𝟐. 𝓦𝓲𝓵𝓭𝓮

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"La belleza es muy superior al genio. No necesita explicación."

El ambiente estaba a temperaturas altas, cuerpos chocando entre sí y personas disfrutando de una buena noche de salir con amigos.

Echó su cabeza hacia atrás mientras seguía bailando. La lujuria también se sentía, él mismo la emanaba y amaba que los demás la sintieran.

Volteó y encaró al muchacho con el que había estado los últimos minutos, lo tomó de la nuca y juntó sus labios. Sus lenguas peleaban por tener el control, siendo agresivos mientras apretaban sus cuerpos juntos. Tal vez no fue el mejor de los deleites, pero bastaba por una noche y no podría más que seguir con ello.

No fue hasta que el contrario comenzó a bajar las manos por su espalda que Louis se separó.

—¿Quieres ir a otro lugar? —dijo fuerte el desconocido. La música resonaba en todo el lugar y sólo se podía hablar a gritos.

—En realidad, no. —chasqueó la lengua—Yo no vengo a algo más, no te confundas. —le palmeó la mejilla burlón—No soy alguien fácil. Te besé porque eres muy guapo, no creas que daremos un siguiente paso.

Y antes de que lo pudiera agarrar por la playera, el menudo castaño se escabulló rápidamente entre la gente, empujando a algunas personas y perdiéndose de vista.

¿Era tanto pedir simples besos a cambio de nada?

Salió del club y cruzó la calle para poder llegar a su auto, varios paparazzis aún lo esperaban y comenzaron a tomarle fotos con sus brillantes flashes en cuanto se acercó al vehículo. Tocó la ventanilla del conductor y escuchó cómo los seguros eran retirados.

—Llévame a casa, por favor. —indicó a su chófer cuando entró—La estúpida noche se arruinó.

El hombre asintió y puso el motor en marcha.

—¿Qué fue esta vez, joven Louis?

—Ugh, otro listillo que pensó que podría decidir por mí el ser un polvo de una noche. —refunfuñó—Jeff, ¿acaso doy esa jodida impresión?

—No en mi opinión.

Asintió satisfecho, sabía que Jeffrey era una de las personas que le decían la verdad y no sólo cosas para complacerlo. Aún y siendo su empleado, Louis en realidad lo consideraba un amigo bastante cercano.

Muchacho iluso. Si supiera con quien había tenido la dicha de compartir un par de besos, ni siquiera le hubiera pedido ir a otro lugar.

Louis Tomlinson era la respuesta. Alguien que, de una sencilla y arrogante manera, podría pasar por la definición exacta de belleza.

Y es que era todo él, cabello lacio y de un color castaño suave, una pequeña y respingada nariz que le hacía lucir distinguido, labios finos pintados de color rosa que le volaban los sesos a quien los probaba, y sus ojos, oh. Esos preciosos zafiros tan brillantes como un diamante, de un color tan precioso que muchos aseguraban que no había otros iguales en el mundo.

Pero él también era sensualidad. No había que confundirlo con algo sucio y grotesco reduciéndolo a lo carnal, era sensual por ser él. El menear de sus caderas, la fineza de sus pasos, sus manierismos tan delicados, sus palabras pronunciadas, todo era exquisito. Y su cuerpo, su primoroso cuerpo. Con tez blanca que recibía suspiros por parte del sol, dándole una hermosa piel levemente dorada, su fina cintura que acababa en anchas caderas que a su vez se unían a dos apetitosas piernas, de esas que tenían muslos gruesos y terminaban en tobillos delicados.

𝐌𝐄𝐑𝐀𝐊𝐈 ✦ 𝑳.𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora