansión sentándose en uno de los últimos escalones de la entrada. Talló sus ojos con sus dedos, intentando recordar algo concreto de la noche anterior. Ráfagas de momentos de reprodujeron en su mente, pero realmente no sirvieron de mucho, no estaba seguro de tener clara la realidad.

𝐌𝐄𝐑𝐀𝐊𝐈 ✦ 𝑳.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora